Un año más, hemos salvado estos aciagos meses. Este 2015, el verano azul parecía que solo iba a estar aderezado por las dos I.P., las iniciales que mueven España: Isabel Preysler e Isabel Pantoja. La primera, por su cacareado romance con el Nobel que puede convertirla de nuevo en marquesa, aunque con menos solera blasonada que el marquesado de Griñón. La segunda, por su capacidad de generar titulares en cualquiera de los estados y/o estadios de su entretenidísima vida. Esta vez, desde la cárcel y/o su permiso penitenciario, se superó: logró que esos titulares llegaran en forma de pregunta, nada más y nada menos que en dos ocasiones, al Congreso de los Diputados.
No hay tantos en el famoseo patrio que puedan tener en el haber de su currículo esos ‘honores’. Es muy activa la I.P. de la bata de cola. Como lo es también la I.P. de los alicatados, aunque juegan en ligas diferentes: una es más de despeinarse y la otra, de estudiada perfección; una, del ‘look’ gitana de su insuperable modista Lina; la otra, de las delicadísimas prendas de Tot-Hom; en definitiva, una más de La Moraleja, la otra de Puerta de Hierro. Dos formas de entender la vida bajo dos mismas iniciales. Vamos, el ‘dos mujeres, dos estilos’ de toda la vida.
Pero no, no fueron ellas las que nos animaron el verano. Quizá solo salpimentaron. Si ambas I.P. juegan en ligas diferentes, ha sido, una vez más, la Liga con mayúscula la que dio un poco de color y de alegría a este desierto que es la canícula que agosta España de este a oeste y que, por secar, seca hasta los telediarios –carentes de noticias la mayor parte de los días, aunque su duración no mengua y hay que rellenar–. Ahí es donde vino la Liga, con su ‘mercado de verano’, a ayudarnos en las sofocantes tardes y noches con esas imágenes que, más que información deportiva sobre los multimillonarios fichajes, parecían del ‘mercado de la carne’ o el ‘mercado del pecado’. En sus equipos de origen, en los de destino, en los vestuarios, de reconocimientos médicos, en entrenamientos de antes, de después, de durante… Daba igual.
El caso es que los telediarios abrieron su sumario mañana, tarde y noche, cada día de agosto, con un posible fichaje, desarrollaron la noticia en la sección de deportes y, en más de una ocasión, cerraron ‘el parte’ con ello. Días más tarde, si ese fichaje se confirmaba, repetían imágenes. Si no, pues también. Total, un oasis para los sentidos en medio del desierto.
Como aun así no llenaban todos los minutos necesarios, las estupendas cabezas pensantes de nuestras televisiones decidieron hacerlo con exóticos entrenamientos en sitios como la playa de San Lorenzo de Gijón. Y uno, que tiene cierto cariño por el Sporting y la ‘mareona’ –aunque no sabe lo que es un fuera de juego–, y siente náuseas cuando ve a ex Paquirrín, hoy Kiko, cantando eso de “Sevilla, Sevilla, Sevillaaaaa”, este verano terminó entonando (no hay que perder nunca el charme) mientras fregaba los platos de la cena: “Me gusta el fúrbol, los domingos por la tarde… Me gusta el fúrbol; con los gritos y los goles… se desatan las pasiones”. Será el calor, la edad o la angustia que produce el saber que en este país, cuando no tengamos a las I.P., no hay sustitutas. Quién sabe…