Este año no ha habido Life Ball en Viena porque quieren rediseñar el concepto de este megaevento gay que cada año se celebra en el Ayuntamiento, y que es un hito en las celebraciones gays de todo el mundo. En 2017 promete volver con fuerza.
Ello no impide que la capital austriaca lleve semanas preparándose para su Pride, que se celebra el próximo 18 de junio. Desde mediados de mayo, los típicos tranvías que recorren las calles de la ciudad tienen la bandera gay en su cabecera. Igual que en Madrid… ¿Cuándo veremos el Circular así de colorido? Que tome nota el Ayuntamiento.
Toda la ciudad está teñida de los colores del arcoíris gracias a este medio de transporte que, además, se detiene en los semáforos de la ciudad pionera en poner parejas para las señales luminosas de los peatones. Parejas de gays, de lesbianas y… también de heteros. Como en la vida, que hay de todo.
Viena, la católica Viena, al margen de vaivenes políticos, lleva años abanderando la normalización mediante este tipo de acciones. Este mes de junio, al margen de las banderas y los tranvías, los muros de la catedral de San Esteban también están teñidos con los colores de la bandera. Ay, si Sissi levantara la cabeza… se subiría a una carroza del Pride en dos semanas sin dudarlo.
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