«Todo el mundo en Santander lo sabe, tengo un hijo gay», dice Emilio del Valle, cabeza de lista de Vox al Congreso de los Diputados por Cantabria. Su hijo se llama Álvaro, y es también miembro del partido. De hecho, fue candidato a concejal en el ayuntamiento de Santander. Al final, ninguno de ellos resultó elegido.
El 3 de junio, Emilio del Valle compartía en su perfil de Instagram un corazón arcoíris con un mensaje dedicado a su hijo en el que decía: «La orientación sexual de tu hija o hijo no te hace fallar como padre, rechazarlo sí».
De hecho, defendía que en Vox hay miembros homosexuales: «En mi partido hay mucho afiliado que es gay, les conozco, en alguna lista iba alguno», contaba en una conversación telefónica al diario El confidencial.
Cuando Álvaro le contó con 17 años que era homosexual, su reacción fue muy natural: «Le dijimos que fenomenal, que nos alegrábamos de que nos lo dijera y que tenía todo nuestro apoyo». Asegura que nunca se planteó llevar a su hijo a una terapia como las sugeridas por Rocío Monasterio, si bien defiende que «cada uno es libre de pensar lo que quiera».
Sin embargo, aunque Del Valle se ha mostrado tolerante con su hijo, no lo es tanto en lo que a derechos LGTB se refiere. Le parece bien la unión civil entre homosexuales, pero no quiere que lo consideren matrimonio, ya que «etimológicamente significa la unión entre un hombre y una mujer». Pero aclara que, a efectos legales, sería lo mismo. «Es un tema de nomenclatura». De hecho, también está de acuerdo con que su hijo pudiera adoptar. «Allá ellos si lo desean, no le veo ningún problema».
Del Valle quiere aclarar que hay cosas que se dicen de su partido que no son verdad, «como que somos homófobos, pero no es cierto. Lo único que ha hablado el partido es de la celebración del Orgullo Gay y de la financiación pública a movimientos LGTB», es decir, los «chiringuitos», como suelen decir.
Sin embargo, los hechos demuestran lo contrario. Por ejemplo, poco después de que Emilio del Valle publicara su foto en Instagram, Vox se deshacía de Lucía Cuín, concejala de Torremolinos, por haber participado en el Orgullo LGTB de Torremolinos.
«Hay gente como mi hijo que no está de acuerdo con esas manifestaciones públicas». Y cuenta que su hijo Álvaro tiene pareja, que hacen su vida y que «no todos los gais piensan como los que están en el Orgullo, haciendo cosas que no son agradables», como «ir en carrozas y desnudos y haciendo barbaridades, como yo he visto alguna vez».
Al mismo tiempo, denuncia la desigualdad de las leyes que discriminan entre hombre y mujer o entre homosexuales y heterosexuales, y pone el foco en la «violencia intragénero, entre homosexuales», que no está tipificada. «Cuando un homosexual mata a su pareja se tramita como un homicidio normal y corriente. No tiene ventajas ni desventajas que recoge la ley de violencia de género».
Asegura que se siente «totalmente identificado» con su partido, en el cual hay dirigentes a nivel nacional que son «abiertamente homosexuales», «bastante intelectuales» y con una «trayectoria intachable».
En relación al Orgullo LGTB, Álvaro del Valle piensa lo mismo que su padre. Cree que se ha institucionalizado un discurso con el que «no todas las personas se sienten identificadas». Y añade: «Nos tachan de fachas, de fascistas, de homófobos…, cuando somos personas con esas mismas preferencias sexuales».
En su opinión, el Orgullo solo da «cabida» a PSOE y Podemos, y «da voz a gente que realmente me puede llegar a tratar mal por mi ideología». Incluso opina que el Orgullo «se ha tergiversado bastante» para convertirse en un «macrobotellón» que «paraliza la ciudad durante unas semanas», y que «genera más rechazo en los habitantes de Madrid».
Finalmente, Álvaro del Valle hace suyo el argumentario de Vox y defiende que el Orgullo se lleve a la Casa de Campo, que podría ser «un gran lugar de encuentro», un espacio «estupendo» que ha sido reformado recientemente. «Ha quedado bastante bonito y no se está utilizando para nada».