¿Quién se resistiría a una orgía romántico-sexual organizada en un chalet de escándalo? Jonás Berami, desde luego, no. Y menos si la dirige Roberto Pérez Toledo. Porque hablamos de su segunda película, Como la espuma, una festiva celebración de la diversidad sexual y emocional con un reparto plagado de caras fotogénicas y cuerpos que dan muy bien desnudos.
Berami, que hace dos años y medio decidió alejarse del epicentro de la farándula e irse a vivir a Ibiza –“un sitio en el que respirar” y en el que centrarse en la música electrónica, su otra pasión–, sí regresó a Madrid a rodar esta película, que supone su regreso a la interpretación tras un tiempo alejado de ella. Y se lanzó de lleno a disfrutar del hedonismo desprejuiciado por el que apuesta Pérez Toledo en esta película. “Es que es el tipo de fiesta en el que todo el mundo querría encontrarse alguna vez”, asegura. Acto seguido confiesa que nunca ha estado en una orgía, y menos en una como esta. Y aún menos en la situación de su personaje. “Llega con dos colegas de after, y cuando llegan todos se separan y cada uno se va por su lado…”.
“Para mí fue un reto verme en una habitación con tres chicos follando enfrente de mí y tener que entrar en la historia”
Por allí están también Daniel Muriel, Álex Villazán, Diego Martínez, Elisa Matilla, Sergio Torrico, Sara Sálamo, Javier Ballesteros, David Mora y un largo etcétera. El personaje de Carlo D’Ursi –también coproductor del film–, que ha vivido el cumpleaños más infeliz de su vida postrado en su silla de ruedas, se encuentra con que su gran mansión se convierte en un festivo paraíso sexual en el que más de uno, él incluido, buscará también cierta paz emocional. ¿Cómo es posible que en una película en la que el sexo es tan –lo más– relevante acabe predominando un espíritu romántico? Berami lo achaca a su director, con el que ya había trabajado en cortos como Rotos y Blanco escayola: “Roberto siempre es capaz de sacar el máximo partido al amor en cualquier situación”. También al morbo que despiertan sus intérpretes, y aquí cuenta con mucho material que utilizar para que suba la temperatura.
Jonás se encontró en una situación que nunca se hubiera imaginado vivir. Su personaje se siente atraído por el que interpreta Pepe Ocio, un hombre –supuestamente– heterosexual en crisis con su pareja, y los dos acaban metidos en una habitación donde tres tíos están follando a saco, lo que propicia su acercamiento. “El rodaje no fue fácil”, confiesa Jonás, “aunque todos los compañeros se portaron de maravilla, sobre todo Pepe. Para mí fue un reto verme en una habitación con tres chicos follando enfrente de mí y tener que entrar en la historia”. Visto el resultado, no se nota que le costara. “Fue un gran ejercicio como actor, y tuve la suerte de tener a Pepe al lado, una persona con una sensibilidad total”.
¿Cómo lleva gustar tanto a los hombres? ¿Por qué está tan comprometido con la defensa de la diversidad sexual? ¿Y por qué huye del fenómeno fan? Sigue leyendo
Entre todas las historias que se entrecruzan en Como la espuma se crea un mosaico en el que se celebra la diversidad sexual. “Está muy bien que se muestren con esa naturalidad, porque existe, aunque aún haya quien no quiera verla. Que amigos míos hayan tenido problemas por sus preferencias sexuales me parece lo más absurdo del mundo”, afirma Jonás. “Y que a estas alturas estos temas sigan siendo motivo de debate resulta increíble, no puede ser que vayamos para atrás”.
Berami, malagueño de 34 años, es uno de esos espíritus libres que se resisten a las etiquetas fáciles; ni para él ni para los demás. De ahí que nunca haya visto la necesidad de etiquetar a sus amigos en función de sus preferencias sexuales. “Mi madre era bailaora de flamenco, y desde muy chico estuve rodeado de gays. Nunca entendí por qué había que diferenciar a las personas en función de su sexualidad. Está claro que la educación es fundamental en ese sentido”.
“Con el éxito que he tenido siempre con los chicos, si fuese homosexual habría triunfado como Los Chichos”
Saboreó la popularidad con series como El internado y El secreto de Puente Viejo. Esta última le convirtió en una estrella en Italia, lo que propició que participase allí en realities como Mujeres y hombres y viceversa –vivencia sobre la que prefiere no hacer comentarios– y Supervivientes –“una gran experiencia que me cambió la vida”–. Aprovechó para perfeccionar su italiano y, cuando regresó a España, decidió que como echaba de menos la playa, lo suyo era establecerse en Ibiza, uno de sus sitios preferidos en el mundo, dejar un poco de lado la interpretación y centrarse en pinchar y producir. Podría haber seguido cultivando su evidente sex appeal y dejándose adular por sus fans, pero no le nacía. “Ya había vivido lo que era que me persiguieran, que la policía me tuviera que escoltar a sitios y cosas así, pero eso no suponía nada para mí. Necesitaba encontrarme, quería hacer música y pinchar, algo que estuvo en mi vida desde antes de la interpretación. Cuando algo me apetece, me lanzo, sin pensarlo, nunca he sido de quedarme en mi zona de confort”.
Le dices que es un sex symbol para much@s y se echa a reír. “¡Si no me peino desde el 97!”, bromea. “A ese tipo de cosas nunca les he echado cuentas. Y por eso he dejado las redes sociales, porque lo que proyectan no es real”. Es una realidad que siempre ha gustado por igual a mujeres y a hombres, y lo sabe. “Con el éxito que he tenido siempre con los chicos, si fuese homosexual habría triunfado como Los Chichos”, y, una vez más, se echa a reír. ¡Porque hay que ver lo que ríe!
LA PELÍCULA COMO LA ESPUMA SE ESTRENA EL 2 DE JUNIO EN CINES.