Tailandia, un destino LGTB con una gastronomía a descubrir (desde Chueca)

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Tailandia está de moda. El país asiático desprende un encanto inigualable, mezclando lo clásico representado a través de su arraigada cultura budista y un aire de modernidad que cada año atrae a más visitantes de todas las partes del mundo. Un lugar de contrastes, al cual las zonas urbanizadas y las playas paradisiacas convierten en el destino de moda en el sudeste asiático, lleno de belleza y diversidad –Tailandia es el primer país de la zona en haber dado luz verde al matrimonio homosexual–. Pese a poder parecer caótico a kilómetros de distancia, cuenta con todas las comodidades y gran variedad de atracciones con una característica en común: la hospitalaria sonrisa de su gente.

Una joya capaz de enamorar al viajero, que encuentra en sus rincones tan dispares el lugar ideal para sus vacaciones. No obstante, como conviene renovarse y no morir de éxito, Tailandia lleva unos meses apostando por la campaña Open to the new shades, una apertura que busca explotar al máximo su gran riqueza gastronómica y convertirse en un país líder en este sector. Y es que Tailandia acaba de lanzar la Guía Michelin Bangkok, en la que se recogen alrededor de un centenar restaurantes que cuentan con la prestigiosa distinción, con mucho que ofrecer en cada plato ya sea a pie de calle con su típico street food, sus mercados flotantes o restaurantes para todo tipo de público.

Y para comprobarlo, Turismo de Tailandia nos propuso una experiencia gastronómica en el restaurante Som Thai (C/ San Marcos, 26), en pleno barrio de Chueca, donde varios de nuestros lectorxs y amigxs descubrieron de primera mano sus sabores más característicos. Desde sus tradicionales rollitos de primavera, pequeñas crepes de pasta de arroz con mezcla de cerdo picado y trufa china o finas brochetas de pollo marinado en leche de coco y hierbas a la parrilla hasta unas tiras de pechuga de pollo al curry verde y el exquisito Pad Thai, la tradicional preparación de tallarines salteados con langostinos, cebollas, soja, verduras y cacahuetes. Una mágica tarde-noche que dejó a los asistentes con ganas de coger un avión hasta allí y no volver…