Esta pareja de jóvenes pintores conocidos como Los Bravú es al mundo del arte nacional lo que Rosalía al de la música: el reflejo de las ideas, costumbres y estéticas de la generación millennial. Ellos apelan a otros flamencos: los pintores primitivos de Flandes y el primer Renacimiento italiano, a través de un juego historicista lleno de belleza e ironía.
Andrea ‘Dea’ Gómez (Salamanca, 1989) y Diego Omil (Pontevedra, 1988) se dieron a conocer primero en el mundo del cómic, donde ya hablaban de la cultura choni suburbana y extrarradial y de otras singularidades de la nueva generación de españoles. Pero no fue hasta que obtuvieron en 2016 la prestigiosa beca de la Real Academia de España en Roma cuando el mundo del arte se rindió a su talento: allí estudiaron a los pintores del primer Renacimiento y trasladaron la opulencia y suntuosidad de aquellos cuadros –también su languidez melancólica, casi espiritual– a la representación de la gente de su entorno.
El resultado es una visión del hoy muy vinculada a esa angustia vital siempre manifestada por el arte en los cambios de siglo: que aquí se torna en contraste entre la uberconectividad actual y la necesidad de un espacio de quietud y concentración para poder sobrellevarla. Su última exposición en el DA2 de Salamanca se titula Brillas muchísimo. Lo que parece un simple piropo, se transforma en todo un homenaje a la periferia.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué un título como Brillas muchísimo?
DEA ⇒ La idea era dignificar la periferia: el sentido de la provincia y de lo provinciano.
DIEGO ⇒ Esta expo surgió de una beca de la Junta de Castilla y León que creo que está pensada para tratar que los artistas no se muden a las capitales, que continúen trabajando en la región. El título podíamos haberlo utilizado en cualquier otra: llevaba un tiempo en nuestra lista de posibles títulos para una exposición [risas].
Queríamos retratar esa España vaciada, de la que tanto se habla ahora. Incluyendo, de paso, todo tipo de periferias, culturales y físicas, que es algo que hemos tratado con anterioridad, pero aquí está llevado al contexto concreto de Salamanca: juntar a los chavales poligoneros con los del mundo rural. Por eso creamos varias instalaciones que acompañan a las pinturas: motos y neumáticos, alusiones físicas a las tabernas de pueblo…
SHANGAY ⇒ El poso generacional de vuestra pintura es enorme. Da la impresión de que retratáis a vuestros colegas, incluso a vosotros mismos…
DEA ⇒ Tiramos mucho de nuestro entorno. Es gente que conocemos, aunque no digamos nunca exactamente quiénes son. Y también hay mucho autorretrato: nuestra pintura es cada vez más autorreferencial.
DIEGO ⇒ También jugamos con elementos comunes a nuestra generación, como la autoficción. No pretendemos hacer un retrato fiel de una persona, sino coger su ‘rollito’.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo evaluáis esa aura de melancolía serena de todos vuestros retratos?
DIEGO ⇒ Nos interesa ese sentimiento, las miradas perdidas… Realmente hay una cierta angustia hoy porque tenemos demasiados inputs. Estamos sobresaturados, voluntariamente incluso, porque somos nosotros los que entramos a las redes para estar enganchados a una información constante. Hay mucha información y, sin embargo, poca concentración. Y nos perdemos. Este tipo de estilo produce una sensación de calma tensa. Esa que precede a la tormenta.
SHANGAY ⇒ ¿Vuestros cuadros se pueden leer como una narración?
DEA ⇒ Sí, esa es nuestra intención. Tratamos de dejar muchas puertas abiertas y escondemos siempre sentidos, objetos con lectura simbólica…
DIEGO ⇒ Hay referencias vulgares y otras más sofisticadas: mitología, religión… Con esto añadimos a la imagen diferentes planos de lectura. Según el espectador y sus conocimientos, el cuadro dice una cosa o otra. A veces hasta cosas que ni a nosotros se nos habían pasado por la cabeza. Y eso es muy bonito.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo se aborda con clasicismo la representación de un móvil, unas zapatillas deportivas o un palo selfi?
DEA ⇒ Es que no solo nos mueve el amor por lo clásico; nuestro vínculo también está con el mundo de hoy, con la moda, el diseño contemporáneo, el cine… A la hora de lo formal, de lo plástico, es un juego. Se trata de unirlo.
DIEGO ⇒ Somos nativos digitales, tenemos redes. Y todo lo que vamos viendo a modo que nos interesa lo vamos guardando. Usamos la risa y la ironía, como a la hora de reflejar la obsesión por el selfi, que es una cosa muy chabacana, y nosotros la pintamos dentro de un palacio clásico italiano. Esa dicotomía entre lo antiguo y lo actual, o la alta y la baja cultura, nos gusta mucho.
SHANGAY ⇒ Hay algo que parece místico en la representación de los jóvenes. ¿Abordáis a vuestros personajes como ángeles, aunque acaben de salir de un after?
DIEGO ⇒ Es una forma de elevar lo que representamos.
DEA ⇒ Tratamos las cuestiones marginales con delicadeza. Estoy recordando un cuadro en la expo, Borrachos castellanos. Aparecen dos tipos retratados en el último momento de la borrachera. Están fatal. Uno medio llorando. Pero los dos tienen peso, un aura de dignificación.
SHANGAY ⇒ Ese elemento místico suaviza las posibilidades del erotismo. Vuestros desnudos son inocentes, cargados de una pureza virginal. ¿Os interesa poco la representación del sexo, otra de las obsesiones contemporáneas?
DEA ⇒ Yo los encuentro muy carnales. Están sexualizados, y resultan atractivos al modo de las viejas representaciones de Adán y Eva.
DIEGO ⇒ Es verdad que no son escenas de voyeur. No hay posturas explícitas. Nuestra aproximación al desnudo y a las identidades sexuales es siempre a través de la academia, no tiramos de pornografía o de ese erotismo actual. No hay perreo con el culo en pompa, aunque nos guste… Tenemos un par de desnudos nuestros en la galería y no se venden. La gente los percibe como demasiado directos para exhibirlos en el salón de casa. Digamos que son como si te pusiera la polla en la cara…
DEA ⇒ Hablando de relaciones con implicaciones sexuales, sí que tenemos cuadros, como uno de dos chicas cogidas de la mano, que no sabes hasta qué punto están enrolladas o no… Lo dejamos algo difuso.
DIEGO ⇒ Como pulsión, el sexo no está presente. El momento de follar no lo hemos trabajado. Es más la normalización del cuerpo. Nos quedamos en un momento anterior a follar.
DEA ⇒ O posterior.
SHANGAY ⇒ En vuestros cuadros aparecen muchos animales… ¿Tenéis conciencia animalista y ecológica?
DEA ⇒ La naturaleza para nosotros es fundamental. Vivimos en Galicia, y tenemos muchísimo contacto con ella. Como amantes de los animales, y obsesos de la ornitología, flora y fauna son muy importantes en nuestro día a día, por eso las representamos. Sí que hay una conciencia de algún modo: señalar que hay que hacer las cosas bien, para que todo siga bien.
DIEGO ⇒ Denunciar los problemas ecológicos es necesario, pero no es exactamente nuestro camino. Nuestra manera de ponerlo en valor es otra: recordar sutilmente que están ahí, que con solo fijarte verás naturaleza más cerca de lo que piensas.
DEA ⇒ En nuestro trabajo, sutilmente, siempre dejamos clara una máxima: la naturaleza va a triunfar sobre todo lo demás. Siempre vence.
Brillas muchísimo PUEDE VERSE hasta el 6 de octubre en el DA2 de Salamanca (Avda. de la Aldehuela, s/n). Más información en www.domusartium2002.com