Las aventuras de un joven gay en Berlín

Como buen berlinés de adopción, Claudio Alvargonzález se mueve en bicicleta a todas partes. Llegó hace un año a la capital alemana, aunque llevaba tanto tiempo yendo y viniendo que la sensación es mayor. “Venía todos los años desde 2003, tengo amigos y he pasado largas temporadas aquí estudiando alemán. Después de Madrid, siempre he […]

7 diciembre, 2014
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Las aventuras de un joven gay en Berlín

Como buen berlinés de adopción, Claudio Alvargonzález se mueve en bicicleta a todas partes. Llegó hace un año a la capital alemana, aunque llevaba tanto tiempo yendo y viniendo que la sensación es mayor. “Venía todos los años desde 2003, tengo amigos y he pasado largas temporadas aquí estudiando alemán. Después de Madrid, siempre he considerado Berlín mi segunda casa. Al final llegó un momento en el que me sentía tan aburrido en España que necesitaba un cambio”, nos cuenta vía Skype.

Las aventuras de un joven gay en Berlín

Claudio no se fue a Alemania, como otra mucha gente, por falta de oportunidades o trabajo. Estudió Ciencias Políticas, pero en Berlín trabaja como periodista para la revista de tendencias Kaltblut Magazine junto a su ex novio, Marcel Schlutt, antiguo icono del porno gay, hoy reconvertido en modelo, actor y editor. “Yo intento darle un enfoque más social a la revista, pero el tema editorial es muy complicado y el mercado de aquí lo que más te pide es moda y música”, explica.

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Mientras se plantea volver a la universidad (“hacer un máster en alemán es duro, y el acento de Berlín no es el más fácil del país”), Claudio pasa la mayor parte del tiempo en el céntrico barrio de Kreuzberg, muy cerca de Neukölln, donde reside. “Vendría a ser la Malasaña de Berlín. En el pasado era el barrio turco, pero ahora ha cambiado mucho. Es la zona que más frecuento por sus bares, es muy multicultural, hay mucho extranjero, la media de edad son 30 años y hay varios cines en versión original, algo que aquí no es tan habitual como la gente se cree”.

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«El cielo de Berlín se parece mucho al de Madrid», cuenta Claudio. «Paso a diario por Alexanderplatz y casi todos los días acabo haciéndome fotos».

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La ruta de barrios recomendados continuaría por el oeste hacia las zonas de ambiente gay de Berlín. “Esto no es como Madrid, donde la oferta gay está más o menos concentrada. La zona más clásica y antigua es Shöneberg, pero se ha quedado casi como algo testimonial. Es muy tranquila y con muchos restaurantes, pero la población gay que queda ahí es la que preserva la cultura leather y la media de edad a lo mejor es de 50 años”. Este es, de hecho, uno de los enclaves que han convertido a Berlín en la capital fetish del circuito gay. “Hay gente que lo lleva hasta la máxima expresión y se viste de cuero 24 horas, un poco a imagen y semejanza del barrio de Castro en San Francisco”.

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«Aquí hay mucha cultura de rastro y mercadillo que ya se ha perdido en España. En cada barrio te encuentras alguno y suelen ser potentes», cuenta Claudio. Su favorito es el de Boxhagener Platz, que tiene lugar los domingos. «La zona está llena de restaurantes, siempre hay gente tocando música y pasas un buen rato».

 

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Pero hay otras opciones. Para quien quiera conocer la escena gay más joven y alternativa, lo mejor es volver a Kreuzberg. “Aquí te encontrarás todo lo hipster y trash, gente que pasa de todo y viste con ropa de segunda mano”. Para quien busque emociones más fuertes, la discoteca Berghain, consagrada al techno, es toda una institución. “Dicen que es la más grande de Europa. Es una antigua subestación eléctrica gigante y vienen DJs de todo el mundo. Aquí todo vale, lo que hagas dentro se queda dentro… Te puedes encontrar con gente que va empastillada bailando a su bola y al lado con un trenecito de tíos follándose unos a otros o con alguien de rodillas lamiendo las botas al personal. Puedes venir a pasártelo bien, a follar o a mil cosas”.

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«Últimamente le estoy pillando cariño a Wittemberplatz, una zona del oeste por el que no solía transitar y que es especialmente turística».

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Lo mejor, según Claudio, es el respeto absoluto que se respira. “Al principio, lo que más me llamaba la atención no es que la gente pudiera follar en la pista, sino que al de al lado, que a lo mejor es heterosexual, le daba exactamente igual, cosa que celebro. La naturalidad con la que los berlineses llevan ciertas cosas es pasmosa”. Hay otros enclaves gays que merece la pena conocer. “Roses, en Oranienstrasse, es un local mítico. Lo regenta una señora lesbiana muy mayor, y para la primera copa de la noche es muy divertido y hay muy buen rollo. Otros como el Möbel Olfe son un referente hipster gay, y la sesión house GMF de los domingos está muy de moda”.

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Si quieres conocer los rincones preferidos de Claudio en Berlín, pasa página

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LOS ‘MUST’ BERLINESES SEGÚN CLAUDIO

5 puntos clave que no deben faltar en una visita más o menos alternativa por la capital alemana:

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 · Puerta de Brandenburgo

“Dividía el este del oeste y en el suelo queda la línea por donde pasaba el Muro de Berlín. Para los alemanes este símbolo es vital, no conciben su historia moderna sin ella. Hay que verla”.


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 · Alexander Platz

“La Torre de la Televisión es impresionante, aunque no recomiendo subir. Es caro y no te ofrece una panorámica como la que te puede ofrecer Nueva York. Aun así, desde arriba destacan todos los parques y lagos de Berlín”.


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· Treptower Park

“Casi nadie lo visita, pero a mí me flipa. Está entre Kreuzberg y el río, y es el único parque de diseño soviético que queda en la ciudad, adornado con mausoleos, ideario comunista y esculturas de la época. Aquí sí que te da la sensación de que estás en otro país”.


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 · Tempelhof

“El antiguo aeropuerto de Tempelhof lo utilizaban los estadounidenses durante la época del bloqueo y es brutal. Ahora no saben qué hacer con él y puedes literalmente pasear por sus pistas. Los domingos viene la gente con las cometas y las bicicletas y es una pasada”.


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·  Río Spree

“Merece la pena contemplar el río Spree desde cualquier punto, pero especialmente desde el antiguo puente de ladrillo rojo Oberbaum. Es muy turístico, pero está al lado del único trozo de Muro que queda en pie”.


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