De la noche a la mañana, Mae Martin, creadora y protagonista de la serie Feel Good, que emite en el Reino Unido Channel 4 y en el resto del mundo Netflix, se ha convertido en un nuevo, y potente, referente lésbico televisivo.
¿Qué tiene Feel Good que enamora? Son varios los factores básicos que hacen de ella una comedia romántica que engancha a la primera. Y dado que su primera temporada es breve, se hace muy fácil de ver. La cómica canadiense Mae Martin se ha creado un artefacto televisivo a su medida, basado además en sus propias experiencias, y no es de extrañar que el boca a boca esté funcionando tanto a su favor. ¿Qué ingredientes básicos hacen de Feel Good una serie –valga la redundancia– ‘feel good’ tan recomendable? Los repasamos.
EL CARISMA DE MAE MARTIN
Se notan enseguida las tablas cómicas de Mae Martin, que con apenas dos chistes ya te tiene ganade. Y como la sinceridad y la espontaneidad –real o interpretada– facilitan la comunicación directa con el espectador en una serie como esta, esta protagonista resulta irresistible. Mae –que así se llama también su personaje– conoce en el arranque de la serie a George (Charlotte Ritchie), una mujer –hasta ese momento– heterosexual que se deja llevar por la atracción que siente por ella, y comienzan una relación. Durante los seis capítulos de la primera temporada viviremos sus altibajos, propios de cualquier pareja.
EL ALMÍBAR BRILLA POR SU AUSENCIA
Siendo principalmente una comedia, Mae Martin no ha escatimado en acidez y momentos de drama en Feel Good. Los personajes de la serie son todos tan complejos como auténticos, y en ningún caso siente la necesidad de dulcificarlos para que así caigan mejor. Mae arrastra un pasado de adicciones –tuvo problemas con las drogas en la vida real, como ha confesado– que le sigue pasando factura, y por ello no le resulta fácil ajustarse a los convencionalismos de la vida diaria. Lo cual da pie a situaciones hilarantes, y a otras realmente dramáticas.
LA APUESTA POR UNA VISIBILIDAD LGTBI NATURALISTA
Habrá a quien Feel Good le recuerde, por la manera de mostrar problemas y realidades propias de la comunidad LGTBI, a otra serie muy recomendable, la australiana Please Like Me. Como en aquella, el –en este caso, la– protagonista vive, y muestra, las contradicciones, los desafíos y también las alegrías de vivir como una persona abiertamente LGTBI. Mae demuestra que lo que más desea es ser querida, a pesar de no ponérselo siempre fácil a su novia –que también tiene lo suyo–. De ese tira y afloja nace una relación en la que surgen situaciones con las que resulta imposible no identificarse o, al menos, empatizar.
LA AUSENCIA DE PATERNALISMOS A LA HORA DE PLANTEAR RELACIONES FAMILIARES Y DE PAREJA
Mae Martin no plantea en Feel Good verdades absolutas ni personajes unidimensionales. Y por eso resulta tan rica la visión de la serie. No hay buenos ni malos, y todos los involucrados en esta serie meten la pata continuamente. Por eso resulta tan atractiva y dinámica para el espectador. Ojo, por ejemplo, a Lisa Kudrow como madre de Mae. Aquí su vis cómica se vuelve envenenada, y cada aparición suya, precisamente por eso, resulta hilarante, a la vez que te da rabia empatizar con una señora tan recta y fría. ¿O quizá no lo es? Esa pregunta te obliga a planteártela continuamente con cada personaje, empezando por el suyo. Y mola.
LAS MUJERES NO SON OBJETIVIZADAS, NI EL SEXO LÉSBICO ESTEREOTIPADO
Feel Good muestra la relación de dos mujeres que abrazan la atracción que sienten la una por la otra con total naturalidad. Y las secuencias de sexo brillan por estar tratadas con absoluta ausencia de clichés, y por no romantizar el cuerpo femenino como, desgraciadamente, sigue siendo habitual. Otro punto a favor de una serie que, como su título indica, te hace sentir bien. Y te invita a no juzgar a sus protagonistas, que bastante tienen con vivir el amor en tiempos de coronavirus lo mejor que pueden.