A los 54 años ha decidido ponerse el mundo por montera y regresar a la música, autoproduciéndose nuevo álbum y con gira para presentarlo. Y de paso, celebrar el legado del proyecto que le hizo famoso, Frankie Goes To Hollywood, una pionera banda gay que hizo historia en 1984 y que apenas año y medio después se disolvió. “No he vuelto por nostalgia”, cuenta un simpatiquísimo Holly desde su casa en Londres vía telefónica. “Lógicamente, en mis conciertos recupero los éxitos de Frankie, si no lo hiciera defraudaría al público, pero me interesa sobre todo repasar mi trayectoria en solitario y presentar el nuevo álbum”. Ha decidido volver de manera absolutamente independiente, controlándolo él todo. “Es obvio que no vuelvo con la intención de hacer dinero, sino porque amo lo que hago”, explica. “Aunque es muchísimo trabajo, porque me ocupo hasta de mis redes sociales, es agotador”.
Su quinto álbum en solitario, Europa, ve la luz justo cuando se cumplen 30 años del sonado debut de Frankie Goes to Hollywood, pero cuenta que ha sido casual. “No es algo que me afecte a nivel personal, la verdad. ¿Que han pasado 30 años? ¡Guau! Lógicamente me alegro de que las canciones de aquella época se recuerden y sigan sonando, claro. Y me enorgullece formar parte de la última gran generación pop, la de los 80. De lo que nadie se acuerda es de que mi primer disco en solitario, Blast!, cumple 25 años… En cualquier caso, de lo que me alegro es de seguir vivo, eso es lo que celebro”. Lo dice porque recuerda de un modo muy vivo cuando en 1991 le comunicaron que era VIH positivo. “Fue un mazazo”, recuerda. “En aquel momento los enfermos de VIH estaban muy estigmatizados. Te sentías como un leproso caminando por las calles de Londres. Y mucha gente se fue distanciando, no querían tener nada que ver con un enfermo de sida”.
Lo haría público en 1993, en un momento complicado también a nivel artístico, pues su tercer álbum en solitario, Dreams That Money Can’t Buy, fue un fracaso. “Tuve que retirarme temporalmente, estuve muy enfermo”, confiesa. “Me deprimió mucho más la enfermedad que la falta de interés por mi música. Lo importante para mí era seguir viviendo, no mi carrera. Había perdido ya a muchos amigos por el VIH…”. Considera que ese estigma sigue estando muy presente en la comunidad gay (“más que en la heterosexual”) y lanza un mensaje de aliento: “Todos debemos sentirnos orgullosos de quienes somos. Y quienes tenemos el VIH no debemos avergonzarnos de hablar abiertamente de ello”.
¿Fueron los 80 años de sexo, drogas y rock’n’roll para él? Pasa página
A raíz del éxito de los provocativos Frankie Goes to Hollywood, se dio por hecho que todos sus miembros vivían en una especie de orgía constante, practicando sexo y consumiendo drogas sin parar. Johnson quiere romper con ese mito. “Yo lo único que hacía era crearme sin parar looks que pudieran escandalizar a la gente, eso me bastaba para volverme loco. Era un momento muy importante, y de hecho, cuando empezó el éxito de Frankie dejé de beber y de consumir drogas recreacionales para estar muy centrado”.
Todo lo contrario hicieron varios compañeros de grupo, por lo que comenta. “Para ellos esa fue una época de hedonismo total; para mí lo importante era el trabajo, no podía permitirme estar todo el día borracho o colocado y no dormir por las noches”. Podría haber sido una etapa de enorme promiscuidad con groupies y demás para Holly, pero también desmiente la leyenda urbana. “Conocí a mi actual pareja en abril de 1984, y siempre hemos sido monógamos, así que, de nuevo, fueron los otros miembros del grupo los que le sacaron partido a todas las ofertas sexuales que surgían”.
Presentó su nuevo álbum recientemente en directo en Londres, y tiene previstos varios conciertos en Alemania, donde asegura que el culto por Frankie permanece intacto. De paso, Johnson confiesa que le haría muchísima ilusión actuar el verano próximo en España. “Ojalá pudiera estar en el Orgullo de Madrid, por ejemplo. Es increíble que nunca haya actuado en España, Frankie tampoco lo hicimos, solo grabamos algunos programas de televisión”.
Atrás quedó la complicada etapa de los 90, y ahora mira hacia adelante. “Sigo aquí, publicando mis discos y disfrutando de este momento de mi vida. Eso es lo que importa”. Y avisa a los curiosos sobre lo que van a encontrar en Europa: “Es un disco recomendado a quienes solían ir a clubs pero ya no lo hacen. No he querido que sonase trendy, aunque algunas canciones funcionen en las pistas de baile”. Sobre todo remixes como el de Follow Your Heart que hizo el desaparecido Frankie Knuckles, el último que firmó en vida junto a Eric Kupper. “Yo donde lo escucho todo el rato es en el coche o en casa, ahí funciona de maravilla, doy fe”. Puestos a recomendar música de otro artista abiertamente gay actual que admire, se decanta sin dudar por uno que asegura es buen amigo suyo: “John Grant”. ¿Y qué opina de Sam Smith? “Me recuerda a Boy George, pero sin maquillaje”.
¿Por qué fueron Frankie pioneros gay del pop? Pasa página
Frankie Goes to Hollywood, proyecto concebido y liderado por Holly Johnson, hizo historia en el mundo pop. Su descaro sexual y su estética gay rompieron moldes. “Que un hombre gay cantase esas canciones resultó revolucionario, y que nos mostrásemos tan orgullosos de ser así, también. Por eso entramos a formar parte de la historia de la cultura gay”.
El grupo nació a partir de su visión, según cuenta. Desde el principio tuvo claro qué quería lograr. “Estéticamente, quería que representáramos los looks fetichistas propios de la subcultura gay”. Dieron en el clavo. Como con su primer single, el legendario Relax. “Me propuse crear una canción en que el orgasmo masculino fuese el protagonista. El femenino ya había sido inmortalizado en temas como Je t’aime… moi non plus y Love to Love You Baby, pero nunca habíamos escuchado a un hombre tener un orgasmo en una canción, y menos a uno gay”. Desde hace 30 años, sí.
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