¿Laboratorio de creatividad o símbolo de un tiempo de crisis? A la escena alternativa del teatro que se factura en Madrid –que no hace mucho que tomó prestado el anglicismo ‘off’– siempre le ha envuelto una épica engañosa a ojos del espectador. Sí, los montajes que aquí figuran son fruto de una renovada explosión creativa y se han gestado más al abrigo del empeño personal y la motivación artística que por perspectivas comerciales, pero ya se sabe que del amor al arte no se vive. Con la sangrante cuestión del IVA aún coleando, sus promotores hacen malabarismos para conseguir un espacio, por pequeño que sea, en el que poder enseñar sus creaciones a un público cada vez más entregado. Lo de hacer taquilla suficiente con la que cubrir gastos y soñar con beneficios ya es otro cantar…
Desnudo, sin apenas protección de las instituciones, el Off Madrid se las apaña como puede para sobrevivir en el circuito teatral más comercial como lo hacen estos seis actores que protagonizan algunos de sus éxitos más recientes. Ángel de Miguel, Jon Rod, Pelayo Rocal, Ventura Rodríguez, José Sospedra y Gorka de la Nuez hablan a pecho descubierto sobre unos proyectos que apenas llegan para pagar las facturas a final de mes, pero a los que se entregan en cuerpo y alma.
Ángel de Miguel
Tras su estreno en Nave 73 y su salto al off del Teatro Lara, la de Amores minúsculos va camino de convertirse en una historia de largo recorrido, además de en una excelente plataforma de actores. El último en incorporarse al elenco de la adaptación teatral del cómic homónimo de Alfonso Casas es Ángel de Miguel, que se estrena en la obra intepretando a Nacho, uno de los personajes gays protagonistas de esta obra que plantea un cruce urbano de tres historias de pareja. «Cuando vi la obra supe que quería estar ahí. Le eché morro, me presenté al casting y al final me cogieron un poco de improviso», cuenta. «El de Nacho es un personaje gay sin estereotipos, muy entrañable, avispado y con una personalidad muy sensible, así que no me va a costar adaptarme. Culebrea mucho con otros tíos, pero todo en él tiene un motivo».
Pero el de Nacho, un joven ilustrador sin mucho éxito en el terreno personal ni profesional, no es el único papel que interpreta. Ángel ha entrado en Amores minúsculos a tiempo completo, porque está nada más y nada menos que para turnarse en cuatro personajes dependiendo de la función. Porque lo mejor de Amores minúsculos es que, en total, participan doce actores repartidos en dos elencos diferentes, por lo que pide a gritos vivir la historia dos veces en distintas funciones. «Es un reto, mucho curro, ¿pero a quién no le encantan estas cosas? Además, todo está saliendo muy bien, es una obra llena de colores y matices para disfrutar todos y cada uno de sus personajes».
Jon Rod
Hiperactivo donde los haya, en cuestión de un año Jon Rod ha vivido el anverso y reverso de la profesión. De enfrentarse a Christian Bale en una superproducción como Exodus a las órdenes de Ridley Scott ha pasado a la intimidad –y escasez– de una sala como la AZarte de Madrid con El hombre del cuarto oscuro, y al mundo del microteatro con Always On My Mind. «Imagínate un rodaje de esas características: grúas, helicópteros… Un disparate. Había veces que trataba con alguien de vestuario y no lo volvía a ver nunca más en los diez días que rodamos. Fue una experiencia maravillosa».
A El hombre del cuarto oscuro se unió cuando la obra ya venía más que rodada de sus previas temporadas, un éxito que rescata al Madrid de la movida para contarnos la historia de un ambicioso joven de moralidad y sexualidad dudosas. «Lo estoy disfrutanto un montón, especialmente porque con Yohanna Cobo y Paco Rodríguez y dirigidos por Isidro Romero es como estar entre amigos. Mi personaje es un portugués que llega a la ciudad con la intención de ser actor a toda costa. El sexo solo es para él una moneda de cambio y le da igual cómo y con quién. Y si tiene que pasar encima de quien sea, lo hará». Al principio su personaje se nos presenta como un conquistador nato, un personaje amable y sexy. «Pero luego le vamos a ver su lado más turbio y su pasado tormentoso».
Pelayo Rocal
Chotis, electrónica y cuplés. Quien no conozca Artes Verbénicas ha de saber que se está perdiendo a una de las compañías revelación del off madrileño. Como ganadores del Festival Talent Madrid 2014, ellos son la demostración de que el talento llama al éxito. Junto a Mario Marcol y Luis Tausía, el asturiano Pelayo Rocal es la tercera pata de este banco del que, por lo pronto, ya hemos conocido cuatro espectáculos: Las fiestas del pueblo, Madrid enverbenado, Deseada y el más reciente Señora, un particular homenaje a Rocío Jurado con buenas y calculadas dosis de folclore y transformismo. «Por esto es por lo que estoy aquí. Nos queda mucho por caminar, pero estoy muy orgulloso y satisfecho con la compañía. La primavera llega cargadísima de proyectos y no vamos a parar. Queremos hablar con el ayuntamiento para ver si podemos montar algo en San Isidro».
Más allá de los escenarios, un Pelayo Rocal con peluca rubia y alas de querubín se convirtió en fenómeno viral el pasado San Valentín gracias a su papel de cupido gay en el cortometraje Cupido in love, en el que Roberto Pérez Toledo lo plantaba, con unas pintas ridículas, en medio de El Corte Inglés para hacérselas pasar canutas ante el chico que le gusta. «Roberto confió en mí porque me vio en la obra Maracuyá en la sala AZarte, y yo fui con toda la ilusión a grabarlo. Cuando me dijo lo de San Valentín y gay lo primero que pensé es que en Shangay íbamos a salir fijo», bromea. «Él me decía: imagínate que a ti, que estás luchando por ser actor, te mandan al Corte Inglés vestido de cupido y aparece el chico de tus sueños. ¡Tierra trágame!». El éxito de esta fugaz historia de amor gay convirtió al corto en el más visto de la serie Pensando en San Valentín. «Nos ha dado un empujón a todos increíble. Yo tenía miedo porque, aunque la historia es muy naif, pensé que se podía liar parda por tratarse de dos chicos, y porque nunca sabes si a todos les va a gustar tu trabajo. Pero cuando vi el corto me quedé muy tranquilo y contento con el resultado. Y ha sido todo una locura, no para de escribirnos gente de todo el mundo».
Ventura Rodríguez
Otro de los chicos descubiertos por Roberto Pérez Toledo se enfrenta a su primer montaje escénico. Al joven Ventura Rodríguez lo hemos podido ver como el enamoradizo amante del protagonista de Los amigos raros, esa oda al homoerotismo que la semana pasada celebraba su millón de visionados en YouTube. La película, enmarcada dentro de los ‘Little Secret Films’ del canal Calle 13, nacía para un espectador muy concreto, pero ha terminado siendo un éxito masivo en Internet. «Estamos muy contentos con que el público y la crítica lo hayan recibido tan bien y está entre los más vistos de los Little Secret Films. Me escriben constantemente por Facebook preguntándome por ella».
Ventura estudió producción de espectáculos audiovisuales, pero cuando llegó a Madrid comenzó a formarse como actor y a buscarse sus primeros castings por la web de Solo Actores. Comenzó con la webserie El click, donde conoció a Pérez Toledo, más tarde protagonizó el corto No soy como tú y ahora se enfrenta a su primer montaje teatral con Selfie, una oportunidad que también llegó a través de Facebook. «Me escribió el director tras verme en Los amigos raros porque le daba el perfil para la obra, una historia sobre una pintora que se echa un novio mucho más joven que ella y que dice ser un artista del selfie». Pero por su condición de boy toy, esta relación sentimental no será vista con buenos ojos por los hijos de ella. «De lo que trata la obra es del egoísmo dentro del ambiente familiar». Y, tal y como le pasaba en Los amigos raros, en Selfie Ventura se pasa media función semidesnudo. «Tengo tres escenas y en dos de ellas me toca salir sin camiseta». Exigencias del guion, claro.
José Sospedra
Cuando el pasado mes de septiembre José Sospedra entró a formar parte de Clímax!, la obra ya llevaba mucho tiempo encumbrada como una de las comedias más disparatadas que pueden verse en Madrid. Sospedra, al que algunos recordarán como gay armarizado en el corto Mañana todo será mejor y como chico Ventura Pons en La vida abismal, interpreta a un sinfín de personajes en diferentes historias, entre ellos, a un homosexual que sufre por estar enamorado de su mejor amigo. «Cuando entré, la presión era mayor porque nunca sabes cómo va a reaccionar el público con tu incorporación», explica. La presión ha debido durar poco, pues Clímax! agota entradas prácticamente todos los fines de semana a pesar del tiempo que lleva en cartel. «Flipamos cada vez que vemos el teatro lleno y cómo la gente responde tan bien. Hay cosas que sobre el texto es imposible que funcionen y que parece que no tienen gracia, pero con la puesta en escena se llevan a otro nivel». Curiosamente, José no había visto la obra antes de formar parte del elenco. «Y casi que mejor, así evito la tentación de copiar gestos». En abril la función celebra sus dos años de vida… y los que le quedan, pues sigue prorrogando.
Además de en Clímax!, a Sospedra también lo podremos ver próximamente en Yernos que aman, texto de Abel Zamora que regresa a La Pensión de las Pulgas.
Gorka de la Nuez
Los egos de los actores llevados a escena. Tras el telón radiografía la situación de precariedad que atraviesa el gremio a golpe de musical a través de la historia de una compañía de teatro que, en la última representación de su más reciente espectáculo –un musical que ha resultado ser un fracaso de público y crítica– saca a relucir los problemas e inseguridades de sus componentes. «El IVA cultural, la manera de gestionar las salas, la crisis… El musical habla de cómo tratamos de sobrevivir a todo eso los actores, pero riéndonos de nosotros mismos», cuenta uno de sus protagonistas, Gorka de la Nuez, que ha saltado de musical a musical tras participar en Tarzán. «Me encantaría ser tan completo como Hugh Jackman y cantar, bailar y actuar, pero lo cierto es que he acabado en los musicales casi por casualidad», cuenta. «Mi personaje es muy tierno y cómico, el típico actor conocido gracias a una telenovela y que intenta como puede cumplir su sueño de ser un intérprete reconocido». Pero las rencillas y envidias no tardan en aflorar. «Como en la vida real, uno se pelea por el foco y por que su monólogo luzca más. Hay muchas cosas reconocibles en la función y que se ven todos los días en este mundillo, como el miedo a que venga alguien importante a verte o sentirte un fracasado porque solo hay cuatro gatos en el teatro».