Foto: Miguel Ángel Fernández
Por muy musa de la modernidad gay y transexual que sea, ella lo que quiere es ganar Eurovisión. Lo confesó sin pestañear la semana pasada en una visita relámpago a Madrid para pinchar en la sesión GLASSsound, que una vez al mes pone una nota extracool al GLASSbar del hotel Urban.
Tras marcarse un set de tres horas a base de house trotón –aderezado con intervenciones vocales–, Nomi confesaba su adoración por Conchita Wurst al verla en la portada de Shangay. “Esa barba pintada con sharpie, ¡bravo! Y su actitud ante la vida es admirable. Nos conocimos años atrás, y supe que llegaría lejos. Me alegré horrores de su triunfo en Eurovisión”. Y confiesa su adicción al festival. “Me obsesiona. En el fondo, creo que me vine a vivir a Europa en parte para poder optar a participar algún día…”.
Nomi Ruiz se dio a conocer como parte del colectivo polisexual Hercules and Love Affair, que lidera el productor gay Andy Butler –una colaboración que van a retomar en la nueva gira estadounidense del combo, a la que ha sido invitada, según confiesa–. Su cálida voz y su porte no pasaron desapercibidas, y pronto lanzó su propio proyecto Jessica 6, cuyo único álbum hasta la fecha publicó en 2011, See The Light. En uno de cuyos temas le acompaña su gran amig@ Antony, que dice de ella que es como su hija. Hace mucho que no se ven, cuenta Nomi; lógico, si tenemos en cuenta que se ha instalado en Tesalónica, en Grecia, un país en el que ha disfrutado de un éxito insospechado.
Todo surgió gracias a un escándalo televisivo. “Me invitaron a cantar a una gala en televisión de gran audiencia con Sakis Rouvas [superestrella pop y sex symbol griego]. Al día siguiente fuimos noticia en todos los periódicos y programas de cotilleo del país. ‘¡Escándalo! Sakis canta con una mujer transexual!’. De la noche a la mañana me hice muy popular”. Siempre había soñado con vivir en Europa (“me agota tanto asfalto en Nueva York”), y flipó cuando descubrió lo barata que podía ser una casa en Grecia con vistas al mar. No se lo pensó dos veces. “Hecho de menos a mi mami, pero no el ritmo de vida neoyorquino. La presión con que se vive es brutal: ‘¡Cúrratelo más!’, es lo que te dicen todo el rato. Ser artista allí es duro”.
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A Nomi le gusta ir a lo suyo. Tiene claro lo que quiere, a todos los niveles, y se siente orgullosa de haberse construido un proyecto, profesional y de vida, que le permite evolucionar y dejarse llevar por sus impulsos. Como el de editar el año pasado un álbum/mixtape, Borough Gypsy, que firmó como Nomi Ruiz –como en 2005 su debut Lost in Lust–, y que puso a disposición de sus fans de forma gratuita. «Me apetecía poderme permitir un capricho así; que todos quienes me sigan pudieran hacerse de inmediato con él y sentir que era algo especial, porque era un proyecto muy personal. No tenía ganas de esperar a ver si un sello se interesaba por lanzarlo y promocionarlo».
Quienes suspiran por un nuevo álbum de Jessica 6, su otro proyecto, pueden respirar: por fin lo ha terminado tras más de un año de grabación. De hecho, en su sesión en el Urban pinchó dos de los temas que incluirá: uno de ellos es una jugosa versión deep house de A Different Corner de George Michael. “Esta vez no me acompañan los músicos con los que grabé el primero. Tienen su propio proyecto, Midnight Magic, que abandonaron para trabajar conmigo en el primer álbum y en la gira, y entiendo que quisieran recuperarlo”. No se acobardó por ello, ni mucho menos. “Siempre he compuesto mis canciones; lo que comparto es mi voz y mi historia”. En esta ocasión la han ayudado un puñado de productores diferentes. “Los hay griegos, alemanes, suecos y estadounidenses”. Ahora sí busca un sello que lo lance, presumiblemente de cara al otoño. “Incluirá temas de r’n’b, otros más bailables y alguno con un toque hiphopero a lo Partition de Beyoncé. Siempre procuro que mis discos resulten variados y muestren todo lo que me gusta”.
Y lo que más le gusta a Nomi del momento actual que vivimos es comprobar que se respeta cada vez más a quienes son diferentes. “Ya era hora. Recuerdo cuando empecé con Hercules and Love Affair, tenía miedo a exponerme, por lo que pudieran decir y escribir de mí los periodistas. Solo quería que se hablara de cómo cantaba y bailaba, pero todo lo que se escribía de mí era relacionado con mi género, y me asustaba. No me sentía tan orgullosa de mí misma ni tan invencible como ahora”, y asegura que ya no tiene miedo a nada ni a nadie. “Hablar abiertamente de mi transexualidad me ha hecho más fuerte. Y comprobar que cada vez más gente me respeta por mi trabajo me ha dado mayor confianza en mí misma. Porque he ido comprobando que cada vez había fans que me respetaban, y chicas que se identificaban con mi experiencia. Cuanto más doy, más recibo”.
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Cuenta Nomi Ruiz que conoce a Laverne Cox desde hace muchos años, y que se siente feliz por su éxito y su repercusión mundial. “Siempre ha sido una estrella. Es de esas personas que cuando entran en una habitación lo paralizan todo, y lo único que quieres es escucharla hablar. Es maravilloso ver a una mujer trans tan elocuente, con esa capacidad para utilizar las palabras adecuadas para expresar todo lo que siente. Muchas chicas trans tienen el problema contrario: quieren compartir tanto que no saben cómo hacerlo, y en ocasiones eso impide que mucha gente se identifique con nosotras”.
Eso no pasa con Laverne Cox, y Nomi es la primera fascinada. De hecho, confiesa que “hay noches en que me hago maratones con escenas de la serie [Orange Is The New Black] protagonizadas por ella y con entrevistas suyas. Palomitas y Laverne, el mejor plan posible”. Orgullosa como está Nomi de ser como es, se muestra feliz de que la industria del entretenimiento masivo abra por fin las puertas a mujeres transexuales. “Ya no tiene sentido que intenten sacar provecho de nuestras historias personales, lo interesante es que valoran nuestro trabajo”. Como se sigue haciendo en la comunidad gay, Nomi lo pudo comprobar en el reciente World Pride de Toronto, al que fue invitada a actuar. “Pensaba que no había ciudad más orgullosa que Nueva York, pero lo de Toronto me dejó estupefacta. Nunca había sentido tanto orgullo gay por metro cuadrado”.
La fiesta del hotel Urban, en imágenes
Una (pen)última confesión antes de terminar nuestra relajada charla: “No puedo parar de escuchar a Lana del Rey. Y debería hacerlo, porque me van a acabar entrando instintos suicidas… Pero es que cuando la escucho es como si estuviese relatando mi vida. Todas esas desgracias provocadas por hombres retorcidos y tenebrosos…”, se echa a reír según se escucha a sí misma. Y al ver la copia de su primer álbum que le he traído para que firme, revela una nueva exclusiva. “Nunca lo había contado antes, pero todos los dibujos que aparecen los hizo un ex novio que tenía entonces, que estaba en la cárcel. Hasta el matasellos que aparece es de una de las cartas que me mandó por aquel entonces. Nunca le dije que los había utilizado para mi disco y, la verdad, no creo que se entere a estas alturas. Siempre he pensado que cuanto más personales sean los elementos que manejas para crear, mejor”. Aunque se permitiría una concesión: “Me encantaría tener la vida de Lana del Rey por un día”.
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