El tamaño no importa. Ellos las prefieren ‘micro’

Los guapísimos actores Eloy Azorín y Hugo Silva tienen algo en común además de coleccionar una legión de admiradores entre el público gay: los dos han aprendido a disfrutar de lo diminuto a lo grande y se han atrevido a la pequeña gran aventura del microteatro. El término no engaña, se refiere a representaciones teatrales en […]

Pablo Carrasco de Juanas

Pablo Carrasco de Juanas

Mariquita inquieta. Siempre llevo la cámara cargada por si aparece la reina Letizia (…o Leticia Sabater). ¡Ah!, también escribo.

7 noviembre, 2014
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El tamaño no importa. Ellos las prefieren ‘micro’

Los guapísimos actores Eloy Azorín y Hugo Silva tienen algo en común además de coleccionar una legión de admiradores entre el público gay: los dos han aprendido a disfrutar de lo diminuto a lo grande y se han atrevido a la pequeña gran aventura del microteatro. El término no engaña, se refiere a representaciones teatrales en formato reducido. Así de simple. En el microteatro todo es micro: microespacio, microrrecursos, micropúblico, microprecio… Un espectáculo minúsculo que supone un choque brutal tanto para los ejecutantes como para los receptores.

Contar una historia atractiva, que enganche, que entretenga y que incluso llegue a emocionar, es complicado; hacerlo en menos de 15 minutos es un reto gigante. Si a esto se le añade que los espectadores de microteatro se encuentran a escasos centímetros de los actores –casi pueden llegar a acariciarlos–, la experiencia se vuelve más intensa y especial.

El tamaño no importa. Ellos las prefieren ‘micro’

El microteatro no es una iniciativa pensada para lucrarse –cada entrada cuesta un máximo de 5 euros– sino más bien un trampolín para darse a conocer, para dar el salto a proyectos macros o, simplemente, para que profesionales con una carrera asentada sigan activos en esos ingratos momentos en los que no llegan trabajos más grandes. Sin embargo, la notoriedad que ha alcanzado el microteatro en estos últimos tiempos lo ha hecho subir categoría; no son pocos los nombres de peso que han querido probarlo, casi a modo de catarsis, para alternar con otros proyectos.

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¿Qué directores y actores consolidados han coqueteado con el microteatro? Pasa página

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Daniel Sánchez Arévalo, Nancho Novo y Jesús Sanz-Sebastián.

 

Algo deben de tener este tipo de representaciones minúsculas cuando directores consolidados se están empezando a dejar seducir por ellas. Es el caso de Daniel Sánchez Arévalo (Primos, La gran familia española), que estrenará el 21 de noviembre en Madrid la obra de microteatro Hanky Panky con los actores Inma Cuesta, Melania Deocal y Hugo Silva. El propio director explicó en rueda de prensa por qué quiso embarcarse en este proyecto: «Creo en los pequeños pasos, los primeros pequeños pasos, y este formato me pareció perfecto para dar ese primer paso en la dirección (teatral): con una obra pequeña, breve, con tres actores, en un entorno reducido y controlado».

Además, Hanky Panky es un doble salto mortal porque no es microteatro convencional, sino que forma parte de un nuevo concepto que consiste en acercarlo a la calle o a lugares inesperados. Esta iniciativa de Tanqueray Stage y Microteatro Por Dinero fue apadrinada en su primera edición por Nancho Novo (Sombra de perro, Sobre flores y cerdos), que escribió y dirigió para la ocasión la microcomedia Confesiones de un bartender, con Eloy Azorín, Marta Hazas y Vito Sanz como protagonistas, y se representó el pasado mayo en una habitación del hotel Capitol de Madrid.

Otro director, en este caso con amplia trayectoria teatral en musicales, que se ha dejado contagiar por el virus del microteatro es Jesús Sanz-Sebastián (50 sombras, el musical, Forever. King of Pop). El próximo 11 de noviembre debuta con 9 minutos en la joven sala El Apartamento de Madrid. Una adaptación del relato breve homónimo de Juan Carlos Rubio –con el que ganó el premio Animastur de teatro breve en 2005– y que, en esta ocasión, estará interpretada por dos jóvenes promesas: Fernando Hevia y Katia Borlado.

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Microteatro Por Dinero, asentado en una antigua carnicería de la calle Loreto y Chicote nº 9, fue la sala pionera en desarrollar el novedoso formato, cuya piedra angular giraba en torno al número quince: 15 espectadores en un espacio de menos de 15 metros cuadrados disfrutando de una función de una duración inferior a 15 minutos. La idea tuvo tanto éxito que otras muchas salas se decidieron ofrecer micropiezas en su oferta cultural, readaptando el concepto a sus necesidades y posibilidades: El Esconditeatro (Estudios, 2), Sala Cooloretas (Gran Vía, 78), Café Espectáculo Héroe (Francisco de Rojas, 9), La Infinito Café-Libros (Tres Peces, 22), El Burdel a Escena (Sombrerería, 3)…

El Apartamento, inaugurado el pasado 3 de octubre en la calle Génova nº 7, es uno de los últimos espacios culturales que han florecido en la capital, dispuestos a dar salida a cualquier idea creativa novedosa y a demostrar que solo las mejores esencias (y nunca el veneno) se guardan en frascos pequeños.

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