Sebas solo quería celebrar su aniversario con su novio Álvaro en Málaga. El plan estaba marcado, pero en él no entraba el guarda de seguridad de la estación de tren. Se conocían, ya habían tenido problemas anteriormente, pero la homofobia no entiende de momentos, fechas o lugares. Tras un poco imaginativo “maricones de mierda”, el resultado del ataque acabaría con Álvaro en el Clínico de Málaga con una lesión grave en el ojo y, probablemente, algún hueso roto.
“No podemos andar tranquilamente por Málaga sin que algún bala perdida nos haga cosas así”, cuenta aterrorizado Sebas. La propia víctima colgaba una foto en su perfil de Instagram donde lamentaba que todavía ocurran cosas así: “Esto, señores, es la sociedad en la que vivimos hoy en día. Pasear con tu pareja por la calle se ha convertido en una situación de alto riesgo. Aquí veis las consecuencias de haberme arriesgado a salir a la calle”. Una vez más (y ya son demasiadas), sin calificativos.
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