Cuestión de darle la vuelta a la tortilla. Las relaciones entre personas del mismo sexo en India están prohibidas desde que, en 2013, el Tribunal supremo restableciese su ilegalidad tras cuatro años de ‘amnistía’. Así, se estima que el 85% de los homosexuales indios están casados con personas del sexo contrario, pese a que hablar abiertamente de esta situación no es ni mucho menos común.
Sí que lo hace Sana para el diario El Mundo, donde explica que se casó con Faruk en un matrimonio concertado y, en vez de surgir el amor, él descubrió que lo que le gustaba eran los hombres. «Me enteré por sus comportamientos, sus ademanes cada vez eran más femeninos, salía mucho con otros hombres y llegaba tarde a casa, así que lo intuí y él lo acabó reconociendo», explica. Pensó en dejarle y no lo hizo por sus hijos, pero ahora la situación ha cambiado. Sana apoya a su marido en su lucha por los derechos de la comunidad LGTB, hasta el punto de acudir con él a manifestaciones.
Es necesario recordar que, en India, un matrimonio implica la unión de dos familias. El miedo al rechazo marca el silencio y, si eres capaz de superar la traba social, allí te espera la legal. «No me importa que mi marido sea gay. Es el hombre más cariñoso que he conocido. Cuando amas a alguien de verdad, las necesidades físicas y sexuales pierden importancia», declaraba Tania, una joven casada con un hombre gay al diario Hindustan Times. En ese mismo sentido, Nivedita relataba que “es mejor estar casada con un hombre gay que sufrir una relación con un hombre heterosexual adúltero». La que no se consuela es porque no quiere, pero no perdamos de vista que se trata de un atentado contra la libertad de decidir.
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