«Después de dos años siguiendo a Patrick y su grupo de amigos mientras exploraban San Francisco en busca de amor y relaciones duraderas, HBO presentará el capítulo final de su viaje como un especial. Estamos deseando compartir esta aventura con los fans fieles de la serie». Con este escueto comunicado emitido hoy, el canal estadounidense de cable HBO despeja las dudas y confirma que, tras emitir el capítulo final de la segunda temporada el pasado domingo, da carpetazo a Looking, la serie gay que más ha dividido a la audiencia LGTB en los últimos tiempos.
La mala noticia es que no habrá tercera temporada de Looking; la buena es que HBO ha decidido condensar el desenlace de todas sus tramas en una suerte de tv movie especial que estrenará próximamente y en la que esperamos saber qué sucederá con el triángulo amoroso que forman Patrick (Jonathan Groff), Kevin (Russell Tovey) y Richie (Raúl Castillo). Tampoco las historias de Dom (Murray Bartlett), con su incipiente negocio, y la de Agustín (Frankie J. Álvarez), con su nuevo novio, quedarán en suspense. Algo es algo.
Y sí, estamos de acuerdo en que la ficción creada por Andrew Haigh y Michael Lannan no era la serie gay que merecíamos, que su tono neorrealista ha sido duramente criticado, que las escenas pecaban de un costumbrismo gay demasiado relajado y que su ritmo no era precisamente vertiginoso. Pero Looking ofrecía, al fin y al cabo, una perspectiva nueva y poco convencional de la comunidad homosexual, especialmente pensada para un público muy concreto –dentro de la ya de por sí minoritaria audiencia gay– y alejada de otras ficciones LGTB como Cucumber, Banana, Transparent o Please Like Me.
Ya nos lo explicaba su protagonista, el también abiertamente gay Jonathan Groff, cuando le entrevistamos con motivo del estreno de la serie en Canal+, aunque Looking fuera claramente una serie LGTB, la sexualidad de sus personajes era solo una circunstancia más en sus vidas. ¿Quizá demasiado corriente?
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