El 5 de enero de 2014, Diego Carbajal, un joven que en aquella época tenía 20 años, volvía a casa solo cerca de las 8 de la mañana cuando, en una de las calles del centro de Gijón, un chico con el que se cruzó comenzó a darle puñetazos en la cara a grito de “maricón de mierda”, destrozando su camiseta e intentando robarle el móvil. Después de un rato el agresor se esfumó y dejó a Diego con un labio roto y varios morados en los ojos.
Tras presentar una denuncia y un parte de lesiones, el 2 de mayo de 2014 se celebró un juicio en el que no se consideró la agresión como un delito de odio, y por tanto no se tuvo en cuenta el agravante del mismo. En la sentencia –que Diego nos ha facilitado–, la magistrada del Juzgado de Instrucción nº 1 de Gijón dictamina que la agresión cometida es una falta, ni siquiera un delito, y que el agresor tan solo deberá pagar una indemnización de 480 euros, una resolución similar a la que hizo pública otra víctima de una agresión homófoba en Madrid.
Dos años después de la celebración del juicio, Diego tan solo ha cobrado 30 euros de la indemnización. Ayer, 1 de septiembre, se dirigió al Juzgado para consultar su sentencia y se llevó una gran sorpresa cuando le comunicaron que, al ser una falta, la sentencia prescribió a los 6 meses y que lo único que podrían hacer, sin asegurar nada, es revisar las cuentas del agresor e intentar completar el pago.
Cansado de sentirse ninguneado durante varios años, Diego ha decidido hacer público su caso y dar a conocer cómo un agresor homófobo puede presuntamente salir impune a pesar de que la víctima haya realizado todos los procesos legales. Además, anima a los denunciantes a que contacten con medios de comunicación como el nuestro, como ha hecho él, para hacer más ruido y que este tipo de sentencias no pasen desapercibidas, porque situaciones como así son intolerables y no deben repetirse; y menos aún tras haber aumentado el número de agresiones homófobas en España en este último año.