Aunque afortunamente las cosas han cambiado mucho, todavía queda mucho por hacer. Muchísimo. Pero en los años noventa las cosas eran mucho peor. El SIDA se escribía así, en mayúsculas, muchas veces incluso con puntos entre las inciales (S.I.D.A.), como señalando con saña. No se hablaba de VIH aún. Ser portador del virus era un estigma aún mayor de lo que hoy, tristemente, sigue siéndolo. Alaska, que en aquellos años estaba al frente de Morocco, cedía año tras año la sala para organizar Help, una fiesta que sabía sacar el lado divertido para visibilizar una tragedia que muchos querían esconder. Ahora hay galas, fiestas, cenas benéficas…, pero en aquellos años hacer este tipo de actos era heroico.
Entrevista a Santiago Moreno. VIH: Ni una pregunta sin respuesta
Hoy, 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, Alaska empezó el día en su Instagram recordando a todos los amigos que se han quedado en el camino. Por eso, también hoy es justo recordar que ella fue una de las pioneras en romper tabúes y arriesgar para luchar contra una enfermedad que en aquellos años era mortal y estaba asociada a pertenecer a lo peor de la sociedad.
Morocco, templo de la modernidad en aquellos años, era un local al que todo el mundo quería ir. El sector más pijo de la sociedad se moría por atravesar su puerta, y entrar así en ese ambiente de terciopelos y leopardos y dar un poco de color a su vida. Pues ese sitio abrió entonces su escenario para que las cosas empezaran a cambiar. “Help, ayúdame, en tu amistad he puesto toda mi fe…”, se cantaba a coro.
Alaska quiso usar esta icónica imagen de su querida Ciudad de México para recordar a tantas personas que se han quedado en el camino en su lucha contra el VIH. Afortundamente, las cosas hoy han cambiado mucho.