La polémica está servida: Arcigay, una asociación LGTBI de Nápoles, afirma que el Belén del Vaticano es un guiño a la comunidad gay y que es un motivo «para estar aún más contentos este año». Así lo ha manifestado su presidente, Antonello Sannino, que continúa: “La Iglesia es extremadamente lenta en sus transformaciones, pero esperamos que por fin desarrollará un sentido real de apertura en la línea de las palabras del Papa: ¿quién soy yo para juzgar a un gay?”
Todo esto viene porque el Belén de la Plaza de San Pedro (que está construido sobre unas supuestas ruinas de la cúpula de la basílica del Vaticano, algo que los sectores más tradicionales de la Iglesia católica se han tomado como una ofensa apocalíptica) tiene una figura de un apuesto hombre (que esos mismos sectores más radicales definen como un ‘culturista’) desnudo y que es una representación de las palabras de San Mateo – “ Tuve hambre y me disteis de comer, estaba desnudo y me vestisteis” (Mateo 25, 36)–. “La presencia del Belén vaticano para nosotros es una razón para estar aún más contentos este año. Para la comunidad homosexual y transexual de Nápoles es un importante símbolo de inclusión e integración”, asegura Sannino, que pese a ser de nápoles y apellidarse así no es familar del embajador de Italia en España, Stefano Sannino.
El asesor del Papa: «La Iglesia ha tratado a los gays como leprosos»
Padre Ángel: «Me parece bien el matrimonio gay; ha dado mucha paz»
José María Rodríguez Olaizola, el cura jesuita que critica la homofobia
Se da también la circunstancia –según informa la web ultra conservadora Infovaticana– de que el Belén es obra del artista napolitano Antonio Cantone y la presentó al Papa el santuario de Montevergine, muy cercano a Nápoles. El propio Francisco aprobó el proyecto. En ese santuario se custodia una imagen de la Virgen que la comunidad LGTBI ha adoptado como patrona, y la Virgen del Belén de San Pedro reproduce sus rasgos.
Todo esto ha hecho que Arcigay crea que este Belén de San Pedro sea un guiño nada encubierto de un Papa que, aunque tímidamente, ha dado pasos para evitar la homofobia nada encubierta que hay en la Iglesia católica y que tanto daño ha hecho. El tiempo dirá…
El cartel de la Navidad sevillana también fue polémico por su clara estética gay, sigue leyendo
El pasado 27 de febrero la Asociación de Belenistas de Sevilla descubría el cartel para anunciar la Navidad de 2017. La obra que la Hermandad de La O había encargado al pintor hiperrealista Manuel Peña Suárez se convertía al instante en objeto de crítica y burla por, entre otros motivos, la carga homoerótica que muchos apreciaban en la imagen.
Los comentarios y memes que inundaron las redes sociales comparaban el cartel con uno de las fiestas del Orgullo LGTB, con el de un disco de Raphael o con el de una película de Almodóvar.
Otros señalan el parecido del Arcángel con el delantero del Atlético de Madrid Antoine Griezmann.
Sin embargo, el mayor enfado llega por las connotaciones eróticas y fálicas de las figuras representadas. Algunos comentarios rayan el mal gusto y la homofobia.
El artista acepta las críticas, pero no las faltas de respeto. Ha explicado al diario ABC de Sevilla que concibió el cartel como un homenaje a Murillo por su 400 aniversario, y con sabor barroco. Aclara la simbología: quiso retratar al Arcángel Gabriel porque “es el anunciador de la Buena Nueva”, eligió la azucena como “símbolo de virginidad” y brota de “una Sevilla llena de luz”, que encuentra en la Giralda su monumento más emblemático. “En cambio muchos han dado rienda suelta a su imaginación para llegar a la conclusión de que el ángel no es Ángel, La Giralda no es Giralda y la azucena no es azucena”, expresa con cierta pesadumbre.