Este año, Estocolmo y Gotemburgo han cogido el testigo de Madrid y celebran de manera conjunta el EuroPride. La primera parte de este gran Orgullo europeo se ha desarrollado con enorme éxito en la capital sueca del 1 al 5 de agosto. Estocolmo se ha volcado de un modo brutal con la celebración.
La ciudad se convirtió en un gran paraíso arcoíris. No cabían más banderas orgullosas por metro cuadrado –incluidos autobuses públicos–. Y es que ha sido un EuroOrgullo especial por muchos motivos. Era la tercera ocasión que se celebraba en Estocolmo y había mucho que celebrar y que reivindicar. En 1998 nació la organización Stockholm Pride para coordinar este evento y así nació el modelo de Orgullo que hoy día está plenamente asentado.
El Orgullo de Estocolmo es el mayor evento LGTBIQ de Escandinavia, y también el más multitudinario de la ciudad. Este año, más de 600.00 personas participaron de una manera u otra en el desfile del sábado 3 de julio, bien desfilando, bien celebrándolo desde las calles. Unos días antes, nos recibía en su despacho del ayuntamiento la alcaldesa de Estocolmo, Karin Wangard. “Es muy importante que el evento sea tan visible como las personas que lo protagonizan”, declaraba. De hecho, el ayuntamiento cedió durante toda una semana un céntrico edificio, Kultuhuset Stadtteatern, convertido en la EuroPride House. Allí se desarrollaron una gran variedad de charlas, seminarios, una conferencia de derechos humanos, proyecciones e incluso emisiones de la radio nacional sueca, centradas en problemáticas de la comunidad LGTBIQ.
“Hay mucho de lo que hablar”, afirmaba la alcaldesa. “También mucho que aprender. Es un momento fundamental para celebrar la historia del colectivo y mostrar respeto y amor a la comunidad LGTBIQ”. Afirmaba la alcaldesa que lo más importante para Estocolmo era mostrar durante el EuroPride lo abierta que es la ciudad. Vaya si se ha cumplido. También desde la organización de Stockholm Pride nos dijeron que su Orgullo siempre se ha caracterizado por la atmósfera tan positiva que se genera durante la semana de eventos. Este año no han podido quedar más contentos con lo que se ha podido vivir, reivindicar y también bailar, claro.
El primer ministro sueco Stefan Löfven, desfilando en el EuroPride.
ORGULLO TRANS
Son muchos los Orgullos que este año han querido dar un especial protagonismo a las personas trans. Lo vimos en Madrid, por ejemplo, y lo hemos vuelto a vivir en Estocolmo. La actriz y activista trans Saga Becker nos contaba cuando la entrevistamos que considera fundamental que dentro de la comunidad LGTBIQ se dé más espacio a las voces trans, excesivamente silenciadas y no siempre todo lo respetadas que se debería.
Este año, el desfile del EuroPride en Estocolmo ha supuesto una gran apuesta por la visibilidad trans, y campañas como The Voice of Change se han convertido en muestra de cómo desde la organización se ha querido lanzar un mensaje inclusivo que cale en la sociedad sueca, de por sí muy abierta.
UN EUROFESTIVAL LGTB
Uno de los grandes atractivos del Orgullo de Estocolmo es tradicionalmente el EuroPride Park. Durante cuatro días se convierte en el principal punto de encuentro de que quienes buscan aprovechar el buen tiempo –este año, para muchos excesivo, en el Pride más caluroso de su historia–. Se podría decir que su programación es lo más parecido a un festival de Eurovisión no oficial.
A lo largo de sus cuatro noches –que se inauguraron con un pregón realizado por distinto activistas– desfilan por su espectacular escenario una enorme variedad de artistas. Desde un coro que interpreta versiones de ABBA a intérpretes locales que por una noche se convierten en Ariana Grande o Janet Jackson, cantando sus canciones más populares. También cantantes que han pasado por el Melodiefestivalen –en que cada año se elige al representante sueco de Eurovisión–. Que en ocasiones quedaron quizá quintos o sextos en una semifinal –se recuerda su puesto cuando interpretan–, pero que son tan celebrados como si hubiesen ganado el concurso. Con la de eurofans que hay en Suecia, no sorprende que se conozcan todas y cada una de las canciones que se cantan o pinchan en todo el EuroPride Park.
Por supuesto, no faltaron platos fuertes como un emotivo homenaje al desaparecido Avicii, o actuaciones como la de Robin Bengtsson –quinto en Eurovisión en 2017–, Alcazar –intérpretes del himno oficial del EuroPride 2018, In The Name of Love–, la ubicua Eleni Foureira o Conchita, que además pasó el testigo de Estocolmo a Viena, donde se celebrará el EuroPride el año que viene.
También tiene el EuroPride Park mucho de gran parque de atracciones. Con todo tipo de stands, food trucks, tiendas y hasta una zona kinky, solo para mayores de edad, que es un miniparaíso para amantes de la cultura fetish. La única zona a la que los muchos niños y adolescentes que también acuden –porque es un evento de ambiente muy familiar– no tienen acceso.
UNA CIUDAD VOLCADA
Hablamos con muchos suecos a lo largo de estos días, pertenecientes a la comunidad LGTBQI, que nos contaban que, sin obviar lo mucho que queda por hacer, sienten que Estocolmo es una ciudad tan abierta, que acepta tan bien la diferencia, que este EuroPride merecía ser una gran fiesta. Como fue.
El desfile del sábado 3 fue una manera ejemplar de mostrar cómo una gran mayoría de la sociedad sueca se opone a cualquier tipo de discriminación y rechaza la homofobia o la transfobia. Un desfile con un espíritu fuertemente reivindicativo, aunque obviamente sea una fiesta. Y que se abre siempre con el colectivo de sordomudos LGTBI, que reclaman su voz y su espacio de una manera muy emotiva. Bomberos, militares, travestis, lesbianas morotizadas, gimnastas trans…
Fueron 60.000 personas las que desfilaron –a ratos, bajo la lluvia, muy celebrada por los locales, porque refrescó el ambiente–, y una vez llegaron a su destino, el EuroPride Park, fue cuando todos aprovecharon para presumir de look, cuerpazo o, simplemente orgullo. Con visitantes llegados de Estados Unidos, México, Canadá o España, sí, este EuroPride pasará a la historia de Estocolmo.
Uno de los muchos madrileños que nos encontramos en Estocolmo
Y, ojo, porque este Orgullo europeo no ha terminado. En apenas dos semanas, Gotemburgo, su segunda sede, recibirá el testigo para continuar con la celebración y la reivindicación. Así de insistentes son los orgullosos suecos.
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