Lo del actor César Vicente ha sido, literalmente, llegar y besar el santo. O más concretamente, llegar y debutar en el cine de la mano de Pedro Almodóvar en Dolor y gloria. Ahí es nada. A sus 21 años, puede presumir de interpretar a un personaje clave en el despertar sexual del protagonista de la alabada película número 21 del manchego.
Sabemos que el director obliga a sus actores a darlo todo, y con César no iba a ser una excepción. En su caso, como objeto de deseo que es en la cinta, protagoniza un sensual desnudo integral que está ya entre los momentos más sugerentes de su cine. Pero no se puede –ni se debe– reducir su participación a eso, porque su personaje tiene más chicha. Y la experiencia de Vicente, también. “Todo está siendo increíble”, afirma, entre incrédulo y sorprendido, el actor sevillano.
Ni siquiera era consciente de que podría hacerse con el personaje del albañil y pintor Eduardo cuando se presentó a su primer casting en Madrid, animado por la directora de su compañía teatral, Del Tiempo. “Me apuntó ella, directamente, era para la película Los Japón. Nunca me había presentado a un casting, me echan para atrás, siempre he sido muy fiel al teatro. Fui sin ninguna experiencia, y nadie sabía que a la vez se estaba haciendo en secreto el casting para Almodóvar”.
Cuando le llamaron para una segunda prueba y tuvo que volver a Madrid, vio que algo estaba pasando. Aunque pasaron meses, y varias pruebas más, antes de descubrir lo que suponía para él haber pasado ese casting. “Llamaron a mi casa y se lo dijeron a mi madre”, recuerda. “Yo estaba ensayando, y ella no paraba de llamarme, y yo, le colgaba… Al final, salí para ver qué quería, y no paraba de llorar. Pensé que le había pasado algo a mi perro”. Pues no. “No me lo podía creer. Creo que nunca terminaré de hacerlo”.
“Soy muy femenino, y no lo voy a ocultar, me siento a gusto como soy»
No es en absoluto mitómano César, así que no supuso para él un estrés añadido el conocerle cuando iniciaron los ensayos. “Le vi como a un director. Muy profesional. Con mucha cabeza”. ¿En serio no le dio impresión? “Bueno, sí, mucha”, confiesa por fin. “El primer día que iba a repasar texto con él estaba acojonadísimo. Poco a poco me fui soltando, pero siempre con muchísimo respeto”.
Conocemos la fama de Pedro Almodóvar como un director muy exigente, que el actor confirma. Aunque también dice que él no vivió ningún momento en que la intensidad fuese insoportable. “De hecho, una vez le dije a Pedro ‘tú dame caña’. Ay, el atrevimiento de la juventud… “Me sentí muy a gusto en todo momento”. Y ni siquiera le impuso tener enfrente a Penélope Cruz. “Me ayudaba mucho con su mirada, me lo hacía todo muy fácil”, recuerda.
La mezcla de ingenuidad y aplomo con que habla César Vicente resulta llamativa. Para un actor que nunca había hecho ningún trabajo frente a la cámara (“soy muy de teatro”), este debut debería haber sido un auténtico chute de ego. Vicente, que empezó a cultivar el veneno del teatro a los once años (“tendría que haber empezado aún más chiquitito”), simplemente se muestra agradecido. Lo primero que le llamó la atención de esta experiencia cinematográfica fue curioso. “Me pareció que el cine es muy falso. Te preparas tanto el personaje… y luego las cosas no salen como tú imaginabas. El teatro es más directo, no hay vuelta atrás”.
Eduardo, al que da vida César, se convierte en el primer objeto sexual del joven Salvador Mallo, el alter ego de Pedro Almodóvar, al que da vida el niño Asier Flores. Un personaje sin duda muy especial, y que marca la vida del director protagonista, porque inspira el relato El primer deseo, clave en Dolor y gloria. Afirma que no recuerda exactamente ya las claves que le dio Almodóvar para componerlo. Pero confiesa que enseguida sintió que tenía cosas en común con su personaje. “Unas veces es muy hetero, y otras, muy marica, como yo…”, y se echa a reír.
Cuando se llevó a cabo esta entrevista, César ya había visto la película, con lo cual era consciente de la sensualidad que despierta la secuencia de su desnudo, que a su vez provoca el desmayo febril del niño Salvador. “Me impactó verlo. Es raro, y más en una peli: con musiquita, tan bien iluminado…, queda bonito”, afirma. “Pero yo nunca me había grabado desnudo… Pasé frío, tenía que estar echándome agua todo el rato… Y al principio estaba súper acojonao, con tanta gente delante”. Se le pasó pronto, por lo que cuenta. “Entre tomas me traían una toalla y ya decía ‘no, no hace falta’, y me daba vueltas desnudo por la cueva… Me liberé”. Su primera película y ya un desnudo integral, algo que asegura que solo le preocupa un poco por sus padres. “No es que le gustara mucho a mi padre de primeras…, mi madre está encantada”.
Almodóvar ficciona su primera pulsión homosexual con maestría, y le pregunto a César si él se sintió reflejado por lo que cuenta, o por cómo lo cuenta; si vivió algo parecido en su descubrimiento de la homosexualidad. “Me enamoré locamente de un amigo mío, que es muy hetero, muy pesado con sus novias”, recuerda entre risas. “Sigue siendo mi mejor amigo, aunque llevo tiempo sin verle. En su día le dije ‘tío, me gustas’. Creo que no lo entendió, porque solo me dijo ‘yo también te quiero’. Estaba claro que lo que yo sentía por él no era lo mismo que lo que él sentía por mí… Pues guay”. Así de pragmático parece ser también César.
Cuando le comento que me parece muy bien que diga abiertamente que es gay, puntualiza. “No es que sea gay, gay, gay. El hombre me puede, la verdad… Pero me gustan las chicas, y los chicos, y los maniquíes…”. No puede evitar el guiño al clásico de Radio Futura Enamorado de la moda juvenil mientras ríe. “No, los maniquíes no me gustan”, otra puntualización que recogemos. “Soy muy femenino, lo sé, y no lo voy a ocultar, porque si lo escondiera sería un César incompleto, y me siento a gusto como soy. Pero no me defino como gay, soy… yo”.
«No soy un ‘chico Almodóvar’, sino un actor que ha trabajado con Almodóvar»
Su ambición como actor es acabar siendo director. “Quiero crear obras chungas, en las que el público llore y se enfade, que sienta todas las emociones posibles en el espacio de tiempo duran, para que se limpien”. Sigue viviendo en Sevilla, “que la amo, pero que se me hace chica”, aunque cada vez pasa más tiempo en Madrid, “que se me hace muy grande”, donde ha estado grabando una participación en la segunda temporada de la serie La otra mirada.
Ya saborea la popularidad, aunque tampoco cree que le vaya a cambiar la vida. En todo caso, la que comparte en redes. “Mira que soy activo en Instagram; me gusta subir muchas paranoias, ahí soy puro teatro, y mi repre me ha dicho que ‘tranquilín’… Lo llevo bien, porque no me espero que pase algo muy loco. Tampoco sé si estoy preparado en el caso de que suceda”. De momento, la etiqueta de ‘chico Almodóvar’ no le apetece nada. “Porque no lo soy, soy un actor que ha trabajado con Almodóvar”, puntualiza una vez más. Su única ambición es seguir aprendiendo, sobre sí mismo y sobre su profesión. “Mi sueño es conocerme”.
fotógrafo DANNIEL ROJAS
estilista ABRAHAM RODRÍGUEZ
asistente fotógrafo CRISTIAN CARRILLO
maquitador DAVID DEIBIS
edición digital DAVID LORENZO
DOLOR Y GLORIA YA ESTÁ EN CINES