Diario de a bordo. Tercer día. Damos fe de que anoche se fortalecieron los lazos en la fiesta Mar de Naciones del Atlantis y Royal Caribbean. Los cruceristas del Oasis Of The Seas, el barco más grande del mundo y el crucero gay más grande que jamás haya navegado por Europa, ya parecemos pertenecer a una sola tribu, casi una familia. Vale, una ‘modern family’, pero familia al fin y al cabo.
Hoy hemos parado en Marsella, la ciudad más antigua de Francia. La localidad tiene una belleza y un encanto provenzal único. Nos ha dado tiempo a visitar la catedral de La Major, construida en el siglo XIX, y nos hemos dejado embelesar por la arquitectura moderna y la cultura mediterránea de la villa, que tiene en el museo de arte MuCEM su máxima baza.
¿Por la tarde? Una Bach Ball T-Dance donde todo estaba permitido, todo menos tener complejos. Ya se sabe: los complejos de uno son los morbos de otros. El calor y la playa flotante que se creó en el Atlantis obraron el mágico delirio.
Dejamos la crema solar en el camarate, nos cambiamos el bañador por las bermudas y cenamos en el bufete. No hay tiempo que perder, comienza el concierto de Jake Shears. Sí, el legendario cantante de Scissor Sisters está a bordo. El artista puso su adictiva energía en escena. Imposible resistirse a la banda y a sus pegadizos temas.
La jornada terminaba salvaje con una fiesta temática en la que los tripulantes nos convertimos, literalmente, en animales y bestias de toda calaña. En la noche más primitiva del crucero volvieron a aflorar los instintos básicos. Cazadores y cazados mostraron sus disfraces de fantasía, en los que la tela volvía a brillar por su ausencia: tigres, cebras, osos, monos, flamencos, unicornios, pokemons… ¡Roar!