“¿Es cierto que Alfonso Merlos se maquilla en su vida ordinaria aunque no tenga que ir a televisión?”, le preguntaba Jorge Javier Vázquez en Sábado Deluxe a Marta López, que se había sometido al polígrafo de Conchita. La ex gran hermana era el plato fuerte de un programa que pretendía arrojar luz al triángulo amoroso más comentado de la cuarentena, el del Merlos Place.
Aunque a muchos –ignorantes de la relevancia que podía tener el make up del periodista en la trama– nos sorprendía la pregunta, a Marta no le temblaba el rímel y respondía con un rotundo “sí”. Ante lo que Lydia Lozano exclamaba “¡qué horror!”, poniendo a prueba su labial rojo. “Dice la verdad”, confirmaba Conchita abriendo de par en par su sombra de ojos. “¡Y mucho!”, apostillaba ojiplático Antonio Rossi, fiel a su corrector antieojeras.
“Gema dijo aquí que se maquillaba para ir a la playa, y es verdad”, recordaba Marta para echar más colorete al asunto. “¿Y se desmaquillaba para meterse en la cama?”, querían saber los colaboradores que todavía estaban asimilando que un hombre pueda maquillarse en su día a día. Y no, no, ¡el maquillado periodista tampoco se desmaquillaba!, noticia que desacreditaba la higiene facial de Merlos.
“Yo le regañaba: No puedo estar con un tío que se maquilla más que yo. Además, no lo necesitas, que tú eres guapo”, le había repetido una y otra vez Marta para avivar un debate que empezaba a poner de manifiesto la plumofobia interiorizada de algunos colaboradores presentes. “Tiene piscina, toma el sol, está moreno”, añadía la colaboradora para invalidar cualquier motivo de peso que, según sus entendederas, necesitara tener un hombre para maquillarse.
Llegados a este punto es bueno recordar a los despistados que el maquillaje no es un complemento exclusivamente femenino. Su uso ni resalta la feminidad de una mujer ni opaca la masculinidad del hombre. Y es que precisamente este subtexto, el de la masculinidad y feminidad normativas, es el que se escondía en la pregunta del polideluxe y en el casposo revuelo que se armó en plató a continuación. No había maquillaje suficiente para tapar el rubor que producía la controversia.
Menos mal que Kiko Matamoros –quién lo iba a decir– cerró el tema poniendo algo de altura y cosmético. “A mí no me sorprende que un hombre se maquille, a mí de este tipo me preocupan más otro tipo de maquillajes…”, concluyo Kiko, haciendo referencia a la supuesta oscuridad que podría esconder la faceta profesional de Merlos.