Cuatro años han pasado desde la mayor matanza con armas de fuego en la historia de Estados Unidos, un ataque cometido contra el colectivo LGTB. La noche del 12 de junio de 2016 todo estaba preparado para celebrar una fiesta latina en un local gay, la discoteca Pulse de Orlando, pero todo se arruinó cuando Omar Mateen perpetró un crimen homófobo colectivo.
El estadounidense, de origen afgano, acometió una matanza con un fusil de asalto y una pistola. Disparó contra las personas que disfrutaban de una noche más en el local, la última para muchos de ellos: Mateen se cobró la vida de 49 personas y dejó 68 heridos, que cuatro años después siguen llorando las cicatrices del horror. La policía de la ciudad, después de tres horas cercando la zona y con muchos clientes del Pulse atrincherados en los baños, acabó con la vida del criminal.
Omar se había radicalizado por Internet, y en conversaciones con la policía durante la noche de la masacre proclamó su lealtad al Daesh y confesó que actuó en represalia por los bombardeos aliados en Siria.
La ciudad de Orlando aún sigue con las heridas abiertas, las víctimas que no murieron sufren las consecuencias físicas y psíquicas de la noche de la desgracia. La tragedia abrió el debate sobre la licencia de armas de fuego en Estados Unidos.
El entonces presidente del país, Barack Obama, se propuso establecer más controles para erradicar este tipo de violencia, pero su intento pacífico se frenó por la presión de la oposición republicana y el lobby de las armas, que se ampararon en la Segunda Enmienda de la Constitución: los ciudadanos estadounidenses tienen derecho a poseer armas. Esto consiste en el derecho de cualquier individuo a la tenencia, uso y transporte de armas, con fines defensivos, entre otros.
Después de la bofetada que sufrió la comunidad LGTB hace cuatro años, se sigue rindiendo tributo a las víctimas en la discoteca que sufrió la tragedia. Desde entonces, el Pulse no ha vuelto a abrir sus puertas. El local ahora es un monumento para honrar a todas las personas que se vieron afectadas esa madrugada y a los que ayudaron a paliar los daños.“El Pulse ha sido siempre parte de mí, pero después de esta tragedia que se cobró 49 vidas, se ha convertido en parte de esta comunidad y del mundo. Es importante que, como comunidad, seamos conscientes y nos preocupemos por preservar, honrar y ayudar a cicatrizar las heridas”, dijo Barbara Poma, propietaria del ya cerrado local gay e impulsora del monumento.
Además, la alcaldía de Orlando y el condado de Orange, donde se asienta la ciudad, proclamaron esta fecha como El Día de Unidad en Orlando. El Día de Amor y Bondad. Además, el gobernador de Florida, Rick Scott, ha declarado el 12 de junio como el Día de Conmemoración de Pulse: “Fue un ataque contra Orlando, contra nuestro estado, contra la comunidad hispana y la comunidad LGTB”.