Dentro de la muestra de creación escénica Surge Madrid, llama la atención una curiosa propuesta, Mujer Hamlet, de la compañía Casa Lagarta, dirigida por Pedro Martínez. En esta versión del clásico de Shakespeare, proponen una vuelta de tuerca en la que replantean los géneros de los personajes.
De manera que en esta versión libre, los personajes masculinos pasan a ser mujeres, y viceversa. Y ello permite que Mujer Hamlet proponga una revisión crítica de los roles que jugamos en nuestra sociedad en base a esa construcción que es el género, y también analizar cómo han evolucionado las formas masculinas y femeninas desde la época isabelina hasta hoy.
Pedro Martínez nos explica qué vamos a encontrar en Mujer Hamlet, que de momento solo se podrá ver los días 15 y 22 de octubre en la sala Nueve Norte de Madrid.
SHANGAY ⇒ ¿Has querido dar una vuelta de tuerca al hecho de que en el teatro isabelino a las mujeres las interpretaban hombres?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ No es el punto de partida de la propuesta, aunque sí que lo he tenido en cuenta para un pasaje travesti en nuestra puesta en escena. El travesti del siglo XXI homenajea, venera, proyecta y conserva la figura de la mujer. Ser travesti en el siglo XVII era una obligación cultural que dejaba a las mujeres fuera del ámbito que las representaba. Tiene un punto de justicia poética que ahora sean ellas las que tomen el control sobre los personajes masculinos, pero lo que yo realmente quería era crear un mundo invertido, donde los roles de género no corresponden con la tradición cultural de los personajes.
«He querido crear un mundo invertido, donde los roles de género no corresponden con la tradición cultural de los personajes»
SHANGAY ⇒ ¿Qué cambios básicos aporta que en Mujer Hamlet los personajes masculinos los interpreten mujeres y viceversa?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ He visto a Hamlet representado con anterioridad por actrices magníficas que sacaban adelante al personaje desde el rol masculino. La fantasía era ver a tal actriz hacer un personaje icónico de la literatura dramática, pero el género no era trascendente en el discurso. Recuerdo a una impresionante Blanca Portillo en el Hamlet de Pandur, por ejemplo. Ese tipo de trabajo es el que ha abierto el camino a propuestas como la nuestra. Lo que hacemos es permitir que personajes que nacieron hombres sean mujeres porque quieren y porque pueden, y también porque el momento permite que las cualidades masculinas sean verosímiles en la voz y el cuerpo de una mujer… Nuestra propuesta es abiertamente trans.
SHANGAY ⇒ ¿Crees que la obra cambia de alguna manera su significado al darle esa vuelta conceptual?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ Se abren nuevas posibilidades de reflexión sobre las cuestiones de las que trata. La ambición, la violencia, o la administración del poder pueden considerarse como cualidades masculinas… Los personajes de Hamlet no son precisamente positivos, y verlos representados por mujeres puede despertar emociones encontradas y un tanto perturbadoras.
«Ver los personajes masculinos de Hamlet representados por mujeres puede despertar emociones encontradas y perturbadoras»
SHANGAY ⇒ ¿Has querido que sea una celebración de la feminidad?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ Lo femenino y lo masculino son dos cuestiones que me fascinan, sobre todo porque, teóricamente, se están diluyendo por momentos pero, al mismo tiempo, determinados paradigmas siguen completamente arraigados. Por ejemplo, se confunden constantemente sexo, género y orientación sexual, lo que, en ocasiones, resulta trágico y bochornoso. El sexo biológico puede ser femenino, pero la feminidad, el género, es una construcción cultural, que ha sido y es cuestionada constantemente por el propio feminismo. Para que Mujer Hamlet funcionara tuvimos que recurrir a un paradigma de feminidad reconocible, que además celebro abiertamente.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué te resulta tan interesante plantear hoy a través de un clásico intocable las cuestiones relacionadas con el género?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ Para que los clásicos sean fértiles y establezcan su función de hilo conductor sensible de la naturaleza humana no pueden ser intocables. Los clásicos tienen la capacidad de viajar en el tiempo y conforman parte de nuestro ADN, incluso cuando no los conocemos. Shakespeare está presente en la vida de todo el mundo, aunque las personas que escuchan “ser o no ser» no lo sepan. Utilizar Hamlet para abordar cuestiones de género es más interesante que tachar de machista a Shakespeare, y emocionalmente puede ser más poderoso que cien sermones aleccionadores.
«Se confunden constantemente sexo, género y orientación sexual, lo que, en ocasiones, resulta trágico y bochornoso»
SHANGAY ⇒ ¿Qué papel juega en esta función el vestuario de Sergi Regal o la inclusión de canciones contemporáneas?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ Mujer Hamlet no pretende reflejar el momento en el que fue creada. Tampoco pretende ser una metáfora de ninguna época histórica. Está ubicada en un vacío poético, lo que me ha permitido toda la libertad del mundo para centrarme en la fábula. El trabajo de Sergi, en mi opinión, es como si estuviera fuera del tiempo también, sus trajes son abiertamente versátiles. Y la música debía acompañarnos en el viaje emocional desde una coherencia ecléctica. Tenía claro que había dos canciones de La Bien Querida que debían formar parte del viaje. Ha sido un regalo contar con su beneplácito para hacer versiones de Crepúsculo y Me envenenas, e incluirlas en el argumento de la historia, como motor de acción.
SHANGAY ⇒ ¿Crees que la historia que se narra en Hamlet habría variado sustancialmente si la protagonista hubiese sido una mujer?
PEDRO MARTÍNEZ ⇒ Solo puedo decir que en Hamlet aparecen únicamente dos personajes femeninos. Uno es Gertrudis, que es madre y, presuntamente, adúltera; el otro es Ofelia, joven, bella, casta y abocada al suicidio… Parece claro que el género femenino determinaba un destino que no daba para muchas páginas de aventuras.