Con la publicación de su primer álbum, If I Could Make it Go Quiet, Girl in Red confirma que pisa fuerte. Su capacidad para convertir sus pensamientos, sensaciones y experiencias más íntimas en canciones, unas veces dolientes y quebradizas, otras poderosas, ha convertido a la noruega Marie Ulven, de 22 años, en todo un referente para la generación Z.
Y más en concreto, para sus seguidores LGTBI, porque ya en 2016, con I Wanna Be Your Girlfriend, dejó claro que sus amores y desamores con mujeres iban a servirle como inspiración. Esa canción supuso el primer toque de atención de su potencial.
Abiertamente queer, Marie salió del armario en 2015 y apostó por la visibilidad desde el minuto uno. Y no tardó, aun siendo tan joven, en despuntar y comenzar una carrera en línea ascendente año tras año. Singles como Say Anything y Girls fueron reforzando su estatus como artista queer que apuesta desde sus inicios por la visibilidad. Y cuatro años después de darse a conocer, presenta su primer álbum, If I Could Make It Go Quiet.
Charlamos vía Zoom –no conecta la cámara, así que nos dirigimos a un emoticono que reluce en la pantalla–, y asegura estar agotada porque la promoción de este disco de debut está siendo intensísima. “Ahora mismo creo que tengo solo una neurona para hablar contigo”, bromea. Pero enseguida aclara que está bien, porque, obviamente, el aluvión de entrevistas al que se ha enfrentado es señal del interés que despierta. “Esto está siendo una puta locura, no voy a mentir. Es tan guay comprobar que hay tanta gente interesada en mi música que me siento muy feliz”.
«Soy jodidamente joven, ¡qué maravilla estar viviendo todo esto ya!»
Asegura que el primer momento en que fue consciente de que las cosas pintaban bien para Girl in Red fue en 2018. “Empecé a subir canciones a YouTube y flipaba con los comentarios de la gente, que se quejaba de que mi música no estuviese en otras plataformas. Así que ya son tres años de conexión con mi público, es alucinante”. Habla con enorme pasión, utilizando tacos continuamente y con una energía que traspasa la pantalla del ordenador solo con su voz. “Es que lo pensaba esta mañana y me he dicho: ‘Marie, es que eres jodidamente joven, ¡qué maravilla estar viviendo todo esto ya!”.
If I Could Make It Go Quiet respira honestidad, y ese es, sin duda, uno de los motivos por los que conecta tan fácilmente con quienes la escuchan. “Solo concibo hacer canciones ahora mismo si soy honesta en ellas”, explica. “No puedo compartir más que aquello que realmente siento, por eso soy tan directa y auténtica. Ser honesta en mi música me hace sentir bien”. La potencia ha aumentado en este álbum, que bebe mucho del indie rock de los primeros dosmiles, aunque combinado con bedroom pop e incluso toques funkies que hacen del disco un ejercicio de lo más entretenido. “Es que hago música por diversión. No busco volcar mis penas en una especie de diario. El subidón de dopamina cuando veo materializada una idea que tengo es brutal. Es la sensación que quiero tener continuamente”.
Gran parte del álbum se grabó en tiempos de pandemia, con su carrera, como todas, ralentizada al máximo. Y aunque, obviamente, desearía que esto no hubiese sucedido, al final ha sabido verle el lado positivo a la situación. “Creo que el álbum no habría sonado tan bien si no hubiese tenido tanto tiempo para trabajar en él”. De nuevo, esa honestidad de la que hablábamos antes, que tan bien reflejan sus letras, se ha convertido en un arma de doble filo, porque hay quien no comprende que pueda ser tan abierta a la hora de hablar de su sexualidad o su salud mental. “Cuando veo que alguien se escandaliza es cuando me doy cuenta de que no todos tenemos las mismas experiencias, o idéntica visión del mundo”, explica. “En Noruega es bastante común hablar abiertamente de ese tipo de cuestiones, y me parece importante que en países en donde no lo es llegue a serlo pronto”.
«No me hace sentir ninguna presión decir que soy queer»
No tiene ningún problema en decir “soy queer”, porque considera que esa visibilidad es importante. “No me hace sentir ninguna presión decirlo”, asegura. “Solo soy Marie, y hago música. A mis 22, todavía estoy intentando asimilar lo que he vivido y ver por dónde me va a llevar la vida”. Por eso no termina de verse como referente para nadie. “Muchas de las personas que me siguen están viviendo exactamente lo mismo que yo a un nivel emocional. Pero si a algunas de esas personas les ayuda verme como un referente, y les puede servir de alguna manera, yo feliz”. Para muchos de sus seguidores queer más jóvenes, la frase “Do you listen to Girl in Red?” se convirtió en el nuevo “Are you a friend of Dorothy’s?”. Es decir, una manera de preguntar si eres LGTBI.
La propia Marie, al ser consciente, creó merchandising con la frase, parte de cuyos beneficios destinó al Marsha P. Johnson Institute. “Este tipo de cosas son las que más me interesan como consecuencia de mi popularidad”, explica. “La fama en sí no me interesa, soy demasiado normal para saber sacarle partido. Me parto el culo cuando alguien me dice que soy famosa”, dice entre risas. Tuvo claro desde el primer momento que le daba igual si el hecho de visibilizarse como queer podría restarle impacto a su música. “Desde siempre he dicho ‘así es como soy, lo tomas o lo dejas”. Solo en una ocasión prestó atención a una crítica. “Fue cuando mi abuelo le dijo a mi madre que debería rebajar el contenido gay en mis canciones… Ella me lo contó, pero vamos, piensa como yo”.
Como estamos acostumbrados a asociar pop noruego a un estilo luminoso, dulce, eurovisivo y petardo, de repente Girl in Red entra en otra categoría, algo que a ella le hace muy feliz. “Una vez me peguntaron si sentía que mi música encajaba en lo que se conoce como el “’sonido escandinavo’, y respondí que no. Me alegra cuando no me meten en ese saco”, dice. “Yo lo que quiero popularizar es el sonido global de Girl in Red”.
«Hay que seguir hablando de que muchas mujeres somos productoras, que la gente lo tenga claro»
Confía Marie en que se la valore por lo que es: compositora, intérprete y productora, porque siente que todavía se tiende a menospreciar a las artistas que desarrollan todos los procesos de su música. “Hay que seguir hablando de ello para que la gente lo tenga claro”. Porque, en su caso, el hecho de que Finneas, hermanísimo de Billie Eilish, coprodujese su hit Serotonin, dio pie a que muchos medios destacasen su participación por encima de lo que supone esta canción para Girl in Red como autora. “Se escribió que fue él quien me animó a rapear, y muchos medios dijeron que él era el único productor del tema. Me sentí incómoda, pero por suerte pude corregir a quienes lo dijeron. En vez de hacerme mala sangre, prefiero hablar de ello y confiar en que mi testimonio sirva para mejorar las cosas para las mujeres que hacemos música”.
Al preguntarle por un deseo para este año, una vez que tiene su primer álbum publicado, no duda un segundo. «Estoy deseando hacer senderismo», dice. Y acto seguido, añade: «¡Quiero echarme una novia que esté muy buena!», y termina la entrevista entre carcajadas.