En Palma de Mallorca, un chico transexual denunció un caso de transfobia perpetrado por su propia familia. Este litigio ha concluido con el fallo de la jueza a favor del joven. Ha condenado a su abuelo a tres años de prisión y a su madre a dos. Además, cada uno deberá pagar una indemnización de 12.000 euros por un delito de trato denigrante que le ocasionó lesiones psíquicas.
Este caso de transfobia tuvo su inicio en el año 2017, cuando ambas partes perdieron relación en el momento que descubrieron la condición sexual del adolescente. Mientras este estudiaba en Madrid, sus dos familiares le enviaban constantemente cartas y correos electrónicos con insultos y comentarios despectivos. Y es que no llegaron a comprender la identidad de su hijo ni que tuviera relaciones con chicas, ya que seguían tratándole como mujer.
Al volver a su casa al terminar el curso, los imputados le robaron el móvil y documentos para no darle opción de huida. Gracias al apoyo de su pareja, el chico pudo escapar de esa prisión en la que se había convertido su propio hogar. La víctima ha declarado que la madre le instó a olvidarse de su vida actual y le forzó a buscar una pareja de sexo masculino. También le amenazó con llevarle a terapia, buscarle un psicólogo o incluso acudir a un sacerdote si no modificaba su condición sexual. El abuelo le envió constantes mensajes vejatorios con frases de este estilo: «No admito confundir libertad razonada y razonable con libertinaje, vicio, desviación y manipulación«.
Ahora que el tribunal ha dado la razón al joven, la defensa de la familia ha recurrido la sentencia y asegura que no tuvieron nunca intencionalidad de despreciar o hacer sentir mal al mismo. Según las palabras del abogado, ese trato vejatorio «solo existe en la mente del denunciante». Bueno, habría que decir que también en la de la jueza, vista la sentencia.