Álvaro Cervantes y Ricardo Gómez, unidos por un glory hole en 'Donde caben dos': "Lo perfecto en tiempos de covid"

Temas: Entrevista, Ficción, Ricardo Gómez, Sexo gay

No coincidían en la pantalla Álvaro Cervantes y Ricardo Gómez desde 1898: los últimos de Filipinas. Ahora viven una intensa historia romántico-sexual en un glory hole en la comedia Donde caben dos, de Paco Caballero. Sin verse las caras en la película, y en el anonimato, ni siquiera se llaman por sus nombres. Aquí sí.

Que se quieren de verdad es algo que resulta evidente al ver a Álvaro Cervantes y a Ricardo Gómez interactuar. La complicidad es enorme, y es que cuentan que se hicieron muy amigos cuando coincidieron en 1898: los últimos de Filipinas, y desde entonces están muy unidos. En esta ocasión, la ficción ha propiciado que su bromance vaya un poco más allá.

Sus personajes en Donde caben dos, una comedia coral que apuesta por la libertad sexual y por derruir los estereotipos y prejuicios relacionados con el sexo, se encuentran en un club de intercambio de parejas. Más concretamente, en un glory hole. “Álvaro es uno de los mejores actores de mi generación”, sentencia con orgullo Ricardo. “También me llevo muy bien con Paco, el director. Estaba claro que iba a tener muy buen feeling en el rodaje, porque nuestras escenas las grabamos solos los tres prácticamente. Y no hay nada que me guste más que trabajar con amigos”.

«Me produce terror que ciertos sectores defiendan un componente de odio que nos recuerda a tiempos lejanos» (Álvaro Cervantes)

Lo que debería ser un “aquí te pillo, aquí te mato” se convierte para sus personajes en otra cosa. Frente a lo delirante de otras de las las historias cruzadas que componen la película, la suya termina teniendo un componente romántico inesperado, y nada habitual en ese tipo de encuentros vía un agujero en la pared. “Viene al pelo esta película para hablar de la libertad, y que nos dejen de joder”, dice Álvaro.

Continúa Cervantes: «Estamos viviendo un retroceso increíble. Que el himno de España suene en las escuelas de Murcia… Me produce terror ver que ciertos sectores de la sociedad defienden un componente de odio que está haciendo que volvamos a tiempos muy lejanos, es inconcebible”. Añade que, sin duda, su historia también es perfecta para los tiempos que corren por otro motivo. “Ricardo y yo no nos vemos la cara, nos separa una pared. Perfecto en tiempos de covid, cumplíamos todos los protocolos”, afirma entre risas. Teniendo en cuenta que la práctica del glory hole fue recomendada por algunos gobiernos para mantener sexo seguro en tiempos de pandemia, nadie le quitará la razón.

«Viene al pelo esta película para hablar de la libertad sexual» (Álvaro Cervantes)

Que a día de hoy tengamos que estar justificando y defendiendo la diversidad de gustos sexuales o maneras de amar sorprende, y la película lanza un mensaje final en el que queda muy clara su posición. Con la que Ricardo se muestra totalmente a favor. “Es que me sigue sorprendiendo que tengamos que estar haciéndolo a día de hoy”, explica. “Entiendo que no todo el mundo piense igual que tú, pero no concibo que nadie cuestione lo que siente cada uno, lo que es cada uno. ¿Quién soy yo para opinar lo que hace cada persona con su cuerpo?”.

Tras protagonizar Loco por ella, Cervantes está encantado de estrenar otra comedia, un género que le apasiona (“soy actor porque de niño me conectaba con la comedia”), y aunque su personaje tiene un punto torturado (una ruptura sentimental es la que le impulsa a ir a un glory hole en busca de sexo anónimo), le hace feliz seguir explorando el género. Interpretando a su segundo personaje LGTB tras el de El sexo de los ángeles (2012), y de la mano de su amigo Ricardo Gómez. “Ha sido muy divertido volver a trabajar juntos. Porque hemos pasado de resistir en 1898… en el último bastión del imperio español a estar en un glory hole gimiendo”, dice entre risas.

«La que podría haber sido la historia más cerda de Donde caben dos termina siendo lo contrario» (Ricardo Gómez)

Álvaro protagoniza el momento más sensual de la cinta cuando chupa, a través del glory hole, un dedo de Gómez. “Esta película no pedía sexo explícito”, señala, algo con lo que Ricardo está completamente de acuerdo: “La historia no va de ver cómo follan estos dos, se cuenta otra cosa”. Álvaro –nominado este año a un Goya por Adú– tiene pendiente de estreno la serie El tiempo que te doy, en Netflix, y las películas Malnazidos y Maret (una coproducción alemano-luxemburguesa que ha rodado en inglés)–.

Una vez visto el resultado final de Donde caben dos, Cervantes está contento de cómo se ha reflejado lo que viven sus personajes, “porque hay varios momentos que te llevan a imaginar a través de la sensualidad que genera ver a dos personas intimando al nivel que lo hacen ellos”. Y su compañero apunta: “Tiene mucha gracia ver que la que en un principio podría haber sido la historia más cerda de toda la película termina siendo lo contrario. Está muy bien que la peli juegue a la contra de lo que tenemos preestablecido en el cerebro sobre lo que son las relaciones sexuales y lo que sucede en los clubs de sexo”.

«Al rodar en un glory hole teníamos que estar concentrados en la voz del otro» (Ricardo Gómez)

Tras haber protagonizado en el teatro recientemente El hombre almohada, Gómez –que lleva trabajando como actor desde los siete años– estrenará en octubre El sustituto, y más adelante La casa entre los cactus, que ha rodado con Ariadna Gil y Daniel Grao. Los dos coinciden en que la orientación sexual de sus personajes no ha influido en absoluto en la manera en que los han construido. “Lo importante de mi personaje es lo que le pasa, que tras un desengaño lo último que busca una relación”, explica Cervantes, “no que sea gay. Lo sorprendente es que encuentra que al otro lado de la pared hay un tío que quiere conocerle”.

Para Ricardo Gómez es su tercer personaje LGTBI, tras los de la serie Vivir sin permiso y el de la película Mía y Moi. “En ninguno de los tres la orientación sexual del personaje generaba un conflicto. Si eso sucediera en otra ocasión, tendría que bucear más en ello, porque es algo que nunca he tenido cerca”. La primera experiencia de ambos en un glory hole ha sido en un decorado, y en la ficción. Tampoco han estado nunca en un local swinger. Algo que a Cervantes no le habría importado experimentar antes del rodaje. “Me gusta investigar en los universos relacionados con los proyectos que hago. Esta habría sido una gran excusa para hacer ese trabajo de campo, pero en tiempos de covid no fue posible”.

«Mi viaje como actor está siendo muy natural y progresivo» (Álvaro Cervantes)

También supuso para ellos un reto tener que plantear una relación en la que no tienen contacto visual en ningún momento. “Implicó un grado de escucha mayor de lo habitual, porque lo era todo. El glory hole es un lugar para no verse, y teníamos que estar muy despiertos para imaginar lo que pasaba al otro lado”. Añade Ricardo que fue curioso porque, normalmente, en los rodajes el trabajo evoluciona toma a toma en función de las reacciones de la persona que tienes enfrente. “Aquí teníamos que estar muy concentrados porque solo nos llegaba la voz del otro”.

La carrera del actor no deja de ser un gran viaje que se prolonga en el tiempo. El de Cervantes comenzó cuando tenía quince años con la serie Abuela de verano. “Está siendo un viaje muy natural, en el sentido de que he tenido la suerte de que todo haya ido sucediendo de una manera progresiva”, cuenta. “En una profesión en la que hay tanto paro y en la que tantos actores y actrices con talento no tienen oportunidad de trabajar, a mí me han ido llegando los personajes en el momento en que los he podido asumir, y he ido aprendiendo con ellos”. Además, le encanta viajar en el sentido literal del verbo. “Por suerte, antes de que llegara la pandemia pude hacer una serie de viajes que tenía pendientes. Viajar te pone en otro escenario, en otra realidad, y eso siempre es bueno para el alma”.

«Hay que quitarse presiones de encima y enfocarse en lo que te hacen crecer los proyectos» (Ricardo Gómez)

El viaje de Ricardo implica siempre mirar hacia adelante. “Para no caerte, tienes que tener las miras puestas en el final de la calle. Si te estás mirando los pies te vas a tropezar”, explica. “Hay que pensar en el largo plazo y escucharse a uno mismo. Todo va muy rápido; has estrenado una serie el viernes y el martes siguiente se han estrenado dos más y ya nadie se acuerda de la tuya, a la que dedicaste nueve meses de tu vida”.

Así que lo importante para Gómez no es tanto la repercusión de sus trabajos como lo que le aportan a él a nivel personal. “Dadas las circunstancias, hay que quitarse ciertas presiones de encima y enfocarse en lo que te van a hacer crecer los proyectos, independientemente de si los ve más o menos gente”. Como su amigo, es un viajero empedernido. “Siempre que puedo estoy con la mochila a la espalda. De hecho, en la foto de perfil en mi Instagram salgo con una, en una pista de aterrizaje”. De manera que el viaje continúa para ambos.