Era lo previsible: llegar, pisar el escenario y triunfar. Pero lo previsible no siempre va acompañado de lo esperado. Es decir, un éxito arrollador entre los fans incondicionales no siempre es sinónimo de un gran concierto. En este caso, el pasado domingo 12 volvió al Teatro Real el mejor Juan Diego Flórez.
El tenor peruano es una súper estrella y puede hacer lo que le venga en gana. Sin duda. Pero también es un inmenso cantante y puede llegar a conseguir momentos sublimes. Tras una primera parte dedicada a Schubert con unas exquisitas An Sylvia, An die Musik y El canto del cisne, llegaron Bellini y Rossini (estupenda La speranza più soave de Semiramide).
Fue en la segunda parte cuando, de la mano de Donizetti, con Inosservato penetrava… Angelo casto e bel, (de Il Duca d’Alba), comenzamos a tocar el cielo. Y allí nos quedamos ya instalados con Verdi (Je veux encore entendre ta voix , de Jerusalem) Puccini (Torna ai felici dì, de Le Villi) y, ya en las propinas, con Massenet (Pourquoi me réveiller, de Werther).
Fue precisamente en las propinas donde volvió el ‘Juan Diego Flórez superstar‘, con su ya característica guitarra. “Sé que muchos me critican por cantar esto, pero también sé que son muchos quienes lo esperan”, dijo antes de meterse de lleno en faena con la inevitable Cucurrucú paloma. Luego siguió ya el espectáculo con La donna è mobile, Nessun dorma y Una furtiva lagrima, ya en momento de peticiones del oyente, en este caso del espectador.
El tenor peruano fue el protagonista del primer concierto de la temporada 2021-2022. [Fotos: Javier del Real]
En resumen: una gran noche de ópera para un gran comienzo de temporada, y un gran show de una súper estrella de la lírica. Que no son cosas incompatibles. El Teatro Real levanta el telón a lo grande con este concierto de Juan Diego Flórez, tal y como lo bajó con una Tosca antológica. Que los árboles de las grandes estrellas no nos impidan ver el bosque (de la buena música) que tuvimos el domingo. Quedarse en la anécdota es de paletos.