Penélope Cruz: "Me alegra mucho que la ley trans se vaya a aprobar”

Temas: Entrevista, Pedro Almodóvar, Penélope Cruz, Raffaella Carrà, Trans

Sin nada ya que demostrar, Penélope Cruz vuelve a evidenciar su enorme talento como intérprete en L’immensità, un film en parte autobiográfico del italiano Emanuele Crialese, que con él ha salido públicamente del armario como hombre trans.

Presentada en el último Festival de Venecia, en L’immensità brilla también la jovencísima Luana Giulani, que interpreta a Adriana/Andrea, tan maltratada por su padre como su madre Clara. Esta lucha por sacar adelante a su familia como puede, aunque no lo tiene nada fácil.

 

No solo sufre Clara los abusos de su tirano marido (Vincenzo Amato), también sufre al ver que su hijo trans no puede hacer realidad su deseo de ser tratado y respetado como es. Por más que Adriana quiere que se le vea como Andrea, solo ella le apoya como puede, en unos años 70 en los que la realidad de las personas trans era todavía más dura que ahora.

Penélope Cruz ama tanto esta película, y la considera tan necesaria, que accedió a ofrecer un contado número de entrevistas a medios españoles para hablar de de ella antes de su estreno. Cruz es de una de esas estrellas que demuestran una gran virtud en el cara a cara. Sabe escuchar y se interesa por lo que escucha de la persona que tiene enfrente. Algo que la engrandece aún más.

«Para toda mi familia es impensable no respetar a cada persona como se siente»

Recién galardonada con el Premio Nacional de Cinematografía, Cruz tiene dos películas que coinciden en la cartelera, y en las que interpreta a dos madres coraje muy distintas entre sí: la de En los márgenes y la de L’immensità.

Hablando con ella distendidamente, una vez apagada la grabadora, al nombrarle a la joven Luana Giuliani se deshace en halagos para su compañera de rodaje. “¡Qué mirada tiene!”, dice. Y si sabemos de sobra el poder que la mirada de Penélope Cruz tiene ante una cámara, en las distancias cortas resulta igual o más penetrante, además de reveladora. Es, sin duda, una de sus grandes armas, porque el magnetismo que desprende impide dejar de mirarla fijamente, como sucede en la pantalla.

 

L’immensità es un nuevo ejemplo de cómo cada vez se ven más representadas las realidades trans en el cine europeo, y para ella fue un motivo clave a la hora de aceptar el proyecto, según cuenta. “Alguien me decía antes que esta película debería verse en los colegios y los institutos, y me ha parecido una gran idea. Aunque no es algo que pudiera proponer yo, pero me haría mucha ilusión. Toca el tema de una manera tan profunda y con tanto respeto… Se nota que el director sabe muy bien de lo que habla, por todo lo que ha vivido él mismo”. Se enamoró de la historia, y confiesa que para ella se convirtió en una auténtica necesidad interpretar a Clara. “Conecté muchísimo con Emanuele, y quise acompañarle en este viaje, que ha sido todo un regalo de la vida para mí”.

«Me parece bueno que se tomen tiempo en discutir los matices de la ley trans»

Llega L’immensità a los cines en un momento en que existe un fuerte debate público en torno a la ley trans, cuya aprobación se sigue retrasando, y que en ciertos sectores está siendo tremendamente discutida. “¿Se está hablando de que el límite edad se fijará en los 16 años, no? Y ahora se siguen discutiendo otros puntos, ¿no?”, plantea. “Me parece bueno que se tomen tiempo en discutir todos los matices, porque los hay muy importantes. Y me alegra mucho que esta ley se vaya a aprobar. No voy a hablar de lo que digan unos u otros al respecto, porque considero que cada matiz importa mucho”.

Sí se reafirma en su postura, recalcando que es fruto de su entorno familiar. “Tengo la suerte de haber sido educada por mis padres desde el respeto absoluto hacia el otro. Gracias a Dios, han tenido unas mentes muy abiertas, con los pies en la tierra, y no concibo otra manera de ver la vida que respetando al cien por cien lo que siente la persona que tengo enfrente. Para toda mi familia, otra actitud es impensable”.

Para Cruz es muy importante hablar también de las situaciones de violencia doméstica que sufre Clara en la película, otra cuestión ante la que no se calla. “Es un tema del que se habla con la verdad que se merece”, dice. “Clara es una superviviente. Está intentando no volverse loca, porque vive dentro de una cárcel, igual que Adri, por eso conectan tanto”. Ella es la única persona que ve realmente a ese Andrea que lucha por ser respetado como es. “Pero no tiene las herramientas para poder ayudarle, porque no tiene un plan b, como no lo había para casi nadie en esa época, y menos siendo mujer”.

Ambos sobreviven como pueden, a pesar de los palos que reciben. Y Penélope lamenta que sigan dándose tantas situaciones iguales que las que vive Clara en L’immensità. “Igual que el otro tema clave [el de la igualdad trans] avanza, sobre todo de diez años para acá, el de la violencia doméstica está muy descuidado. La situación es horrible. Por eso también me motivaba tanto hacer esta película”.

En ella vemos a Penélope Cruz protagonizando números musicales mucho más festivos que aquel icónico momento que Almodóvar le regaló en Volver, y está encantada de haber podido homenajear a Raffaella Carrà en uno de los momentos más luminosos de la cinta. “Qué honor haber podido interpretar una canción de Raffaella Carrà como Rumore. De pequeña me sabía todas sus canciones; mi abuela me llevaba al parque para que se las cantara a sus vecinas… Ha estado muy presente en nuestras vidas, y la tenía muy estudiada”.

Cuenta la actriz que tenía muchas ganas de conocerla y que su intención era invitarla al rodaje, pero no pudo ser. “El día del ensayo general de esta escena, entró el productor y nos dijo que había muerto. Fue un palo, y el rodaje de ese momento de la película resultó agridulce”. Ha llovido desde Nine (“me lo pasé pipa, le pude dar mucho uso a mis dieciocho años de danza clásica”), y asegura que le encantaría volver a participar en una película de ese género: “Siempre estoy buscando más musicales”.

Las madres de Penélope Cruz conforman ya todo un subgénero dentro de su filmografía, y cabe resaltar que tanto en Dolor y gloria como en L’immensità ha tenido ante sí un reto enorme, que es el de interpretar a las madres de los propios directores. “Qué honor”, dice sonriendo. “Cualquier personaje supone una gran responsabilidad, y más si trabajas con Pedro o Emanuele, porque no quieres defraudarles y quieres darles todo. Lo único que puedes hacer es esforzarte al máximo para encontrar la mayor verdad posible en cada toma. Sobre lo demás no tienes control, por eso no pienso nunca en el resultado durante la preparación ni durante el rodaje”.

En su madre doliente –y resiliente– de L’immensità descubrimos nuevos matices de Cruz, que añade al abanico que ya ha desplegado. Y las que le quedan por encarnar. «Habría doscientos mil millones de personajes más de madres con situaciones distintas», dice. «Es lógico que tres cuartas partes de los personajes que haga hasta el fin de mis días sean madres, y tendrán personalidades muy distintas, se moverán en ambientes diferentes, en idiomas y acentos distintos. Pero es verdad que la maternidad ha tenido en muchas de las películas que he rodado una gran importancia, porque todo se mueve en torno a ello».

«Me emociona de verdad que me digáis que la comunidad LGTBI me tiene tanto cariño”

No es ningún secreto para nadie –por eso llama la atención lo que se sorprende y emociona escucharlo– que la comunidad LGTBIQ+ la valora enormemente como aliada, porque Penélope Cruz defiende públicamente nuestros derechos siempre que tiene ocasión. Y que proyectos como L’immensità logren un enorme alcance global gracias a su participación contribuye a que se hable, en este caso, de la realidad de les niñes y adolescentes trans, a menudo tan desprotegides. “Me emociona de verdad que me lo digas, y más con ese cariño”, y sus ojos lo reflejan. “Es que no me cabe en la cabeza que alguien no respete a los demás, partimos de ahí”.

 

Lo dice una actriz de fama mundial, a la que pocos reconocimientos públicos le quedan por lograr en sus trayectoria. “Cuando empecé no me podía imaginar nada de esto”, asegura. “Rezaba para poder vivir de interpretar y tener una continuidad; el resto han sido sorpresas. No podía soñar con algo que no conocía de cerca, nadie a mi alrededor podía vivir del arte”. Así que sorpresa mayúscula es todo lo que le ha ido llegando. “Cuando acabó el rodaje de Jamón, jamón me dio un bajón tremendo, se me caía el mundo encima. Tenía pánico a que fuese mi primera y última vez, cuando me había sentido en mi salsa, feliz”.

Si piensa en objetivos a lograr, no duda un segundo. “Lo más importante son mis hijos y mi familia, quiero dedicarles la mayor parte de mi tiempo”. A nivel profesional, añade: “Tengo mucha suerte de tener el trabajo que me gusta, y poder elegir proyectos y los tiempos en que los hago. Además, me siguen llegando personajes distintos a los que ya he hecho, que es lo que busco”.

 

Aunque se siente muy afortunada de que esos objetivos se vayan materializando, el nervio y la incertidumbre siguen, para bien, estando ahí. “Siento el mismo miedo y el mismo vértigo cuando me pregunto cómo voy a hacer el siguiente trabajo. Y con ellos llega mucha felicidad, porque me obliga a partir, una vez más, desde cero. Vuelves a ser una estudiante, te sientes nueva, aunque sabes que dentro de ti está toda esa información que vas a utilizar, a nivel mental y emocional. Te enfrentas a un ser nuevo al que vas a dar vida, y eso es lo que más engancha”.