Después de verles como personajes antagónicos –¿o no?– en Lobo feroz, sorprende el buen rollo entre Rubén Ochandiano y Manu Vega.
Esa complicidad entre ambos actores durante este reportaje dice mucho de lo que disfrutaron rodándola. «Aunque no compartiéramos escenas… ¿o sí?», apunta Manuel entre risas.
Ese juego dio mucho de sí en nuestra charla, porque Lobo feroz es de esas películas que apenas permiten hablar de ella, ni siquiera durante las jornadas de promoción. ¿Por qué? Porque cualquier mínimo comentario inapropiado puede dar pie a spoilers que arruinen la experiencia en el cine. Porque cualquier mínimo spoiler puede desvelar el final, y no es plan.
Lobo feroz, dirigida por Gustavo Hernández Ibáñez, es un remake de la película israelí Big Bad Wolves (2013). «La vi en su día», recuerda Rubén Ochandiano, «y más de una vez». Un thriller muy bien recibido en el festival de Sitges de ese año, y que logró una publicidad inesperada cuando Quentin Tarantino la alabó públicamente. El argumento es el mismo, aunque con matices y nuevos personajes.
Un policía de maneras nada ortodoxas (Javier Gutiérrez) y una mujer muy poco de fiar (Adriana Ugarte) cruzan sus caminos cuando ambos buscan a un asesino en serie pederasta que ha matado a varias niñas. El principal sospechoso es un apocado profesor de música (Rubén Ochandiano), que los dos primeros dan por culpable, y harán todo lo posible para lograr su confesión, sin importarles los medios.
Mientras, una detective (Juana Acosta) y un agente (Manu Vega) llevan a cabo su investigación sin salirse de los márgenes de la ley, en busca de ese lobo que sospechan que no tardará en volver a atacar.
Eso es todo lo que se puede contar de primeras de esta película que no solo tiene los elementos de un whodunit, también juega con los elementos del thriller clásico. Y que ha permitido a Rubén Ochandiano y Manu Vega reencontrarse después de muchos años. «Nos conocimos en una Seminci [la Semana Internacional de Cine de Valladolid], en la que yo presentaba una película», dice con seguridad Rubén.
«Tengo una relación bastante mágica con mi personaje en Lobo feroz» (Rubén Ochandiano)
Manu también lo recuerda perfectamente: «Debió ser 2014. Yo acompañé a mi padre [el cineasta Felipe Vega], que también presentaba una». Él se dedicaba por aquel entonces a la moda («por eso disfruto reportajes como este, que me conectan con esos buenos recuerdos»), y afirma que era una persona muy distinta. «No encontraba mi lugar, pero trabajar en moda me hizo ver lo que realmente me interesaba: la interpretación«.
Rodada principalmente en Cádiz, ambos coinciden en que Lobo feroz fue una experiencia muy gozosa. «Es que el reparto es un lujo», continúa Manuel. Rubén, uno de los protagonistas, también se muestra encantado. «Es que tengo una relación bastante mágica con este personaje. De hecho, cuando vi la original en 2013 pensé que yo habría podido interpretarlo». Una década después, el sueño se ha cumplido, «y me lo he gozado mucho. Para mí fue todo un reto intentar mejorar el personaje, porque sentía que se podía reforzar su ambigüedad«.
Es algo que se puede aplicar a –casi– todos los personajes de Lobo feroz, que casi nunca son lo que parecen, y que en determinados momentos se olvidan de conceptos como ‘bien’ y ‘mal’ con tal de lograr sus objetivos. «Es uno de sus atractivos», dice Manu. «Así también se distancia de la película original, en donde los perfiles de los personajes estaban más marcados; aquí tienen más matices y capas, y siento que resultan mucho más realistas«. Continúa Rubén: «Creo que la tesis de la película es que cualquiera puede ser un lobo feroz, y que puede estar detrás de cualquier esquina». Su personaje, el de Adriana Ugarte –tirando de androginia máxima– y el de Javier Gutiérrez pasan mucho tiempo encerrados en un sótano. ¿Estará ese lobo allí dentro? Hay que ver la película para descubrirlo.
«En esta película los personajes resultan más realistas que en la original» (Manuel Vega)
Descubrimos que los dos tienen algo más en común: su entrega en el set es siempre máxima, según cuentan; sufridos hasta la extenuación. Porque el personaje de Rubén lo pasa muy, muy mal, y el último día de rodaje recibió interesantes comentarios por parte de miembros destacados del equipo: «Me dijeron ‘te hemos hecho de todo y no te has quejado ni una vez», comenta entre risas. «Es que soy yonqui de lo que hago«. Y Manu confiesa que en ocasiones se salta incluso los descansos de manera instintiva cuando rueda: «Si estoy muy metido en el personaje para una próxima escena, y avisan de que se para a comer, ni como. Disfruto ese estado de concentración».
Rubén Ochandiano –a quien vimos recientemente en otro thriller, Sin ti no puedo– cuenta que ha aprendido a verse en sus películas cuando se estrenan, y que procura tratarse con cariño, adoptando cierta distancia. «Lo que no hago es volverlas a ver con el tiempo, porque no me suma nada». Manu cuenta que en un principio procura evitar verse, porque puede ser muy duro consigo mismo. «Una vez ha pasado el tiempo, entonces sí… Al revés que Rubén».
Enseguida vuelven a coincidir al preguntarles por un thriller que les apasione: el primero que citan ambos es Zodiac, de David Fincher. ¿Algún otro? Manu cita The Drop, de Michael R. Roskam. «La vi de nuevo hace poco y me volvió a encantar».
Rubén cita otra que revisa una y otra vez, pero de repente se da cuenta de que puede servir como spoiler de cara a Lobo feroz, así que pide que la mantengamos en la privacidad. ¿Nos dirían un personaje que consideren todo un lobo feroz para terminar la charla? Por suerte, sí. Manu escoge a Al Pacino en El padrino; Rubén, a Sharon Stone en Instinto básico. Así esquivan otros para evitarte un spoiler… Muy considerados los dos.
FOTOS: CARLOS VILLAREJO
ESTILISMO: JOSE HERRERA
ayte. EstilismO: SAMUEL SANZ
MAQUILLAJE y pelo: CRISTINA LIBERTAD
VÍDEO: PABLO CARRASCO DE JUANAS
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