Almansa es una pequeña ciudad en la provincia de Albacete en la que, como sucede en tantas localidades de nuestro país, las personas LGTBIQ+ no lo han tenido fácil históricamente.
Ahora que incluso cuenta con su propio Orgullo, recién celebrado, la visibilidad y el respeto han evolucionado enormemente. Y es que cada vez tienen una mayor repercusión positiva los Orgullos de pueblo.
El ‘sexilio’ es un palabro que se ha puesto de moda en los últimos años para nombrar algo que ha existido toda la vida de Dios: irse del pueblo para vivir en libertad. Yo lo hice, como todo maricón que se precie, en cuanto me lo permitieron la edad y la educación.
Huí de Almansa, que oficialmente es ciudad pero todo en ella rezuma pueblo: los vecinos que se saludan por la calle y se critican en cuanto llegan a casa, las miradas que vigilan a los extraños, las tiendas que en verano solo abren hasta mediodía.
Almansa está en la provincia de Albacete, pero se encuentra en un punto exacto que siempre he llamado “el triángulo de las Bermudas de la península ibérica”: entre València (es una localidad manchega, pero siempre se vio el Canal Nou), Murcia (de hecho perteneció a dicho reino, y antes taifa, durante siglos) y Albacete. En Almansa se encuentran el viento enloquecedor de la meseta, el trabajo fatigoso de la huerta y el arrasamiento de las drogas. Muchos son los que han sucumbido a uno de los tres o, como mi padre, a todos.
Lo que no se dice del sexilio ese es que suele ser un camino de ida y vuelta. A menudo las personas del colectivo LGTBIQ+ –y, en general, todos esos raros que se salen de la norma y no están del todo a gusto en sus pueblos y con sus familias– acabamos teniendo algún tipo de reencuentro con todo eso de lo que huimos. Quizá al comprobar que la tierra prometida era yerma (como esa Chueca que fue oasis de la libertad y ahora es un desierto gentrificado) o, simplemente, porque las raíces acaban tirando inevitablemente de nosotros.
Cuando volvemos, los que nos fuimos nos damos cuenta de que estamos en deuda con los que se quedaron. Pienso en ello cada vez que asisto a algún acto organizado por Almansa Entiende. La asociación LGTBIQ+ del pueblo cumple 15 años, y lo celebró a mediados de julio con el Orgullo más ambicioso y contundente que se ha organizado jamás en la zona.
Este año, la pregonera fue la icónica activista trans Mar Cambrollé. Tras una manifestación que cada año es más multitudinaria, se celebró un espectáculo en el recinto ferial durante horas, con dos sesiones DJ y tres artistas drag. Al final de la noche, muchos almanseños que no necesariamente son del colectivo estaban allí, disfrutando de la fiesta de la diversidad.
A estas alturas, y en el momento político que estamos viviendo, son estos orgullos rurales, organizados y celebrados por los que no se han ido (o los que siguen ligados, de alguna forma, a sus orígenes), los que más me emocionan. Cada año hay nuevas manifestaciones en ciudades y pueblos más y más pequeños y apartados; Almansa Entiende fue invitada al Orgullo de Ayora, una localidad valenciana de poco más de 5.000 habitantes que lo celebraba por primera vez en 2023.
Da igual lo que digan las urnas; la fuerza y la necesidad de los diferentes por ser visibles y existir en libertad son imparables ante “los mediocres que nos quieren de rodillas y en silencio” (se lo robo a Camila Sosa Villada de su fantástico libro Soy una tonta por quererte).
Pienso que está bien querer huir, y explotar de libertad allá afuera, pero que ya se quedó viejo buscar el refugio en el horizonte. Ahora nos toca conquistar el pueblo. O reconquistarlo. Pienso en cuántas personas LGTBIQ+ habrá habido en Almansa que se fueron, o se quedaron encerrados en sí mismes.
En ese mismo castillo que se ve desde la carretera, quizá dos musulmanas se besaron entre piedra y piedra. O en la Batalla de Almansa en 1707, dos soldados se consolaron el uno al otro por última vez la noche anterior a la derrota, cuando Felipe de Francia pudo abrirse paso hacia Valencia y se acuñó la frase “Quan el mal ve d’Almansa, a tots alcança”.
Ahora, Almansa Entiende se ha reapropiado del dicho y lo ha hecho su lema: “Cuando el Orgullo viene de Almansa, a todes alcanza”. Me tranquiliza saber que ellos, ellas y elles han reconquistado esta tierra.
ILUSTRACIONES: IVÁN SOLDO