Bésame mucho (pero con mi consentimiento)

El controvertido –e inaceptable– beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso ha generado un debate sin precedentes y muy necesario en torno al consentimiento. Hay mucho que hablar al respecto.

Bésame mucho (pero con mi consentimiento)
6 septiembre, 2023
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Nuestro colaborador Carlos Barea reflexiona, desde un punto de vista personal, sobre la polémica que empañó el reciente triunfo de la selección española de fútbol femenino.

Y habla también de cómo ciertos sectores político-sociales de este país hacen lo indecible para intentar eludir el componente opresivo de los ataques hacia las minorías y los colectivos vulnerables.


En estas últimas semanas, que tanto se está hablando del consentimiento, ha vuelto a salir a la luz el beso que Anabel Alonso le dio a Jordi Cruz en el plató de MasterChef en el año 2019. Con estas imágenes algunos pretenden demostrar el aparente doble rasero con el que se mide la ética del consentimiento: si la acción parte de una mujer hacia un hombre todo está tolerado, mientras que a la inversa el escándalo es mayúsculo. Una gran falacia, cuando menos.

Ivan Soldo Shangay

Ilustración: Iván Soldo

Antes que nada, habría que recordar que, por mucho que se diga lo contrario, el asunto ya trajo bastante cola en su momento. Se abrió, de hecho, este mismo debate acerca del valor del consentimiento del hombre. No nos íbamos a librar de ello, por supuesto. Pero, aparte de que el tema ya fue machacado y de que está claro que el consentimiento siempre tiene que estar por encima de todo, hay que aclarar que existen diferencias sustanciales entre el beso a Jordi Cruz y el que en estos días sigue llenando páginas de diarios y copando artículos de opinión.

En primer lugar, el de Anabel Alonso fue el beso de una mujer abiertamente lesbiana hacia un hombre hetero, por lo que el posible componente sexual ya queda suprimido por completo. Tampoco existía una relación de poder que hubiera permitido a la actriz obtener ventaja o control sobre Cruz ante un momento de aparente vulnerabilidad. Menos aún se puede obviar que la situación se desarrolla en un programa de televisión, donde casi todo, aparte de grabado, está pactado y guionizado. ¿Acaso si no hubiera sido una situación consentida se habría incluido en el montaje final del programa? Permitidme que lo dude.

Y, lo que es más importante, resulta necesario aclarar que el beso de Luis Rubiales, el presidente de la Real Federación de Fútbol Española, a la jugadora de la selección femenina Jenni Hermoso implica mucho más que un beso. Ese ‘piquito’ representa la eterna subyugación de la mujer a los deseos del hombre, pasando por alto la autorización de estas: los tocamientos ‘sin querer’ en autobuses atestados de gente, los “dame un besito, guapa”, las violaciones grupales, los “tú te callas y haces lo que yo diga”.

Es decir, esa acción, para algunos inocente, pone de manifiesto la recurrente negativa a tener en cuenta la voluntad de aquellas que, a lo largo de la historia, han sido tratadas como meros objetos de deseo. Este tema, además de enfadarme bastante, me ha hecho pensar en cómo ciertos sectores político-sociales de este país hacen lo indecible para intentar eludir el componente opresivo de los ataques hacia las minorías y los colectivos vulnerables. Es decir, en cómo el cisheteropatriarcado se empeña en justificar ciertas agresiones, por muy evidentes que sean.

Tan solo hay que recordar, sin ir más lejos, el caso de Samuel Luiz. Aunque fue asesinado al grito de “maricón” hace ahora dos años, muchos pusieron en duda el componente homófobo del crimen. “¿Cómo iban a saber que era homosexual?”, ”No se conocían de nada”, “Son cosas que se dicen”. Cualquier justificación, excepto admitir que si se asesina a una persona mientras se le llama maricón es un delito de odio.

Las excusas también son extrapolables a nuestra cotidianeidad: escuchar chistes de maricas en comidas familiares, recibir piropos obscenos, no dirigirse a las personas trans por su género sentido u oír risitas a tus espaldas cuando vas por la calle. Todo ello es considerado por algunos meras tonterías, berrinches de una generación de cristal que se ofende por cualquier cosa.

Sin embargo, estas actitudes me reconfirman que no hay dicho más cierto que aquel que dice que la igualdad parece opresión cuando se está acostumbrado al privilegio. Está claro que esto es exactamente lo que le está pasando a aquellos que comparten las imágenes de Anabel Alonso para justificar una actitud repugnante que no tiene cabida en una sociedad feminista e inclusiva. Son, además, los mismos que se empeñan en no ver un delito de odio en un asesinato homófobo o un ataque a la integridad de las personas en las microagresiones.

Todo ello está, no me cabe duda, orquestado para intentar perpetuar una sociedad cisheteropatriarcal opresora que, aunque aún queda mucho camino para abolirla, se comienza a resquebrajar. Y eso es, no lo olvidemos, lo que verdaderamente les asusta: la posibilidad de perder unos privilegios que llevan protegiendo con uñas y dientes desde que el mundo es mundo.

CARLOS BAREA ES ESCRITOR, INVESTIGADOR Y ACTIVISTA CULTURAL. HA PUBLICADO LA NOVELA BENDITA TÚ ERES (EGALES) Y RECIENTEMENTE HA COORDINADO EL ENSAYO OCAÑA. EL ETERNO BRILLO DEL SOL DE CANTILLANA (DOS BIGOTES)

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