Ferran Carvajal, catalán aficando actualmente en Madrid, ha trabajado en numerosas ocasiones al lado de Carme Portaceli, y vuelve hacerlo en La madre de Frankenstein, el espectáculo que inaugura la temporada del Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional.
En ella, Carvajal participa como actor y como responsable del movimiento del reparto. Así une sus dos grandes pasiones este intérprete, bailarín y coreógrafo, muy consciente de la expectación que ha despertado esta adaptación realizada por Anna Maria Ricart, bendecida antes de su muerte por Almudena Grandes.
Para Ferran Carvajal supone un reto muy especial La madre de Frankenstein porque, aunque ha trabajado en numerosas ocasiones en el Teatre Nacional de Catalunya, es su primera vez en el Teatro María Guerrero. “He visto mucho teatro aquí, y poder subirme ahora a estas tablas sin duda me motiva mucho”, afirma. “Estamos todos quienes formamos parte del proyecto muy emocionados; somos conscientes de esa expectación que ha despertado la función y es algo que nos emociona”.
La madre de Frankenstein arranca en 1954. Germán Velázquez (Pablo Derqui) regresa a España desde su exilio en Suiza, donde ha pasado más de la mitad de su vida, para trabajar en el manicomio de mujeres de Ciempozuelos. Allí se reencuentra con Doña Aurora Rodríguez Carballeira (Blanca Portillo), una paranoica y brillante parricida, que él conoció en la clínica de su padre siendo un preadolescente. Una mujer que le fascinó de tal manera que le impulsó a estudiar Psiquiatría. A su regreso se encuentra con un país que no reconoce.
«Nos emociona la expectación que ha despertado la función»
“Va a ser un espectáculo de grandes dimensiones”, adelanta Carvajal que, como varios de sus compañeros, interpretará varios personajes. “Almudena Grandes tiene esa capacidad para narrar desde lo más íntimo, desde lo cotidiano, y describir un mundo oscuro que es el que representa esa España con una gran losa encima, donde la represión estaba a la orden del día”. El artista tiene muy clara la importancia de una obra así. “Estamos en un momento en que tenemos que recordar; la memoria es muy importante, porque todo lo que sucedió entonces ha dejado una huella que permanece en nuestros días”.
A nivel emocional, también está siendo un viaje importante el que está realizando todo el equipo que trabaja en la obra. “Lloramos en los ensayos, y mucho. Tiene momentos muy emocionantes”, confiesa. “Pero también se saca a la luz ese humor con el Almudena Grandes narraba ciertos hechos cotidianos, para compensar. Igual que aparecen reflejados los pequeños reductos de libertad que se creaban en la clandestinidad en aquella época”.
Luis García Montero, viudo de Grandes, también se emocionó enormemente cuando acudió a uno de los ensayos. No solo es un conocedor único de toda la obra de Almudena Grandes, también era consciente de que este proyecto estaba en marcha desde que su mujer le dio el visto bueno al proyecto, poco antes de ingresar en el hospital por última vez. Un espectáculo cuya responsable máxima es una mujer, al igual que lo es la adaptadora, un hecho a resaltar. “Es algo muy bonito, e importante, para la mirada de la historia que contamos. Almudena ya refleja a mujeres que, a pesar de las circunstancias, están ahí, y dibuja todo un corolario femenino en su novela”.
«La madre de Frankenstein es un regalo muy enriquecedor y placentero»
Continúa Carvajal: “Esa mujeres represaliadas están muy bien escritas, con una fuerza y una voluntad que imagino que es la que existía en ese momento. La necesidad de supervivencia les hacía buscar maneras de estar presentes y encontrar una forma de vivir”. Afincado en Madrid desde hace dos años, habla de este trabajo como “un regalo muy enriquecedor y placentero”, que para él supone el regreso a la interpretación, animado por Carme Portaceli.
Con gran experiencia también como coreógrafo para la escena (“conoce perfectamente mi experiencia en la danza”), en esta ocasión también realiza esa labor en La madre de Frankenstein, con lo cual su experiencia está siendo doble, “porque para aportar desde el movimiento es necesario tener una visión global del trabajo”. Así que, además de actuar y diseñar dicho movimiento, realiza la preparación física de los actores, “para que el cuerpo esté receptivo y generoso, y la concentración y la energía equilibradas”.
Su primera colaboración con La Fura dels Baus en la ópera El martirio de San Sebastián le abrió también las puertas de ese mundo, en el que continúa introduciéndose regularmente. «Disfruto muchísimo en la sala de ensayo, podría estar ensayando siempre», asegura. «Aunque entiendo que siempre tiene que haber un objetivo final, porque es con la mirada del público con lo que se cierra cada espectáculo. Entiendo que estar en el foco te ayuda en cuanto a capacidad de elección de futuros proyectos».
Fue cuando empezó a colaborar con Álex Rigola en el Teatre Lluire cuando Ferran Carvajal se hizo coreógrafo para la escena. «Venía de haber hecho danza en paralelo a mi trayectoria como actor, y fue él quien me llamó para hacer un montaje de Julio César. Sabía de mi recorrido en el movimiento», recuerda, «y le propuse posibilidades. Cuál sería mi sorpresa cuando al día siguiente me dijo que había cambiado su idea del personaje principal, que quería que interpretase a Julio César y que, además, le ayudase con la coreografía del espectáculo».
«Crear híbridos es lo que más me interesa»
Siempre embarcado en proyectos de lo más variados, hace ya meses que se encuentra trabajando en uno muy especial centrado en el no binarismo junto a Ondina Maldonado y Salvador S. Sánchez, No Gender, que se estrenará a finales de mayo. «Gracias a Alba Flores, en un taller de movimiento que di conocí a Ondina», recuerda. «Meses después, me escribió para decirme que le gustaría trabajar conmigo de alguna manera. Me contó el proceso personal en que está, y que llevaba tiempo recogiendo material de cara a montar algo». A Ferran le interesó muchísimo tanto la temática como toda la propuesta de Ondina. «Me acabó enredando, y al final estaré en escena con elle».
Un work in progress del que, de momento, prefiere no adelantar mucho, aunque es evidente lo emocionado que está con esa próxima aventura. «Porque estoy siguiendo ese proceso vital de Ondina en que el cuestionamiento está a la orden del día, y no solo en lo exterior, sino dentro de une misme». Una aventura que Salvador S. Sánchez ha definido de una manera que le encanta a Carvajal: «Un espectáculo no binario sobre el género no binario».
Un proyecto muy distinto a La madre de Frankenstein, en que se encuentra ahora inmerso al cien por cien, y que se representará en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional del 29 de septiembre al 12 de noviembre.
Con muchos deseos de centrarse también en sus propios proyectos como director, Ferran piensa seguir investigando y trabajando más allá de su vertiente interpretativa. “A lo largo de mi trayectoria siempre he ido en esa dirección, buscando y fusionando elementos de los distintos lenguajes escénicos. Crear híbridos es lo que más me interesa”.
RETRATOS FERRAN CAVAJAL: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
FOTOS ENSAYOS DE LA MADRE DE FRANKENSTEIN: GERALDINE LELOUTRE
LA MADRE DE FRANKENSTEIN SE REPRESENTA DEL 29 DE SEPTIEMBRE AL 12 DE NOVIEMBRE EN EL TEATRO MARÍA GUERRERO (C/TAMAYO Y BAUS, 4) DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL, EN MADRID