'Orlando Paladino', el Teatro Real (nos) sacia la sed de Haydn

Un día después del estreno del 'Orlando' de Händel, el coliseo madrileño acoge una deliciosa interpretación de esta maravillosa obra del compositor austriaco.

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Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

2 noviembre, 2023
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Es una lata el trabajar, cantaba Luis Aguilé. Y así comienza el librero de Orlando Paladino, casi con las mismas palabras, para desmentir al legendario cantante argentino: si trabajar es hacer una crónica o crítica de lo que pudimos escuchar en el Teatro Real, entonces trabajar es un regalo de la vida.

Si existiese la posibilidad de reencarnarse, quien esto firma no dudaría en quién hacerlo: en un príncipe Eszterházy para poder contratar a Haydn y tenerlo solo para que estrenara en mi palacio obras tan deliciosamente divertidas y exquisitas como este Orlando Paladino que se pudo escuchar en el Teatro Real de la mano del no menos exquisito Giovanni Antonini y su Il Giardino Armonico.

Había sed de Haydn. Mucha. Un compositor cuyas óperas casi no se representan. En el Real, si no me falla la memoria, desde hace unos quince años en un proyecto pedagógico que incluyó La vera constanza. En esta ocasión, Orlando Paladino fue representada en versión concierto.

Orlando Paladino Haydn Teatro Real

Orlando Paladino, de Haydn, en Teatro Real, en una versión concierto a cargo de Il Giardino Armonico.

El pasado 1 de noviembre pudimos saciar un poco esta sed de Haydn. Fue un regalo maravilloso, de principio a fin, durante las más de dos horas y media de música (tres horas con el descanso). El día anterior se había estrenado en ese mismo escenario el Orlando de Händel, compuesto 49 años antes que esta obra del genio austriaco. En solo medio siglo se pasó del Barroco al Clasicismo. Cincuenta años en los que la ópera cambió por completo.

 

En esta obra, un dramma eroicomico, vemos trazos magistrales de lo que luego veremos en el Don Giovanni de su amigo Mozart, pues la similitud entre el aria del catálogo de Leporello y el de Pascuale de esta obra es más que evidente, tanto en lo musical como en la letra: Ho viaggiato in Francia, in Spagna. Ho girato l’Allemagna, La Sassonia e La Turchia... canta Pascuale en Orlando Palatino. In Italia seicento e quaranta; In Alemagna, duecento e trentuna; Cento in Francia, in Turchia novantuna; Ma in Ispagna son già mille e tre…, cantará Leporello solo cinco años más tarde en el Don Giovanni. En ambas obras hay –aunque con rasgos completamente diferentes– un convidado de piedra, pues en la obra de Haydn, Alcina duerme a Orlando para que no se entere de cómo va a resolver los enredos amorosos de la trama.

La relación y la amistad de Mozart con su admirado Haydn nos ha regalado obras maravillosas. No solo los famosos cuartetos que el compositor de Salzsburgo dedicó como regalo a su maestro. Esto que vemos en Orlando Paladino es solo un ejemplo más.

Lo que pudimos escuchar en el Real fue, simple y llanamente, una delicia. Giovanni Antonini y sus músicos de Il Giardino Armonico tienen la culpa de ello. Como la tienen los siete cantantes (entre los que se reparten los nueve personajes de la obra) que están con ellos en esta maravillosa aventura. Perfectamente compenetrados, forman un total, un bellísimo ‘jardín armonioso’, como bien indica el nombre de la formación musical.

Angelica es la soprano húngara Emőke Baráth; Rodomonte y Caronte los interpreta el barítono italiano Renato Dolcini; Orlando, el tenor estadonidense Alasdair Kent; Licone y Pasquale, el personaje más goloso de la obra, el tenor polaco Krystian Adam; Eurilla, la soprano también polaca Natalia Rubis; Medoro, el tenor canadiense Josh Lovell; y Alcina, la soprano española Núria Rial. Un elenco de lujo para una obra maravillosa, divertida y exquisita.

Haydn revolucionó la sinfonía. Pero Haydn es mucho más. Esta obra es el claro ejemplo de que todo había cambiado desde el Orlando de Händel que pudimos ver solo un día antes. Esta obra demuestra que la estructura barroca de 1733 había saltado por los aires y llegaba la hora de una nueva forma de componer.

El maestro de Mozart nos dejó poco más de quince óperas que casi nunca llegan a los coliseos. Krystian Adam canta en varias ocasiones que tiene hambre y que quiere ir a comer a cualquier taberna, es lo único que le interesa. Nosotros teníamos sed de Haydn, y con lo que pudimos escuchar el pasado día 1 de noviembre la saciamos un poco. Pero nos quedamos con ganas de más.

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