En ocasiones, del dolor más grande sale una obra de arte. Es lo que le ha ocurrido a Pablo Romo, que ha sabido constriur su primer álbum, OVNI, tras haber superado graves episodios de violencia sexual.
Comenzó su trayectoria profesional como actor, pero cuando llegó el momento en que fue consciente de lo que había vivido –más bien, sufrido– mientras estudiaba la carrera de Arte Dramático, se sintió incapaz de volver a subir a un escenario a interpretar un papel. Ahora ha comenzado a hacerlo para mostrarse tal cual es para cantar los temas de su autobiográfico primer álbum, OVNI (Olvídame Valiente Niño Imbécil).
En esta entrevista en primera persona comparte la historia que le ha traído hasta aquí, cuando comienza una etapa como cantante y gracias a las canciones de su álbum ha logrado hacer las paces con lo más doloroso de su pasado.
En paz
«Nací en La Garrovilla, un pueblo al lado de Mérida. Soy gay desde que mi madre me dio a luz, y recuerdo haber tenido una infancia ideal. Se me notaba desde pequeñísimo, y no necesité hacerme preguntas según crecía, aun sin tener referentes visibles. Nunca sentí ningún conflicto por ser como soy, ni sufrí casi homofobia.
Desde que tengo uso de razón me gustaba actuar y cantar. Todos mis amiguitos en el cole me protegían, porque yo les ayudaba en las disciplinas artísticas. En la adolescencia fue cuando empecé a sufrir más insultos homófobos, desgraciadamente sigue siendo algo habitual, pero nunca viví un conflicto fuerte que me generara miedo. A mis padres nunca he necesitado decirles que soy gay, no hizo falta tener esa conversación. Si mi madre lo descubrió fue porque me espiaba el móvil [risas]. De mi padre estoy muy orgulloso por cómo se ha ido deconstruyendo con el tiempo».
Shock
«Me apunté a la Escuela de Arte en Mérida, y después me licencié como actor en Arte Dramático. Siempre tuve muy claro que ese era el mundo en que quería estar, y estudié en espacios superseguros… aparentemente. A los 22 me vine a Madrid, que es la ciudad perfecta para mí, me siento en casa.
Antes, trabajé dos años seguidos en el Festival de Mérida, en 2018 y 2019. En el primero la experiencia fue alucinante; en el segundo fue horrible, lloraba antes de cada función. Sentía que todo el mundo me juzgaba, que no me gustaba lo que hacía… Llegó la pandemia, y en 2020 mi cerebro desencadena todas las movidas un día, de la nada: descubro que durante la carrera sufrí violencia sexual por parte de un profesor«.
Abusos
«Cuando fui consciente de esos abusos, que habían estado enterrados en mi cerebro durante años, empiezo a contárselo a amigos, que me confesaron que lo sabían. Ahí comienza mi infierno, porque empecé a tener pesadillas con todo lo que viví. Recuerdo los besos, las caricias, que me ponía la mano en la rodilla, que me decía que quería follar conmigo… Ese señor me espiaba cuando me desnudaba y después me lo hacía saber…
Ese septiembre, escuchando Folklore de Taylor Swift en una piscina, empiezo a llorar a lo bestia, y es cuando decido publicarlo, sin nombrarle. Algunos de mis profesores también me confesaron que lo sabían, aunque el centro en ningún momento se puso en contacto conmigo. Lo único bueno que me llevo de la experiencia es que a partir de ese momento se hizo un protocolo antiabusos sexuales en la escuela«.
Llega el ‘OVNI’
«Como mi hermano vive en Sevilla, decidí irme con él un año, y fue el peor de mi vida. No me gustó nada la ciudad para vivir allí. Al menos, fue donde empecé a componer el disco que acabo de sacar. Empiezo a sentir muchísimas cosas que necesitaba sacar fuera, y las fui escribiendo en una libreta. En verano de 2022 le empiezo a dar forma a las canciones.
Como no dejaba de decir que me gustaría irme a vivir al campo yo solo, una amiga me dijo que lo que debía hacer era inventarme un planeta rosa al que escaparme. Ahí surgió el título de OVNI, una acrónimo que quiere decir «Olvídame Valiente Niño Imbécil». Para enfrentarme a esa voz que me recuerda lo que he vivido y que me dice ‘no vales nada, eres feo, estás gordo…’.
Como nunca accedí a tener nada con aquel profesor, él me insultaba en clase y me decía cosas como que no valía nada y otras muchas cosas muy fuertes, delante de mi clase. No entiendo cómo compañeros que me sacaban diez años, o más, nunca movieron un dedo. Menos mal que ahora existen más herramientas para atajar ese tipo de actitudes».
Adiós, teatro
«Jamás volveré a hacer teatro, porque en él me siento muy juzgado. Además, todos los papeles que me daban eran de chico gay con pluma, el maricón. Yo quería que cada personaje que me ofrecieran fuese diferente, y entre lo que me pasó y que vi que eso no iba a suceder, decidí olvidarme y centrarme en la música. Me siento mucho más cómodo así: controlo mi proyecto y nadie me dice qué tengo que hacer o cómo me debo vestir.
«Referentas»
«¿Quieres saber mis ídolos creciendo? La primera, Mónica Naranjo, la siento madre. Si a los siete años ya le rogué a mis padres que me llevaran a un concierto suyo, aunque no me dejaron… [risas] También me encantaba La Oreja de Van Gogh, las Spice Girls, Natalia de OT… Todas esas mujeres han hecho de mí un gran hombre, como les pasa a tantos gais.
A día de hoy me inspira mucho sobre todo Lana del Rey. Siento que no vive en el mismo espacio-tiempo que nosotros, y eso me fascina. También me ha inspirado mucho Zahara, sobre todo con Puta. Musicalmente me inspiran también desde Él mató a un policía motorizado al techno, que es un género que me emociona mucho. De hecho, El zoo la compuse escuchando un tema de techno en bucle, y llorando sin parar».
Catarsis
«Haber lanzado OVNI me ha resultado de lo más liberador, no sabes lo bien que me siento ahora. Solo me preocupa compartir mi historia porque la gente siempre me pregunta lo mismo: «¿por qué no lo has contado antes?». Mi psicóloga, a la que adoro y que tanto me ayuda, me dejó claro que cuando vives algo así lo olvidas, es la manera del cerebro de protegernos. Pero siempre llega un momento en que los traumas enquistados salen a la luz.
Lo importante es que ahora me siento muy curado. Y tengo claro en este momento de mi vida que solo quiero conocer a hombres que vayan a terapia [risas]. Ahora es cuando empiezo a mostrarme de una manera más natural en redes, sin agobiarme si salgo un poco feo en una foto. Es algo que me merezco. Porque durante mucho tiempo proyecté una imagen muy artificial. Como buen Cáncer, soy una persona muy vulnerable y extremadamente sensible, pero quiero permitirme no ser ya tan exigente conmigo mismo en todo momento».