Leo Kenai, en 'Generación selfi': "No es bonito ser invisible como hombre trans"

Tan comprometido con su arte como con el activismo LGTBIQ+ y la visibilidad trans masculina, Leo Kenai comparte su historia en primera persona.

El activista y artista Leo Kenai apuesta con su ejemplo por la visibilidad trans masc.
El activista y artista Leo Kenai apuesta con su ejemplo por la visibilidad trans masc.
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

7 mayo, 2024
Se lee en 6 minutos

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Malagueño afincado actualmente en València, Leo Kenai, de 26 años, está cada día más comprometido con su visibilidad como hombre trans, consciente de lo importante que es para el colectivo trans masc que cada vez existan más referentes.

Nacido en Fuengirola, Leo Kenai comparte aquí en primera persona, con total sinceridad, sus experiencias como persona del colectivo LGTBIQ+. La importancia que para él ha tenido siempre la visibilidad, y también, en su caso, la ausencia de referentes trans masc con que creció, le han llevado a estar cada día más comprometido con el activismo.

Por eso piensa seguir apostando en todo momento por mostrarse tal cual es, y por defender una normalidad que, desgraciadamente, no todas las personas del colectivo LGTBIQ+ pueden disfrutar a día de hoy.


Bicho raro

Leo Kenai, activista de la visibilidad trans masculina

«Tuve una infancia bastante aburrida en un barrio de Fuengirola, lo único que hacía era ir al colegio y nadar. Mi madre es holandesa, algo importante de destacar, porque es de la escuela germánica de la disciplina. Me presionaba para que fuera una nadadora muy femenina, que no ensanchara demasiado.

Pero yo era una niña muy masculina, que siempre se juntaba con los chicos en el colegio para jugar al fútbol en los recreos, y así encajar en el grupo. Fue a los 12 años cuando me di cuenta de que era un poco diferente, no me gustaba mi cuerpo, y además descubrí que me sentía atraída por chicas. Era el bicho raro».


Bien guerrero

Leo Kenai, activista de la visibilidad trans masculina

«A los 13 me eché novia, ella era incluso más masculina de aspecto que yo. Mis padres no me dijeron nada, no hubo ningún gran drama. Y en el instituto fui superguerrero; fuimos la primera pareja abiertamente LGTBIQ+ del instituto, e incluso nos agradecieron algunos profesores nuestra visibilidad. Siempre estuve muy orgullosa de ser lesbiana [risas], siento que lo hice muy bien.

Cuando empecé a transicionar fui también la primera persona trans que muchos compañeros conocían. Ahí sí tuve algún problema, como cuando algunos profesores se negaban a usar mi nombre, incluso sufrí un trastorno alimentario. A base de hablar con mi terapeuta, por fin, tras ver en YouTube vídeos de un hombre trans llamado Leo Mulió, que es psicólogo, le dije que lo que él contaba era como yo me sentía. Conocí a una chica trans que estaba en la Fundación Daniela y me ayudó a la hora de hablar el tema con mis padres».


Nueva vida

Leo Kenai, activista de la visibilidad trans masculina

«Cuando empecé a presentarme como Leo, comencé a redireccionar mi vida. Tuve la suerte de tener un círculo de amigos trans en el barrio, y como ellos, me eché novia. Me sentía superapoyado. A mi madre le costó un pelín aceptarlo; mi ‘momento lesbiana’ lo llevó bien, pero ser trans implicaba muchas más cosas. Con mi padre dejé de hablarme durante años; rechazaba la idea de que no fuera su hija.

Cuando acabé el instituto ya estaba en hormonas, y me metí a Historia del Arte. Me entró mucha ansiedad por operarme, lo hablé con mis padres, y lo hice. Perdí muchas clases y decidí pasarme a Bellas Artes. Allí ya fui Leo sin más. Al tiempo, decidí decir delante de todos mis compañeros que era un chico trans. Al principio de mi transición, yo era el primero que no buscaba ser visible (y eso que en mi barrio me movía con otros chicos trans). Quería ser un chico y ya está. Pero llegó un punto en que dije ‘o hablo de esto o voy a explotar’. ¡Porque hay tanto desconocimiento sobre la realidad de los hombres trans!. Por eso, a partir de ahí empecé a orientar mi arte y mi activismo hacia la visibilidad del colectivo trans».


En voz alta

Leo Kenai, activista de la visibilidad trans masculina

«A mí me costó mucho encontrar referentes. Es que antes, ponías ‘hombre trans’ en Google y apenas te salía nada. Ahora la cosa ha cambiado, pero, igualmente, yo llego a un sitio pregunto si alguien conoce a algún hombre trans que pueda nombrar y lo habitual es que nadie tenga ni idea. No es que yo pretenda convertirme en un referente, pero sí he decido hacer todo lo posible por allanar el camino para otras personas que se encuentran completamente invisibilizadas. Porque, al final, a muchos hombres trans puede darnos miedo hablar por las consecuencias.

Como los hombres trans tenemos mucho cispassing, si no dices nada no tiene por qué saberse. Pero si no nos visibilizamos, nos juega en contra. Porque no es bonito ser invisible. Por eso empecé a ser más activista, colaborando con asociaciones como Apoyo Positivo. Algo que también algo con los fanzines que creo, porque esa información llega también camuflada a través de mi arte, que aun así lo siento como un hobby».


Otros caminos y ciudades

Leo Kenai, activista de la visibilidad trans masculina

«Ahora estoy estudiando Integración social, por si no tenía bastante con haber hecho Bellas Artes [risas]. He estado como voluntario en asociaciones, pero realmente es a lo que me quiero dedicar, y para eso me faltaba un título, y me puse a ello. Así puedo empezar a combinar el activismo dentro del arte y una parte más técnica.

A nivel personal, he tenido parejas bastante duraderas. El principio de mi transición lo pasé con una chica, con ese primer amor adolescente; en aquel momento era un chico hetero. Es verdad que siento que la testosterona nos vuelve un poco maricones [risas]. Conozco muy pocos hombres trans hetero… Fue explorando muchas cosas con personas que fui conociendo, y cuando empecé a ir regularmente a Madrid se me abrió un mundo muy grande. Aprendí a relacionarme de otras maneras, a descubrir relaciones que no tenían que ser monógamas cerradas supernormativas. Y me di cuenta de que no tenía que ir con un cartel avisando a las personas con las que me iba a liar de que era trans. Eso sí, me he encontrado con más gais falocentristas y chasers de lo que me gustaría admitir…

Tras vivir un tiempo en Madrid, me fui a València, donde vivo ahora. Allí  descubrí un círculo LGTBI muy bonito, contenía amigas que me hacen sentir súper bien y respetan el 100% de mi realidad. Y conocí a mi pareja actual, Pam Demia, que además, es una persona no binaria. Llevamos cerca de un año, tenemos mucho en común, y podemos hablar de todo, porque en ocasiones vivimos situaciones parecidas. Yo es que ya no quiero estar con peña cis, porque al final siento siempre una condescendencia por su parte.

Dentro de mi masculinidad, y de ser una persona binaria, he aceptado que no tengo que ser más queer de lo que soy por encajar en ningún sitio. No hay por qué ser la más rara o la supermegadisidente. Si quiero ponerme camisa y corbata para salir a pasear, lo voy a hacer. Y a quien no le guste, que no mire».

 

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