Alberto Batres se autodefine como «un cabezón», y a sus 24 años tiene muy claro el camino que quiere seguir con tenacidad, nada le frena. Desde que creó su marca ha logrado impactar con diseños que desfían los esterotipos de género. Borra las fronteras entre lo tradicionalmente masculino y femenino, y él es su principal embajador.
Haber vestido a participantes de OT 2023 como Naiara y Salma y a concursantes de Drag Race España le ha permitido beneficiarse de escaparates de lujo, y el jienense piensa seguir apostando por ropa en que se inspira en el folclore y la tradición y los reinventa para que se lo apropien «sobre todo los maricones».
Aquí relata Alberto Batres su viajazo hasta la fecha en primera persona. Todo un ejemplo de perseverancia y constante reinvención buscando siempre ofrecer la mejor versión de sí mismo y las mejores muestras posibles de su creatividad.
Pequeña Cenicienta
«Aunque nací en Linares, me crié en Torreperogil, un pueblo pequeñísimo de Jaén. Y hasta me acuerdo de la primera vez que me dijeron ‘maricón’. Por disfrazarme en el colegio en carnaval de Cenicienta con 5 años. Es lo que tenía salirte de la heteronormatividad en 2005 y cumplir el estándar gay: salía con chicas, jugaba con muñecas, me encantaban los vestidos…
En el instituto me pegaban collejas, me insultaban, me tenía que encerrar en el baño en los recreos…, bullying en toda regla. Esos ahora vienen a lamerme el culo porque he vestido a Naiara de OT. Suerte que siempre he tenido el apoyo de mis padres, desde el momento en que les dije que era gay. Aunque me aceptaron totalmente, confiaban en que cambiara porque no querían que sufriera. A día de hoy, le quieren más a mi novio que a mí [risas]».
Bien maricón
«Una vez salí del armario a los 17 me apoyaron mis amigos y, en general, toda mi gente cercana. ¡Ya era oficialmente gay, y punto! [risas] Cuando voy, da igual si me visto de flamenca o con corsés para salir; se la suda a todo el mundo. Y si alguien me ha insultado, como me pasó una vez estando en un pub, el pueblo se le echó encima. Si en la adolescencia no lo pasé bien, ahora es un gusto bajar al pueblo y poder expresarme libremente«.
Destino: Madrid
«Todo cambió realmente cuando me vine a Madrid a estudiar moda en el IED. Se había acabado el critiqueo por las esquinas. Y descubrí que podía ser algo que más que el típico gay normativo, lo que había sido hasta ese momento para evitar que los homófobos volvieran a la carga.
Enseguida fui consciente de que había muchas más opciones que explorar a nivel de sexualidad y expresión de género. De hecho, mi primer proyecto en la carrera lo titulé Maricón de España [risas]. Con mi diseño quise explorar la masculinidad a través del folclore español: era un traje de torero, y en la parte de atrás de la chaquetilla puse la palabra ‘maricón’. Me usé de modelo, yo toda loca, paseándome por la universidad con el traje y una peineta dorada enorme, con flores. Estaba viviendo por fin mi sueño».
El desbloqueo
«Me ayudó mucho la terapia, porque al poco de estar en Madrid vi que esa libertad de la que disfrutaba me creaba conflictos. ¿Por qué si un día me apetecía ponerme un vestido y maquillarme suponía que siempre tenía que ejercer de ‘gay femenino’? ¿Por qué si quería expresar mi masculinidad parecía que siempre tenía que vestir con chándal? Esos estándares establecidos también me bloqueaban a la hora de diseñar.
Poco a poco, gracias a los psicólogos, me liberé a fluir sin problema entre géneros, fue un desbloqueo tanto personal como creativo. Es lo que transmito con mis prendas, que seas como seas, con mis prendas te sentirás tú misme. Por eso, al final lo que hago es coger el folclore y la tradición y acercarlo a los maricones y al resto de personas LGTBIQ+, para reivindicar nuestra diversidad».
Divina libertad
«La etiqueta de ‘gay’ se me quedó corta hace muchos años. ¡Soy una chica rubia monísima! Y tiene sentido que muchas de mis amigas de Madrid me llamen Alberta… No me agarro nada de una manera fija, y también fluyo como diseñador a través de mis prendas. Uno de mis grandes referentes es Palomo Spain, en parte fue quien me inspiró para empezar en la moda. Y con mis diseños juego y dejo clara mi libertad, sin tener en cuenta a esos haters que no entienden que me ponga un traje de flamenca sin pecho de relleno.
Es mi cuerpo, y nadie tiene por qué juzgar cómo lo muestro con mis prendas. Lo mismo deseo para cada persona que se las ponga; que reivindiquen, como yo, el no género. Igual que como nunca nos han dejado participar de manera visibles en tantas tradiciones bonitas que tenemos, como la Semana Santa, este es mi momento, y el de las nuevas generaciones, para hacerlo. Como también hacen artistas como Carvento y algunas drags. Y que se jodan los fachas y los catetos. Eso sí, que quede claro que si utilizo la estética del toreo como inspiración es descontextualizándola, porque no lo apoyo en absoluto».
Moda reivindicativa
«Para mí es muy importante reivindicar nuestra diversidad y nuestra libertad con mi manera de expresarme a través de mi moda. Sin excluir a nadie. Solo a quienes practican el queerbaiting, claro, que con algún cantante así me he encontrado interesado en mis prendas, y eso no. Para mí los valores de mi marca son fundamentales, por encima de todo. Quiero vender, como todo el mundo, pero el compromiso social con el colectivo LGTBIQ+ es básico; de ahí la importancia que doy al mensaje tras cada prenda que hago.
Ojo, que ser un diseñador emergente no es fácil, pero no me rindo. No tengo a papi y a mami montándome cien por cien la marca, y eso que me ayudan todo lo que pueden. Así que, de momento, me lo tengo que hacer yo todo. Pero no me quejo».
Las cosas claras
«Mi gran oportunidad a la hora de dar a conocer mi marca llego gracias a un vídeo que se hizo muy viral. Salía con un vestido blanco y se me marcaba el paquete [risas], así por un lado tenía a los maricones celebrándolo y a otra mucha gente criticándome; el caso es que funcionó increíble. Por eso, además de diseñar y dar clases, dedico mucho tiempo a las redes sociales, porque me han ayudado mucho.
Ahora es surrealista ver, solo dos años después de haber terminado la carrera, que he vestido a Naiara cuando cantó con Isabel Pantoja, y a Salma en varios conciertos de la gira de OT. Hasta a Andy y Lucas, de repente, los vestí para su concierto en el WiZink Ccenter. Tengo límites: jamás le dejaría una prenda mía a Santiago Abascal o a Pablo Motos. Incluso dije que no a Sálvame cuando me pidieron que vistiera a Kiko Matamoros. No le veía llevando uno de mis diseños más especiales, encima, en homenaje a Federico García Lorca».
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