Anna Netrebko hace lo que le sale del moño en el Teatro Real (y nos fascina; nos vuelve locos)

Temas: Concierto, Crítica, Madrid, Ópera, Teatro Real

Es única. Anna Netrebko lo volvió a demostrar en el primer concierto de la nueva temporada del Teatro Real. Con un (maravilloso) programa dedicado íntegramente a Puccini, la diva dejó claro, una vez más, que se puede permitir el lujo de hacer lo que le dé la gana, lo que le sale del moño, y llevarse el repertorio a su terreno. Regresó junto a su ¿ex? marido Jusif Eyvazov al escenario madrileño en una noche memorable de la que todos salimos felices del coliseo de la plaza de Oriente.

La vida es así de injusta. Hay cuestiones que en otros nos pueden molestar, pero que en determinadas personas nos fascinan. Anna Netrebko es una de ellas, una de esas pocas que pueden hacer lo que les venga en gana. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Con un formidable instrumento, y arropada por un más que sólido elenco que la acompañó por las páginas más bellas (y conocidas) del compositor de Lucca, la Gala Puccini que abrió la temporada del Real fue una gran noche de ópera, perfecta para calentar motores y subir el telón antes de la apertura oficial, con Adriana Lecouvreur, el próximo 23 de septiembre.

Por otro lado, el morbo estaba servido. Anna Netrebko y Jusif Eyvazov juntos tras haber anunciado hace unas semanas su separación. Juntos y cantando Bohème, Butterfly y Tosca. Juntos cantando Addio, senza rancor. Ascolta, ascolta. Le poche robe aduna che lasciai sparse. Nel mio cassetto stan chiusi quel cerchietto d’or e il libro di preghiere… [Adiós, sin rencor. Escucha, escucha: Las pocas cosas que dejé en tu casa, recógelas. En mi cajón están la alianza de oro y el libro de oraciones… ], le dice Mimí a Rodolfo en el tercer acto de La Bohème. Pues fue así desde el comienzo de la noche con Turandot.

Más de dos horas de excelente canto, no como otros conciertos en los que la estrella canta cuatro arias en toda la noche. Eso fue también la Gala Puccini. Empezó la primera parte con Turandot y la terminó con Manon: Sola perduta, abandonatta. In landa desolata! Orror!  Y ya se veía que todo iba a ir a más. A mucho más. Sobre todo porque si Netrebko estuvo soberbia, Eyvazov no se quedó atrás en ningún momento.

Arrancó la segunda parte del programa con el dúo y cuarteto del tercer acto La Bohème –estupendos también la soprano Daria Rybak y el barítono Jéróme Boutillier– para dar paso a Questo amor, vergogna mia, de Edgar, con una espléndida interpretación de Boutillier.

Luego llegó en delirio cuando le tocó el turno a Tosca. Ahí fue cuando Netrebko hizo suyo, literalmente, Vissi d’arte. Y no solo no nos importó nada, sino que la sala se vino abajo. Tras ella, el Recondita armonia de su ¿todavía? marido. Ídem: vinieron, cantaron y arrasaron. Se cerró la noche oficial con Madama Butterfly. Ella se había cambiado cuatro veces de modelazo, a cual más fascinante, casi a uno por ópera (Tosca y Madama Butterfly los afrontó con el mismo outfit) ¿Se puede pedir más?

Pues, obviamente, sí: las propinas. Fueron dos. La primera, una de –de nuevo personalísima– interpretación de O mio babbino caro, de Gianni Schicchi, ella; la segunda, Nessum dorma, Turandot, él. Ambas propinas, sobretituladas, como el resto del programa, cosa poco habitual en los conciertos.

Está claro que en la vida se puede hacer todo. Pero también está claro que se puede hacer muy bien, bien, regular, mal o muy mal. Anna Netrebko y Yusif Eyvazov serán la ¿ex? pareja más mediática de la ópera. Pero de lo que no hay duda es que el jueves 5 de septiembre nos regalaron –junto a la Orquesta y Coro Titulares del Teatro Real y el Coro de RTVE y el resto del estupendo elenco que les acompañaba– una noche de antología. Para recordar. Eso es hacer las cosas muy bien.

Porque sí, Anna Netrebko puede hacer lo que le salga del moño. Ella sí. Y nos vuelve locos; nos encanta.