Llegó al Teatro Real procedente de la Opéra National de Paris. José Luis Basso, argentino de padres italianos, se formó en Buenos Aires, donde estudió piano, dirección coral y orquestal. De ahí, al mítico Teatro Colón de la capital argentina, desde donde dio el salto al Teatro San Carlo de Nápoles. Zubin Mehta lo llamó para el Maggio Musicale Fiorentino, formación con la que ganó un Grammy en 2003. Y ya ha sido un no parar hasta ahora, que lo tenemos de vuelta en España, país que conoce muy bien, pues también fue director del coro del Liceo de Barcelona.
Está feliz en Madrid, al frente del Coro Intermezzo, titular del Teatro Real. Él mismo nos dice que se encontró con una excelente formación nada más aterrizar en Madrid, en septiembre de 2023, cuando debutó con Medée, de Cherubini, sin tiempo para poder ensayar una obra tan complicada para el coro. Está orgulloso de la formación que dirige, y asegura que para él es muy importante el reconocimiento que tiene por parte del público, que cada vez ‘quiere’ más a ‘su’ coro, al igual que ocurre con la orquesta. Los cuerpos estables del un teatro de ópera son el esqueleto sobre el que este se sustenta. Por ello, tanto la orquesta (Orquesta Sinfónica de Madrid) como el coro titulares (Coro Intermezzo) son clave en esta aventura.
Quedamos con él en el patio de butacas del teatro para esta entrevista, en la que nos cuenta los entresijos, la trastienda, de lo que es un coro de ópera. Una pieza clave en el puzle de lo que es una producción lírica, y en la que pocas veces se pone el foco. Él saca pecho, orgulloso, por los suyos, y eso se nota: «Estoy feliz de que el Coro del Real sea ya un orgullo para Madrid», nos dice.
SHANGAY ⇒ El coro, esa gran pata invisible muchas veces en el mundo de la ópera, pero imprescindible… Y el coro del Real ha llegado a unos niveles altísimos y es ampliamente reconocido por el público.JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Dentro de la ópera, el coro tiene un papel fundamental, concebido por los mismos compositores. Todas las grandes óperas de Verdi, Wagner, las contemporáneas, el repertorio francés… Las grandes óperas deben contar con un coro sólido en un teatro, porque es un personaje fundamental. Representa casi siempre, o en realidad siempre, los sentimientos colectivos, frente a los individuales de los solistas. Por eso, el público siente por él una simpatía especial. Incluso muchas veces entra en conflicto con los personajes solistas, precisamente por ello, porque no representan esos sentimientos colectivos. Muchas veces, cuando se programa una ópera, lo primero que se piensa es en el coro, no en los cantantes. Por ejemplo, en Los maestros cantores de Núremberg, o en las óperas de Wagner. Si no se tiene un coro de primer nivel, es impensable programarlo dentro de la temporada. Un coro y una orquesta, pero en este caso hablamos del coro. Por tanto, claro que hay que reivindicar al coro, como personaje de la ópera, porque muchísimas veces es lo que levanta a un espectáculo, lo que le da vida.
SHANGAY ⇒ Llevas poco más de un año en Madrid al frente del Coro Intermezzo, titular del Teatro Real. ¿Qué te encontraste cuando llegaste, y cómo lo encuentras ahora?
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Hace un año que empecé y mi debut fue con Medea, de Cherubini. Ya un desafío de entrada, porque en esa ópera tiene un papel protagónico, y vine justo antes del estreno, sin tiempo para ensayar. Lo que me encontré fue una formación de un muy buen nivel. Se parte del presupuesto de que se cuenta ya con un coro excelente. Luego cada maestro le da su impronta, huella o característica. Eso depende ya un poco del director. Pero el Coro Intermezzo, que es el titular del Teatro Real, es una formación musical muy sólida. Es joven, flexible, capaz de abordar todo tipo de repertorio, desde el barroco hasta la música contemporánea, pasando por el periodo romántico, el clásico, la ópera rusa, sin problema alguno. Además, otra característica que tiene es su gran flexibilidad escénica: es una formación activa, vivaz, que participa en el escenario. Delante de un reto escénico, nunca se echa atrás nunca. Eso lo aprovechan todos los buenos directores de escena que pasan por el teatro y que elogian siempre su trabajo escénico.
«Trato al coro como si fuera un cantante solista; y en ciertos momentos, una diva»
SHANGAY ⇒ Dices que cada maestro deja su impronta. ¿Cuál quieres que sea la tuya?
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Lo primero que un director tiene que crear es un buen grupo. La relación entre el director y los cantantes tiene que estar basada en el respeto mutuo, ya que hay que convivir muchísimas horas juntos, muchos meses y muchos años creando un espectáculo: desde la lectura inicial de una partitura, hasta la última función. Hay todo un proceso de trabajo, donde el director y el coro tienen una interacción continua. Por tanto, lo importante es crear este grupo. La función del maestro es un poco unir todas las diferentes personalidades que hay. Pero el objetivo es uno y, a la hora de cantar, el coro es como un instrumento, como tener un piano o cualquier otro, que actúa como una unidad única y sólida y compacta. Esto es lo primero que tiene que crear un maestro de coro, que no es nada fácil, porque entran en juego muchos mecanismos. Siempre he creído que el líder de un grupo no tiene que mostrar intencionalmente, hacer ostentación, de sus propias capacidades; no tiene que mostrar su luz, sino que tiene que enseñar al grupo a descubrir la suya propia, su propia capacidad. Esto creo que es la clave.
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SHANGAY ⇒ Pero no me has respondido a cuál quieres que sea tu impronta…
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ [risas] Naturalmente, luego, si entras en las características del trabajo, entras en la parte técnica, es decir, musicalmente, qué quieres: qué tipo de color, de fraseo, quieres del grupo. Ahí ya entramos en esas características técnicas. Si quieres privilegiar el aspecto rítmico, la calidad del sonido… Yo, naturalmente, trato al coro como si fuera un solista, es decir con todas las características y capacidades que se le exigen a un solista, a un principal, a una soprano. Vienes a ver Norma, y de la soprano que la canta quieres escuchar un legato, un fraseo, una calidad de sonido, una entonación, una interpretación… Eso es lo que yo le pido al coro. Insisto: trato al coro como si fuese un cantante solista. Y en ciertos momentos, una diva, también. Se puede decir, porque en ciertas óperas el personaje tiene que ser un divo, no solo subir al escenario y cantar, sino demostrar toda su capacidad escénica, como hemos visto en Medea: irrumpe en escena con una fuerza impresionante cuando quieren matar a Medea. O en Maestros cantores, en la escena de la fiesta. El coro tiene que tener una personalidad. Esto es muy importante. Y aquí entran muchas cosas en juego.
«Lo que diferencia al Coro del Teatro Real [de los de otros teatros del mundo] es que es gente con entusiasmo, joven, que no ha perdido la emoción»
SHANGAY ⇒ Al Teatro Real de Madrid llegaste de la Ópera de París, una de las instituciones históricas de la lírica mundial, de la primerísima división. ¿Qué te encuentras en el Teatro Real, y cómo se ve nuestro coliseo desde esa perspectiva?
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ La diferencia que me viene a la cabeza, directa y rápidamente, es que todavía aquí, en el Teatro Real, la gente tiene ilusión. Es decir, cuando coge una partitura para preparar un título hay una aproximación a la obra con un sentido naíf: no se ha perdido la ilusión por lo que tienen. En muchos teatros, cuando se hacen espectáculos cada día, cada día [repite], durante el año, dos funciones por día, inclusive, y ensayos, la gente muchas veces entra en un tipo de rutina que es perjudicial para el rendimiento artístico. La diferencia de base, que tiene el Coro del Teatro Real, es que es gente con entusiasmo, joven, que no ha perdido la emoción. Ahora estamos terminando la Adriana [la entrevista se hizo en octubre, el día de la última función de Adriana Lecouvreur], donde el coro no es un personaje fundamental, pero todos ya sentimos lo mismo: estamos tristes porque se ha acabado un espectáculo. Pero, bueno, empieza otro, y un nuevo desafío. Y las frescura con la que nuestro coro, el coro de Madrid, aborda su trabajo, el repertorio que tiene que ser, es diferente de muchos otros teatros de «primer nivel histórico». Esa ilusión no quiere decir que no haya un altísimo sentido de la profesionalidad, eso quiero dejarlo bien claro. No tiene nada que ver una cosa con la otra.
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Exacto. El teatro de repertorio es peligroso porque entras en la rutina, empezando porque no tienes tantos ensayos; no hay el tiempo necesario para preparar una obra. Cuando se tiene ese tiempo, puedes profundizar no solo en la música, sino en todo lo que significa el espectáculo. Un ejemplo: Adriana Lecouvreur, en la que, como digo, la participación del coro es muy poca, pero tienes tiempo y puedes hablar del rol escénico que tiene. Estudiar la sociedad del siglo XVIII, con todas sus características, contradicciones, el conflicto entre clases… Es fundamental que se entienda todo esto perfectamente para el momento en el que ellos suben al escenario. Eso te da una capacidad interpretativa. Cuando tú conoces todo el trasfondo social de la obra, la situación en la que el compositor la escribió, su mensaje. No solo es cantar notas y música, sino que hay que conocer todo el contexto histórico. La lengua, el idioma, es fundamental.
«Mi compromiso con el Teatro Real es largo y, por lo tanto, puedo tener aquí un proyecto de vida y de futuro»
SHANGAY ⇒ En un teatro de repertorio, el director tiene un coro mucho mayor, con más cantantes para repartirse las distintas óperas que se cantan en un mismo día, o en días alternos. Quizá no da tiempo a trabajar con ellos más de tú a tú; es algo como más ‘de batalla’…
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Aquí el coro de base es siempre el mismo, y cuando se necesitan refuerzos, como con Maestros cantores o Medea, se llama a más gente. Y ahí también hay que crear un grupo: cuando tienes ciento doce personas, como tuvimos en Los maestros cantores de Núremberg, tienes que transmitir el objetivo igual. Más rápidamente, porque no son las mismas personas que tienes todos los días, pero es siempre lo mismo: construir un grupo fuerte.
SHANGAY ⇒ En septiembre hiciste un año en Madrid. ¿Te vas a quedar mucho tiempo?
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ [risas] Yo creo que sí… Mi compromiso con el Teatro Real es largo y, por lo tanto, puedo tener un proyecto de vida y de futuro. Aparte, me encuentro muy bien, no solo con el equipo directivo del teatro, sino con todo el personal. En muy poco tiempo he construido una relación muy buena con maquinistas, técnicos, personal administrativo, orquesta… y la ciudad me gusta mucho. Por lo que me siento muy cómodo. Está claro que mi proyecto es Madrid.
SHANGAY ⇒ Antes hablabas de profundizar en los personajes y en su psicología, no puedo terminar sin una pregunta fácil: siendo argentino, no esperaba menos que afrontaras las obras así, con psicología…
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ Tenemos fama de ello [risas]. De que somos o dentistas o psicoanalistas [carcajada]. En serio, es importante conocer los mecanismos psicológicos cuando estás delante de un grupo. Muuuy importante. Fundamental. Es como saber la música, idiomas; conocer cómo funciona un grupo. Y eso se aprende, yo creo, no solo siendo argentino [risas], que puedes tener una capacidad de entendimiento, sino con experiencia, no tiene nada que ver con ser argentino. En realidad mis padres son italianos…
SHANGAY ⇒ ¡Como los de casi todos lo argentinos!
JOSÉ LUIS BASSO ⇒ [más risas] Esa mezcla puede resultar muy interesante. Pero, está bien: si no soy dentista, ¡soy psicólogo!