'El bateo' y 'La revoltosa': Chueca y Chapí reviven en el Teatro de La Zarzuela (y en las calles de Madrid)

Óliver Díaz, al frente de un estupendo reparto en el que destaca Gerardo Bullón en ambas obras, nos regala una lectura vibrante, estupenda, de estos dos títulos emblemáticos del género chico.

Desde el día 9 y hasta el 24 de abril se puede ver este programa doble de estas dos obras del género chico en el escenario de La Zarzuela. Fotos: Elena del Real.
Desde el día 9 y hasta el 24 de abril se puede ver este programa doble de estas dos obras del género chico en el escenario de La Zarzuela. Fotos: Elena del Real.
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

10 abril, 2025
Se lee en 4 minutos

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Da gusto que haya quien siga pensando que las pequeñas (por su corta duración) joyas de género chico de la zarzuela tienen que presentarse así: tal y como fuero concebidas y no alargarlas con nuevos textos en el libreto, o bien cambiando el libreto por completo. Esto es lo que debió pensar Juan Echanove cuando afrontó el reto de poner en escena en el Teatro de La Zarzuela El bateo, de Federico Chueca, y La revoltosa, de Ruperto Chapí.

No nos cansamos de recordar que las obras del ‘genero chico’ tienen esa calificación por su corta duración, de aproximadamente una hora, frente a la zarzuela grande, generalmente en tres actos. Y es ahí donde radica su gracia. Y su grandeza. En este caso, ambas están definidas por su creadores como un «sainete lírico». Y esa es otra de las señas de identidad de estas obras, que suelen ser cómicas y, generalmente, rabiosamente modernas para su época, con un importante punto crítico con la sociedad del momento, a la vez que suelen ser el mejor espejo de ese Madrid de finales del XIX y de principios del XX.

El bateo y La revoltosa regresan al Teatro de La Zarzuela en un programa doble que es una nueva y ambiciosa producción, que en el plano musical no para de darnos alegrías. Óliver Díaz, al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, titular del Teatro de La Zarzuela, saca toda la chispa que ambas obras tienen, que es mucha. Valses, polcas, seguidillas, sevillanas, pasacalles con aires de chotis para las romanzas, dúos, tercetos o partes corales, como ocurre con casi todas las obras de este estilo.

Estupenda la orquesta, y también el coro, dirigido por Antonio Fauró; magnífico el famoso popurrí de organilleros, con coro femenino, en El bateo. Pero también los miembros del más que sólido elenco, muchos de ellos, presentes en ambas obras, como el barítono madrileño Gerardo Bullón, que crea un magnífico Wamba en El bateo, y está soberbio en el famoso dúo de Felipe y Mari Pepa en La revoltosa. Dos golosos personajes que borda.

José Manuel Zapata, María Rodríguez, Berna Perles, Javier Franco, Milagros Martín –esa incombustible e irrepetible ‘dama de la zarzuela’, que nos vuelve a dar una lección de maestría y elegancia–, junto al resto de reparto, hacen que este programa doble sirva para revivir estas pequeñas obras geniales de Chueca y Chapí. Y se agradece, mucho, poder disfrutarlas tal y como fueron concebidas en lo que a la música y el texto se refiere, evitando esos ‘alargamientos’ innecesarios, o esos popurrís que también se suelen hacer, cuando se incorporan números musicales de otras zarzuelas.

Juan Echanove, que debutó como director de escena en el género en 2022 con una estupenda propuesta para Pan y toros, de Barbieri, trae ambas zarzuelas, ambientadas en las verbenas de Madrid de esos años de finales del XIX y principios del XX, a fechas actuales, en concreto a los años ochenta y a la actualidad. Es, como hemos apuntado, un espectáculo ambicioso, pero en ese punto fallido. Desde hace años hay, también, una obsesión por descontextualizar obras que, fuera de ese contexto suyo natural, chirrían.

Cualquiera que vaya este próximo verano a las fiestas de San Cayetano, San Lorenzo o La Paloma, las más castizas de Madrid, conocidas como ‘el Orgullo chico’, podrá comprobar que estas verbenas populares han logrado adaptarse a los nuevos tiempos como, quizá, quienes quieren modernizar estas obras no consiguen hacerlo. En esas calles de La Latina, los chulapos, los entresijos y las gallinejas, las tómbolas y las fritangas, se codean de tú a tú con las más modernas entre las modernas de las modernas. Y toda esa gente joven se calza el chaleco y la parpusa, demostrando que los chotis no solo no están reñidos con esa vanguardia centennial o millenial, sino que son mundos que coexisten y se retroalimentan. Posiblemente por eso no sea necesario descontextualizar estas obras, porque, hoy día, la mayor parte de esos libretos siguen de máxima actualidad con su crítica política, social y siguen siendo una radiografía de la sociedad. Y porque, hoy día, en esas fiestas se congregan todas las vanguardias del momento en torno a unos vasos de limoná.

Quizá, lo moderno entre lo moderno, en estos momentos, sea una producción historicista de muchas óperas y zarzuelas. Solo hay que ir al bar Muñiz de la calle Calatrava, cualquier mañana de las fiestas de La Paloma, y comprobar cómo esas fiestas, en 2025, son tan trangresoras como debían serlo en los años dorados del género chico. En eso, no hemos cambiado. Afortunadamente.

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