Los diferentes tipo de amores (y desamores) LGTBIQ+ de verano

El verano da mucho juego para dejarse llevar, y Mateo Sancho repasa las muchas posibilidades que da esta estación para vivir amores especiales.

Un amor de verano ilustrado por Iván Soldo.
Un amor de verano ilustrado por Iván Soldo.
1 agosto, 2025
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Una alumna me confesó hace unos años que eligió llamarse Summer cuando transicionó porque ya se sentía lista para ser amada: llegaba a su vida la ligereza, la sensualidad y la piel del verano. Después de sacar la mejor nota de la clase, se mudó a Florida con su novio para que el sentimiento le durara todo el año, como si siguiera el mandato de Sonia y Selena y su “cuando llega el calor, los chicos se enamoran, es la brisa y el sol”.

Pues acércate, ven, mis deseos te confesaré: Ay, el amor de verano… Qué suspiros, qué bien sienta el tiempo libre, la mirada furtiva por encima del libro desde la tumbona, la sensación de que las reglas no aplican, que se intensifica todo bajo el signo de la cuenta atrás. El afrodisíaco de todo lo que no es la vida diaria… La oportunidad de dejar de ser uno mismo o de serlo más que nunca. Algunos trabajamos pensando en las vacaciones, otros pueden volver a trabajar gracias a su capacidad para estirar el regusto amoroso que les quedó del último verano. Lo breve, si bueno, dos veces bueno, el refrán que mejor consuela a la clase obrera y al eyaculador precoz. Y en la distancia te quiero más.

Imagen de la película 'Verano del 85'.

Imagen de la película Verano del 85.

Amor de Interrail, amor de hotel con pulserita, amor de playa con tus padres, amor de los únicos queer en esta playa normativa en este destino impuesto, amor de todos los queer en esta fantasía inclusiva elegida con alevosía. Todo con el factor del aquí y el ahora o el ahora o nunca. Un entendimiento como el de Lost in Translation. Un Found in Vacation. Fuera de contexto todos revestimos un extra de atractivo y de misterio. Ah, the Summer nights!, como dirían en Grease.

Y no hace falta tener cuerpos de cine. En Nueva York, donde yo vivo, claro que existe la homonormativa efébica de Fire Island para quien le guste, y felicidades a todos los que, con buena base natural o con batidos y algún esteroide, lograron el cuerpo diez. Pero también está la playa no normativa de Jacobs Riis Park donde el body positive explota en toda su belleza y no hay parte del espectro identitario (en género, sexualidad, edad y raza) sin representación. Hay lugares que también son amores y, en estos momentos tan reaccionarios, este me enamora especialmente.

Pero últimamente también he leído sobre la cantidad de personas que se divorcian durante las vacaciones, cuando se ven cara a cara con su pareja sin la distracción del mundanal ruido y la ven desaliñada, sudada, roncando… Summertime Sadness, como cantaría Lana. A un amigo mío lo han dejado en mayo porque su novio quería tener el verano libre para el mejor postor. Suban las apuestas.

Otros también decidieron, en pleno debate entre playa o montaña, que ni para ti ni para mí: ruptura. Que esta vez no te sales con la tuya, guapo, aunque de verdad creo que se mandarán fotos desde sus respectivos destinos elegidos unidireccionalmente y volverán de la manita al volver a la rutina. Nos vemos en septiembre y a ver si aprobamos lo que suspendimos en junio. Y, por último, una pareja de amigas afronta el verano con ilusión porque acaban de abrir su relación: su amor es resistente, flexible y generoso, aunque tienen el titubeo lógico y hermoso de los inicios.

Ilustración: Iván Soldo

Ilustración: Iván Soldo

¿Será el verano más para el amor potencial que para el amor presente? ¿O simplemente en su ligereza es un perfecto lugar del que lo mejor que se puede decir es que no es apto para tomar decisiones? Veranos de ida y vuelta, experimentales y reversibles. Veranos para recordar o veranos de amnesia. O veranos para entender que el descanso vacacional, no te lo tomes a mal, quizá incluya olvidarse un poco de la pareja y apelar al otro importantísimo amor: el de la amistad. Un viaje con amigas, qué maravilla. U otro tipo de recorrido emocional: puede ser el momento en el que te des cuenta de que te toca a ti ahora cuidar a tus padres, pasar tiempo de calidad con ellos, que quizá ya no quedan tantos veranos juntos. O reconectar con esos hijos o sobrinos que han crecido tanto y que el próximo descanso escolar ya no te abrazarán ni te buscarán para jugar porque entran en la pubertad.

Veranos en el pueblo, que tampoco hace falta gastarse un dineral solo porque las redes de los demás exploten de arena y sol. Con un buen filtro y un buen ángulo, la poza del río también puede ser color turquesa. Todos los veranos, como todos los cuerpos y todas las opciones vitales, son válidos. Ya lo dijo Paulina Rubio directa y sin complicarse la vida: Vive el verano. Como quieras, pero vívelo bien a gusto y ámalo.

MATEO SANCHO CARDIEL ES PERIODISTA Y DOCTOR EN SOCIOLOGÍA. SU ÚLTIMA OBRA PUBLICADA ES NUEVA YORK DE UN PLUMAZO (ROCA EDITORIAL)

 

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