No es extraño que, todavía hoy, en la mayoría de los ambientes de Iglesia, cuando se habla de una pastoral de la diversidad sexual, o de acompañamiento de la realidad LGTBIQ+, quien escucha quede sorprendido. Encontramos, además, reacciones de todo tipo: desde aquellos que temen que la apertura a acoger y responder a la realidad social cambiante sea el inicio del fin, de la pérdida de una sana doctrina que consideran equivocadamente firme y sin variaciones en el tiempo, hasta la de aquellos que acogen con alegría una respuesta de parte de la Iglesia a realidades antes no atendidas o consideradas.
«De alguna manera, pretendemos ‘sacar del armario’ un camino pastoral que en la Iglesia va dando sus pasos, y se van viendo sus frutos»
El desconocimiento directo de la realidad a la que nos referimos lleva a la incomprensión y a la exclusión. Y es esta última la que representa un auténtico escándalo para quien nos observa desde fuera. Lleva a preguntarse ¿cómo la Iglesia, que por identidad es un espacio esencialmente comunitario, ha permitido en ocasiones la exclusión y la separación de cristianos de ‘primera’ y de ‘segunda categoría’?
La constatación de la exclusión debe llevarnos a una pregunta también al interior de la comunidad eclesial. ¿Cómo es posible, desde una óptica de comunión, que hombres y mujeres bautizados en Cristo, por el hecho de ser como son, sin una elección a priori de su parte, sean rechazados y excluidos del camino comunitario?

El sacerdote tinerfeño Cristóbal Rodríguez, afincado en Bolonia, está volcado en la visibilidad de la realidad de las personas LGTBIQ+ en la Iglesia.
El pontificado de Francisco, y con él su magisterio, prácticamente desde el inicio ha subrayado la necesidad de una pastoral que tenga como base la misericordia. Esta se fundamenta en el amor gratuito de Dios por todos y cada uno, desde una concepción sinodal-fraternal de la Iglesia.
Esta clave de la misericordia nos lleva a buscar desde la creatividad, articular itinerarios de crecimiento y desarrollo en la vida cristiana, para todos nuestros hermanos. También la misericordia nos invita a cultivar una actitud de humildad, para escuchar la realidad y reflexionar sobre la causa y raíces más profundas de esta exclusión. Este ejercicio reflexivo nos lleva a pedir perdón por el mal infringido y poner los medios para que otra realidad sea posible.
¿Dónde radica la novedad de Francisco y su aproximación valiente y generosa a las periferias? En primer lugar, ha permitido a la Iglesia descentrarse de sí misma y poner delante de sí el rostro de los excluidos, de cualquier índole o latitud, geográfica o existencial. Además, ha dado un singular aliento en el anuncio de la Buena Nueva en referencia a la familia, con la contribución de Amoris Laetitia, donde se nos han regalado las claves teológicas –pastorales para acercarnos en este ámbito– a las distintas situaciones de frontera. Para articular nuestra reflexión, este texto, junto a Evangelii Gaudium, será de fundamental referencia.
Acompañando el camino de los cristianos LGTBIQ+ en la Iglesia
Pero, aparte de su magisterio promulgado, de Francisco nos resulta especialmente significativo su “magisterio no escrito”. Este consiste en la infinidad de gestos de cercanía, ternura y aproximación a tantas personas diversas, en tantos contextos y situaciones culturales y sociales diferentes.
El contenido de este libro se enmarca en un contexto más amplio de investigación y desarrollo teológico, que fue mi tesis doctoral defendida el pasado mes de mayo y que llevaba por título ¿Cristianos de segunda categoría? Presencia de los creyentes LGTBIQ+ en la Iglesia: acompañamiento e itinerarios de vida cristiana, presentada en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
A nuestro entender, dos son los objetivos de esta reflexión. En primer lugar: traer a la existencia la presencia y la legitimidad de la experiencia espiritual de los cristianos LGTBIQ+ y sus familias. Este ejercicio de justicia, brota de la experiencia de la indignidad ética de constatar una exclusión real y una inserción débil en la comunidad eclesial. En segundo lugar: desde los tres verbos del capítulo VIII de Amoris Laetitia (discernir, integrar, acompañar), y de la mano de la espiritualidad ignaciana, dar pistas para el discernimiento personal y el acompañamiento espiritual (personal y comunitario) de las personas LGTBIQ+. Además, creemos que es necesario ilustrar con la experiencia de los itinerarios puestos ya en marcha por distintos grupos en distintos lugares del mundo. De alguna manera, pretendemos “sacar del armario” un camino pastoral que en la Iglesia va dando sus pasos, y se van viendo sus frutos.

Cristóbal Rodríguez firmando su libro, basado en su tesis doctoral.
Nuestra reflexión ha buscado en todo momento un diálogo inter y transdisciplinar con las distintas ciencias humanas, integrando las conclusiones actuales de las mismas sobre el argumento que desarrollamos. No es nuestra intención, dar soluciones simples e inmediatas a una realidad que de por sí es compleja, por la cantidad de vértices e implicaciones que tiene, y sobre todo porque no estamos hablando de teorías, sino de personas concretas con sus historias personales, en tantos casos de un intenso sufrimiento y lucha.
Solo pretende ‘provocar’, hacer venir fuera una realidad que ya se está estructurando en nuestra pastoral. Mediante este ejercicio de provocación, solo se pretende animar a otros a seguir reflexionando sobre el mismo argumento, buscando siempre el bien de las personas concretas implicadas. Proceso que parece lento, pero este trabajo evidencia que no es imposible. Y esto porque antes de que llegáramos nosotros, ya lo había hecho el Señor, que nunca ha abandonado, excluido ni dejado de querer a sus hijos amados, creados y soñados prodigiosamente, desde la eternidad.
El libro Amados, creados y soñados prodigiosamente, del sacerdote doctor en Teología Espiritual Cristóbal José Rodríguez Hernández, será presentado por su autor en Madrid el día 4 de octubre en el Espacio Anette Cabelli (C/Ribera de Curtidores, 2) a las 20:30h.