Si de algo sirve el cine es para sentirnos identificados con sus historias. Sus personajes, a veces, se convierten en un reflejo de nosotros mismos y nos ayudan a estar acompañados. Los referentes se convierten en refugio y nos recuerdan que, aunque estemos pasando un mal momento y creamos que jamás saldremos de ahí, no estamos solos. Sigue mi voz es la película que adapta la novela homónima de Ariana Godoy, el éxito literario que han llevado a la gran pantalla Pablo Santidrián e Inés Pintor, y sigue la historia de Klara, una joven que, tras sufrir una crisis que la lleva a estar encerrada en casa durante semanas, empieza a escuchar un programa de radio cuyo locutor le hará sentir menos sola y la ayudará a superar sus miedos.
Hemos hablado con Pablo Santidrián sobre adolescencia, referentes, sexilio, una buena representación LGTBIQ+ en la ficción y este nuevo proyecto que ya está en cines de nuestro país, y que llegará a Latinoamérica en octubre.
Además de por Fernando Guallar e Itziar Ituño, Sigue mi voz está protagonizada por Berta Castañé, Jae Woo, Nuno Gallego y un montón de jóvenes actores. Adolescentes interpretando a adolescentes es una historia que los representa. «Hay muchas ficciones que solo muestran a los jóvenes como gente hipersexualizada, que solo piensa en una cosa, que consume drogas, que siempre sale de fiesta… Y de repente, Sigue mi voz pone sobre la mesa un tipo de adolescente que se nos olvida que existe, uno al que le gusta leer, ir al cine, estar en casa y salir con sus amigos. Me gusta que en la peli enseñe, además, esa primera que amistad que a los 15 o 16 años es súper importante y te marca para siempre. Es una historia que conecta mucho con esas edades», explica Santidrián.
De hecho, recuerda el rodaje con mucho cariño y cómo el grupo de actores se convirtió en un verdadero grupo de amigos: «Estuvimos cinco semanas rodando en Pamplona y fue como un campamento. Son todos muy diferentes pero tienen algo en común, que son las ganas de contar una historia diferente, una que pueda ayudar a alguien, y se apoyaron los unos a los otros, como hacen los personajes en la película. Trabajando con ellos me he dado cuenta de que son una generación súper libre, que habla las cosas directamente y sin miedo a las consecuencias. Estoy intentando incorporar eso a mi vida».
Al igual que Klara, muchas personas LGTBIQ+ han encontrado en Internet, la música o el cine un referente que se ha convertido en su espacio seguro cuando el mundo de fuera era demasiado hostil. «A veces se nos olvida el lado bueno de las redes sociales. Evidentemente, hay cosas que están mal y hay mucho hate, pero también hay una parte muy importante y es el poder de conectarnos. A mí, como niño gay, de repente el tener conexión a Internet y poder conocer a gente que era como yo, que tenía los mismos gustos e intereses, me ayudó a sentirme menos solo. Muchos de los amigos que tengo ahora los conocí gracias a Internet, y ni siquiera en redes sociales, por chats, que era mucho más turbio…», dice riendo. «En vez de demonizar las redes, tenemos que pensar que puede que haya gente como Klara en la película; encontrar a alguien al otro lado de un móvil, una televisión o una radio nos puede llegar a salvar».
Junto a Inés Pintor, con la que suele trabajar a cuatro manos, ha dirigido multitud de cortometrajes y proyectos con una gran representación LGTBIQ+. Uno de ellos, además, fue el corto de Shangay para el Festival de Cortometrajes LGTBIQ+ de OUIGO. Como creador y cinéfilo, Santidrián tiene claro lo que necesita una ficción para mostrar al colectivo de una forma sana y correcta: «Para mí, una buena representación LGTBIQ+ debe tener dos claves: una es que el conflicto de la trama esté relacionado con el colectivo, porque sigue haciendo falta hablar de esto, de nuestras vivencias, de cómo nos sentimos y de por qué nos sentimos obligados a actuar de una manera para ser aceptados por ser simplemente nosotros mismos. Y otra clave es que haya personajes cuya orientación sexual o su identidad no sean su trama principal, que se vea que también somos personas que habitan en la sociedad como cualquier otra y tenemos otros muchos problemas e inquietudes».
Todas esas historias partidas
Sigue mi voz no es el último estreno de la pareja artística. Pintor y Santidrián firman el cortometraje Ese lugar partido, un corto que ya se puede ver en Filmin y que ha viajado por festivales de medio mundo. Cuenta la historia de dos niños que empiezan a ser amigos en los 70 y crecen juntos hasta que la construcción de una autopista divide su pueblo en dos. Cada uno a un lado de la carretera, pero eso no es lo único que intenta separarles.
«Es una historia que sigue siendo muy actual, de cómo muchas personas LGTBIQ+ tenemos que dejar nuestros hogares, barrios y pueblos para poder ser nosotros mismos y explorar nuestra propia identidad. Es un corto sobre todas esas historias que se han quedado partidas por culpa de la homofobia, de todo lo que pudo ser y no ha sido», cuenta.