Pues ahora va a resultar que la culpa es de la pobre víctima. Así se manifiesta la escritora estadounidense Gina Miller en RenewAmerica, que ha aprovechado el trágico suicidio de la joven transexual Leelah Alcorn para atacar a la comunidad LGTB y lo que ella denomina “activistas homosexuales radicales”.
En resumen, que si un transexual se suicida, son ellos mismos los que tienen que reflexionar por la alta cuota de muertes vividas en este apartado. “Según un estudio de 2010, más del 40 por ciento de las personas transgénero ha intentado suicidarse”, afirma Miller.
Hasta aquí, puede pasar, pero su eminencia se va calentando según se van sucediendo las líneas de su columna. “El suicido no es consecuencia de la desaprobación, cualquiera que se rebele abiertamente contra Dios y su diseño de la sexualidad humana sufre por ello, y la tendencia a quitarse la vida no es más que uno de sus efectos”. ¿Cómo se te queda el cuerpo?
Para los valientes que continuarían leyendo, ella avisa: “No todos querrán oír esto, pero la posesión demoniaca juega un papel fundamental en la reasignación de sexo y la homosexualidad”. Como siempre, muy fácil ver la paja en el ojo ajeno y no darse cuenta de la viga en el propio. Vaya tela.
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