Si hay algún adjetivo que pueda calificar las óperas de Wagner –y en especial El anillo del nibelungo, es épico. Pero el Sigfried que se estrena el sábado 13 en el Teatro Real será, además, histórico.
Subir a escena Sigfried, con más de cinco horas de música y una orquesta con cerca de cien profesores en el foso, en las condiciones actuales es, también, heroico. Todos ello son adjetivos muy ad hoc con la segunda entrega de La tetralogía que es el ciclo de El anillo wagneriano.
El Real continúa siendo un faro lírico mundial: todos los teatros del planeta están mirando a Madrid para ver cómo se están haciendo aquí las cosas mientras ellos tienen vacíos sus escenarios, y cerradas sus taquillas, desde que estalló la crisis mundial por la COVID-19.
«Es heroico hacer algo así. Hemos tenido que hacer ajustes, pero los menos posibles, para poder mantener la densidad de sonido que requiere una obra de estas dimensiones», asegura Pablo Heras-Casado, director musical de toda La tetralogía. «Hay cerca de cien músicos ,y se mantienen todas las distancias de seguridad. Se ha reducido un poco la cuerda, pero lo mínimo. Y se mantienen, por ejemplo, las seis arpas, algo que es un lujo poder hacerlo en Europa, con independencia de la situación actual», continúa.
Espectacular imagen del teatro, con la orquesta repartida entre el foso y todos los palcos de platea. [Fotos: Javier del Real]
Para poder mantener las medidas se han habilitado como foso todos los palcos de platea, con las dificultades que implica eso para que los músicos vean al director. «Nosotros no pensamos en problemas, sino en retos y en oportunidades. Esta función va a dar la posibilidad de redescubrir una ópera tan moderna», asegura el director.
Prever la situación, adelantarse a los problemas, es la clave de este ‘milagro’ que está sucediendo en Madrid. «Llevamos meses trabajando en ello, haciendo planes de cómo colocar la orquesta, de cómo solucionar las cosas. Si no, hubiera sido imposible», señala Joan Matabosch, director artístico del coliseo, y principal responsable de que todo el planeta operístico esté mirando al Real.
«El Teatro Real lideró a nivel mundial la vuelta a los escenarios. La clave está en anticiparnos y en la preparación. Ahora hemos conseguido hacer un Sigfried en su totalidad», apuntala Heras-Casado. «El resto del mundo, con sus teatros y auditorios cerrados, mira a milagros como este. Concentrémonos ahora en el momento vital que tenemos», concluye.
«Quiero insistir en que no hay reducciones orquestales, aunque en un principio nos lo planteamos [al no caber físicamente una orquesta de tal calibre en el foso manteniendo la distancia de seguridad]. Si una obra de Wagner siempre plantea muchas dificultades, pues en una situación como esta… Lo que el público se va a encontrar es con una experiencia completamente diferente, muy como del sonido surround, envolvente, como se decía en los años ochenta. Pero el miedo que me da es que a Pablo [Heras-Casado] le guste tanto que cuando pase la pandemia quiera seguir. Y ya le digo que no, que cuando pase todo esto, volvemos a lo de siempre», bromea Matabosch.
Andreas Schager es Sigfried. Para muchos, el tenor austriaco es el único en el mundo capacitado para cantar el personaje tal y como lo concibió Wagner.
Sigrfied es la segunda entrega de la Tetralogía, tras el prólogo, El oro del Rin (Das Rheingold), que se estrenó hace dos temporadas, y La Valquiria, (primera parte del ciclo) que pudimos ver la temporada pasada. Todas ellas en la visión de Robert Carsen, uno de los directores de escena más prestigiosos del mundo, que llegó hace unas semanas desde la Ópera de París, donde su Flauta mágica no se pudo representar con público y se hizo un estreno, a puerta cerrada, para retransmitir en streaming.
«¡Poder trabajar!», exclamó el regista canadiense sobre la situación del Real. «Esta pandemia nos tiene que dar esta lección. Poder trabajar y hacerlo en las condiciones de seguridad que tenemos aquí. Hace veinte años que ideé esta producción [un referente mundial de la obra wagneriana] y jamás pensé que tenía que hacerla así», manifestó orgulloso de su trabajo en Madrid. En la temporada que viene está previsto que se termine El anillo con el último título, La caída de los dioses.
A lo largo del mes, este Sigfried compartirá escenario con una nueva producción de Norma que se está ensayando en estos momentos, «tal y como estaba previsto cuando diseñamos la programación», asegura Matabosch.
La duración de la función, más de cinco horas, ha hecho que las sesiones comiencen a las 16’30h. Como si estuviéramos en Bayreuth. Esto, que en España es muy raro y va a copar titulares, es muy habitual en Centroeuropa en ciudades como Múnich, en cuyo teatro Wagner estrenó los dos primeros títulos de El anillo.
Ignacio García-Belenger, director general del teatro, quiere tranquilizar a todos aquellos que cuestionan la larga duración que hace que el espectador tenga que estar tanto tiempo en un espacio cerrado: «La normativa dice que hay que cambiar el aire en la sala cuatro veces a la hora, y en el Real se cambia ocho. También que se renueve cada doce litros, y aquí se hace cada veintisiete. También habrá mascarillas por si alguien quiere cambiar las suyas durante los descansos. El Teatro Real no vive al margen de la pandemia, ajeno a ella. Claro que no. Lo que pasa es que hacemos controles tan exhaustivos que no hemos tenido ninguna incidencia», asegura.
Ricarda Merbeth (Brünnhilde) y Andreas Schager (Sigfried) en un momento del montaje dirigido por Robert Carsen.