Ha hecho casi de todo en la profesión, y por eso Luis Aliaga ahora se ha tomado un año para estudiar un máster sobre las nuevas plataformas digitales. “Lo decidí tomando un cortado en Malasaña; o me reciclaba o me quedaba fuera del mercado”, nos dice este periodista que lleva varios años trabajando en El programa de Ana Rosa. Ahora, desde Múnich, nos cuenta los secretos (no solo gais) de la capital bávara, que aunque no lo parezca, tiene una activa vida LGTBI, que ha sobrevivido al confinamiento y a la pandemia.
Antes de dedicarse al periodismo fue actor. «En 2002, tenía 60 euros, un billete de autobús Zaragoza-Madrid y una noche de hostal de mala muerte. Decidí escaparme de Muel, mi pequeña aldea. Quería ser actor. A mi madre no le hizo mucha gracia, pero acabó aceptándolo. Aún recuerdos sus gritos cuando le llamé desde una cabina de Cuatro Caminos. Conseguí entrar en una de la escuela de Juan Carlos Corazza, una de las más prestigiosas de Madrid, la misma en la que han estado Penélope Cruz y Bardem. Con el tiempo, pude trabajar en televisión, conseguí hacer cine e, incluso, protagonicé un musical junto a Mónica Naranjo en México y Estados Unidos. Luego, me entró la razón y aposté por la pequeña pantalla, que es mi droga», asegura.
Ahora se ha tomado un año sabático, pero no para dedicarse al dolce far niente: “La osadía, la inconsciencia y mi culoinquietismo me trajeron a Múnich. Recuerdo despertarme en Madrid. Jarreaba y tenía que hacer un directo de carreteras para el programa. Mientras desayunaba, leí un artículo apocalíptico donde ‘daban la extrema unción’ a la televisión tradicional, y ‘bautizaban’ a las nuevas plataformas digitales. Cuando me di cuenta, ya estaba esquivando los tranvías emulando a Alfredo Landa [risas]. El sector audiovisual alemán es, sencillamente, brillante. Y con una capacidad económica aplastante. Quería aprender formas nuevas y evolucionar”. Para ello, pidió ‘permiso’ a sus jefas, Ana Rosa Quintana y Xelo Montesinos, CEO de Unicorn Content, la productora de El programa de Ana Rosa, al que volverá este agosto.
Luis Aliaga ha estado vinculado a programas de información y entretenimiento en Mediaset desde hace diez años. Con Piqueras, Javier Ruiz, María Teresa Campos, Joaquín Prat y, en su última etapa, junto a Ana Rosa y su productora, a quienes considera su familia televisiva. Ahora, en la capital de Baviera, su ritmo de vida ha cambiado radicalmente. “Si tienes 20 pulsaciones por minuto, es fácil vivir aquí. No es el caso. Así que he tenido que contar hasta 50 muchas veces. ¡Y con un confinamiento de por medio! Nos separan solo 2.000 km de distancia, pero un alemán se parece a un español lo mismo que un pequinés a un barbateño”, bromea.
Viajero incansable y obsesionado por los idiomas (habla perfectamente inglés, francés, italiano y alemán, y ha estudiado chino y árabe), este periodista lleva casi dos años en la capital de Baviera. Pronto regresará a España. Ante la pregunta de si le gustaría conducir un programa de viajes nos dice entre risas: “Pues no lo había pensado, pero no sería mala idea”.
Durante este tiempo en Múnich no ha dejado del todo la información, pues siguen contando con él desde España: “Llevo un año informando sobre esta situación para los programas de Unicorn en Mediaset y para Onda Madrid. El mito alemán se ha resquebrajado por momentos. Al igual que en España, se han producido muchas escenas de irresponsabilidad. Durante muchos meses, tenían la sensación de que el virus no iba con ellos… A pesar de todo, en Baviera nos hemos enfrentado al cierre más draconiano de toda Alemania”.
Ello no le ha impedido sacarle todo el jugo posible a la ciudad. “El nivel cultural es sencillamente abrumador. Para un amante del arte, se convierte en una adicción. Puedes pasar la mañana en una de las pinacotecas más importantes del mundo admirando a Gauguin, Van Gogh o Klimt. Disfrutar de la tarde, mientras escuchas a Wagner en una de las óperas más importantes del planeta o visitar los escenarios de películas como Vente a Alemania, Pepe o La historia interminable. ¡Menuda mezcla! Y si quieres acabar el día a lo grande, puedes tomarte un litro de cerveza a orillas del río Isar, con esos tonos anaranjados al atardecer”.
Por la pandemia, no ha podido conocer la vida gay de Múnich al completo: “Evidentemente, no es Berlín. Baviera es un estado más tradicional. No es común ver muestras de afecto entre parejas LGTBI en la calle, como en Madrid. Pero sí que hay varios eventos de renombre: la versión gay de la Oktoberfest, el desfile del Pride y una increíble y divertida fiesta en el interior del Ayuntamiento de Múnich. La pandemia ha matado al ocio nocturno y diurno. Solo han sobrevivido las radler a orillas del río. Aunque Múnich resurgirá. El espíritu de la Oktoberfest es invencible. Nosotros somos más de tocarnos y besarnos. Aquí es mejor que mantengas ‘un poco las distancias’ hasta que la cerveza no les corre por las venas», asegura entre risas.
Pero, por otro lado, también ve el vaso medio lleno: «Gracias a la pandemia, he hecho las paces como mi ‘yo rural’. Misión cumplida. ¡Se puede decir que soy la nueva promesa del montañismo y la televisión! [risas]. He pasado de ser Lina Morgan en zapatillas por Los Alpes a la versión bávara de Calleja. Me he recorrido todos los prealpes este año. He llegado a dormir en un establo con su respectivo Urbasón al día siguiente».
Volviendo al tema LGTBI, ha notado un repunte de la homofobia, como está ocurriendo en otros sitios. “Según datos policiales, de 2019 a 2020 se triplicaron los ataques a miembros del colectivo LGTBI. Se producen desde agresiones verbales hasta brutales palizas. Recuerdo que una Oktoberfest apalearon a una pareja homosexual por ir de la mano; acabaron graves en el hospital. En Alemania hay partidos políticos de ultraderecha, como AFD, que promueven discursos muy peligrosos. A pesar de esto, la ciudad goza de una atmósfera que fomenta la diversidad”, asegura.
Pese a esta estupenda experiencia, lo tiene muy claro: «Múnich es una ciudad fascinante, pero a Madrid no se le puede traicionar. Ni siquiera de pensamiento».
Una ciudad (y una región) fascinante: te enseñamos lo que no te puedes perder
Múnich tiene un nivel de vida impresionante y mil rincones que descubrir entre sus calles. Devastada en la Segunda Guerra Mundial, la capital de Baviera ha logrado recuperar gran parte de su legado histórico. “A nivel cultural, es una ciudad apasionante”, nos asegura el periodista.
Pero no solo la ciudad. Todo Baviera tiene mil secretos que Luis nos descubre. Esto es lo que no te puedes perder.
Chinesischer Turm
Situado en el corazón del Englischer Garten, uno de los parques urbanos más grandes del mundo, y a los pies de esta pagoda china, se ubica el biergarten [jardín de la cerveza] con más encanto de Múnich.
Castillos y templos de Luis II de Baviera
Baviera es un paraíso para los amantes de la arquitectura. Luis II, el rey loco, mi tocayo [risas], reprodujo Versalles e hizo este templo griego de la foto, dilapidando su fortuna. Ludwig, la película de Visconti, lo refleja.
Rathaus
El Ayuntamiento es una joya neogótica que emerge del corazón de la ciudad. Se ubica en el lugar donde se realizaban las ejecuciones y se celebraban las fiestas en tiempos medievales. Es un sitio impresionante.
Bayerische Staatsoper: La ópera
Es un templo. Y esto es literal. Ver una representación de Wagner en este escenario tiene un simbolismo más allá de lo musical. Hay que recordar que Luis II fue su mecenas, y allí estrenó muchos de sus grandes títulos.
Isar
Es mi sitio favorito. No hay momento más bonito que ver cómo el sol se apaga entre los castaños. El río divide la ciudad en dos, y sirve como punto de encuentro para los muniqueses, que se lanzan a la zona cada vez que hay un pequeño rayo de sol.