No ha podido terminar mejor Luna Ki 2021. «He sacado Putón, he sido seleccionada para el Benidorm Fest y salgo en el anuario de Shangay«, dice. Lleva dos años centrade en el que será su primer álbum y asegura que en varios momentos decidió parar y arrancar otra vez la grabación de cero. Es une artista de lo más perfeccionista y cada paso que da está muy meditado.
Ahora, por fin siente que ha llegado el momento de que sea el mayor número de personas posible quienes conozcan su proyecto. «Siento que estoy rompiendo aguas», dice. Antes de publicar Voy a morir lanzó otros tres singles a lo largo del año, y así ha ido dejando pistas sobre el concepto de su álbum. «En realidad, 2021 lo he dedicado a preparar todo lo de 2022. Estoy ready«.
A sus 22 años, tiene claro que lo apuesta todo por su carrera musical. «Dejé de estudiar moda y de pintar, porque este es mi nuevo cuadro», explica. En 2021 también vio que necesitaba estar muy fuerte tanto física como mentalmente para afrontar todo lo que se viene. Porque si hasta ahora era une artista ya con un nombre en la escena underground, todo apunta a que en 2022 la va a conocer mucha más gente. Así que me he preparado a tope, también con terapia«. Siente que es la música la que le ha buscado a elle, y no al revés. Ya había explorado diversos campos artísticos desde bien joven, y sus primeras canciones las editó sin mayor ambición, en plan DIY. «A la quinta semana de sacar ese primer EP, que incluía Septiembre, ya estaba dando mi primer bolo».
Su imagen, tan cuidada como su música, es sin duda clave a la hora de que Luna Ki esté llamando tanto la atención. Y no siente que se haya creado un personaje, dice que siempre ha apostado por materializar las ideas que le rondan por la cabeza. «Ahora es cuando más puedo explorarlas y explotarlas. Pero ya desde niña aposté por una forma de mostrarme personal; la moda ha sido siempre una de mis pasiones, y me encanta vestir diferente».
De hecho empezó a estudiar diseño de moda, pero a los tres meses, la reacción a su música le hizo abandonar la carrera de inmediato. «Soy diferente, y me enorgullece serlo, aunque obviamente me han puesto barreras siempre», confiesa, «desde profesores hasta compañeros de clase, pasando por familiares o personas por la calle». Su arte y su visibilidad han sido claves, según dice, para sentirse bien consigo misme. Y no le gustaría transmitir que lo que transmitía desde jovencite era rebeldía por rebeldía, ni que se apoyaba en la estética por la estética. «Lo que pasa es que mucha gente no entendía que era un artista. Ahora me siento feliz cuando alguien me dice que le llega lo que hago, en los comentarios negativos no me fijo. Porque lo convencional nunca me ha llamado la atención».
«Lo convencional nunca me ha llamado la atención»
A Luna Ki se le ha asociado hasta ahora con la escena urbana, pero Putón y Voy a morir indican que quiere abrir otras vías a su estilo musical. «En Putón hay algo sexual y explícito que me representa muy bien», explica. «En ella hablo de la sexualidad tóxica, ojalá no tenga que hacerlo más… Marca un antes y un después, porque en ella he encontrado una manera nueva de cantar, con unas dinámicas muy interesantes, y la he grabado con la banda que monté en verano. Grabar sobre instrumentos reales, apostar por lo orgánico, ha sido bueno para mí. Vibro cantándola».
Esa apuesta por huir de las etiquetas musicales clásicas ha ido acompañada este pasado año en sus redes sociales por una defensa explícita de la deconstrucción del género y por una clara representación de su orgullo no binario. «Es algo que siempre ha estado en mi cabeza y que ya había compartido con mis personas de confianza. Nunca me he sentido cómoda con las etiquetas en general. En el colegio ya me decían que todos somos iguales, pero eso no lo veía en mi día a día», recuerda. «No entendía las diferencias que se marcan entre personas de distinto género. Al final, si no eres hetero o binario, el mundo no está hecho para ti».
«Si no eres hetero o binario, el mundo no está hecho para ti»
Asegura que ver que no encajaba en dicha norma le resultó doloroso en un principio. «Sentía que vivía en un mundo que no estaba adaptado a mi forma de ser, que no me representaba», confiesa. En las redes sociales ha encontrado un altavoz en donde hablar libremente de cómo se siente, y lo está utilizando. «Se abren debates muy interesantes. También hay gente que se dedica a insultarte de manera anónima detrás de una pantalla… Pero hace diez años el bullying era sistemático, lo sufrías en cualquier lado. Al menos ahora está más perseguido, por suerte. Ahora los guays son los que antes eran considerados los pringaos. Eso es muy interesante», afirma con una sonrisa picarona.
Todavía le sorprende que le paren por la calle para pedirle fotos, a la vez que le hace feliz ver que hay personas que conectan con lo que representa Luna Ki. Pero tiene muy claro que tiene mucho camino por delante. «Tengo ya visibilidad, pero todavía no me he encontrado en todas mis formas. Me empecé a dar a conocer con 19 años y ya era consciente de que tenía que cambiar muchas cosas en mí, y que lo tendría que hacer estando ya expuesta al público. Pero encontré un punto en el que sentirme cómoda gracias a mucha terapia, pidiendo ayuda a amigues y estando muy segure de lo que estaba haciendo».
Empezó a explorar su identidad y expresión de género y la primera conclusión a la que llegó fue: «El género no existe. El mundo está construido en base a los genitales con que nacemos, y me entristece. Eso, dejando a un lado si estoy o no contente con mis genitales, porque eso es algo superpersonal«. Explica que desde siempre se ha sentido atraíde por lo marginal y lo diferente, y hay un momento en que empieza a hablar también públicamente de todo esto que va sintiendo y pensado, como se ha podido ver a lo largo de este año.
Igual que decide que está preparade para usar packer, muy utilizado tanto por personas no binarias como por trans. «Que para mí es lo mismo que si una chica utiliza un sujetador con relleno, pero llevado a otro terreno». Considera que para elle es un elemento más para jugar con su cuerpo, que pueden ser el maquillaje, los tatuajes o las operaciones estéticas. «Estoy a favor de que cada uno haga con su cuerpo lo que quiera; para el mío prefiero los cambios temporales, por mi profesión. Por eso me pienso muy bien cuándo me tatúo, por ejemplo».
«Ojalá en cien años lo normal sea ser trans o no binaria»
Para su sorpresa («muy difícil de tragar»), comenzó a ver cómo personas («de mi propio colectivo») la empezaron a rechazar por el hecho de usar packer. «Fue en julio. Celebré el Orgullo publicando una foto de una sesión que había hecho precisamente para una campaña institucional«. Ya lo había utilizado en algún concierto, previo, y para ella, mostrarse así era un paso importante tanto a nivel personal como artístico. «He visto a figuras femeninas utilizar penes erectos en su carrera, que se asemejan más a armas letales», continúa. «Me parece muy bien, pero no para mí. Yo no querría para mí ese componente sexual, asociado a la penetración. Yo quería tener un bulto, una forma, un relleno. Ojalá no haber tenido que explicar lo que era». Para elle lo importante es ir evolucionando según le pida el cuerpo. «Hoy soy esto, y mañana lo otro. Y lo que buscaba es que no sepas si lo que ves es photoshop o qué. Esa era mi meta, porque como se me tiró tanta gente encima tuve que aclarar lo del packer…».
Cree tener la explicación para esa respuesta que tan poco le gustó. «Es porque se me ve como una mujer cis y blanca. Cuando en mi familia tenemos sangre judía, negra, unos padres cubanos maravillosos… Todavía no se ven a tantas mujeres que hayan pasado a ser no binarias. Hace falta una mayor visibilidad, y aceptación, de drag kings y de otras mujeres que utilizan la performativa masculina». Obviamente, también actúa como lo hace para provocar. «En cien años quizá lo normal sea ser trans o no binaria, y que todes estén locas del coño, ojalá. Pero nuestra vida es otra, de momento. Y para mí ser queer es estar en constante evolución».
Nos cuenta que la etiqueta queer es una de las pocas que lleva con orgullo, «porque da visibilidad a la diversidad y a la diferencia«.
Diferente será sin duda su propuesta para intentar representarnos en Eurovisión, que presentará a finales de enero en el Benidorm Fest. “La verdad es que ni he pensado en la posibilidad de ganar. De hecho, me asusta bastante la idea. Mi ilusión es crecer en mi carrera y llegar a muchísima gente. Y no defraudar a la gente que se ha entusiasmado con esta preselección, quiero dar lo mejor”.
FOTOS: SALVA MUSTÉ
VÍDEO: PABLO CARRASCO DE JUANAS
ESTILISMO: MNLO + LUNA
MAQUILLAJE Y PELUQUERÍA: POL GUARNÉ