El gozo para los amantes de la música barroca empezó el 27 de marzo –siete días después del comienzo oficial de la primavera– con el estreno en el Teatro Real de una obra de 1691. Se trataba nada más y nada menos, de Rey Arturo, del compositor inglés Henry Purcell. Fue una versión concierto dramatizada a cargo del exquisito conjunto Vox Luminis. Una delicia que aún resuena en la sala. Esta ‘primavera barroca’ terminará el domingo 19 –dos días antes de que comience el verano– con El nacimiento del Rey Sol, un curioso espectáculo, con música de varios autores, que promete ser un cierre glorioso.
Luis XIV subió al trono con cinco años, aunque fue coronado con 16. Cuando tenía 14 años, el que fuera rey de Francia y Navarra protagonizó, como bailarín, encarnando al dios Apolo, Le ballet royale de la nuit (1653). La partitura, compuesta por diversos compositores franceses e italianos vinculados con la corte, estuvo olvidada durante siglos.
Perdida entre los archivos de la colección Philidor del antiguo conservatorio de París, en el año 2004 se recuperó, y en 2016 fue recreada para la escena por parte de Sébastian Daucé y el Ensemble Correspondances. Este es el espectáculo que ahora viene a Madrid para cerrar la primavera barroca del Teatro Real.
Isabel II del Reino Unido acaba de celebrar sus 70 años en el trono. Luis XIV aún tiene el récord de monarca más longevo. El Rey Sol protagonizó este espectáculo, que no era nada inocente en términos políticos, pues sancionaba el triunfo de la corona sobre las revueltas que los aristócratas de la Fronda habían instigado durante el lustro precedente.
Lo hacía a través de una alegoría en la que el monarca absolutista disipaba las tinieblas de la noche, dispuestas musicalmente a lo largo de cuatro vigilias que alternaban números cantados y bailados. Será una única función. Un plato gourmet, una delicatessen musical y escénica en la que reconoceremos tanto los ecos de la ópera veneciana temprana como el germen de la tragedia lírica lullyana.
Sébastien Dancé, el artífice de esta recuperación que ha deslumbrado a Europa, al frente del Ensemble Correspondances. [Foto: JM Berns · Foto de apertura: Diego Salamanca]
Una reconstrucción, como decimos, a cargo Sébastien Dancé de esta semiópera en cuatro escenas y baile final con música de Jean de Cambefort (1605-1661), Antoine Boësset (1587-1643), Louis Constantin (1697-1779), Michel Lambert (1610-1696), con extractos de Ercole amante (1662) de Francesco Cavalli (1602-1676) y Orfeo (1647) de Luigi Rossi (1597-1653). La obra original se estrenó en Palacio Petit-Bourbon de París el 23 de febrero de 1653.
Es muy complicado precisar la autoría de la música de los ballets de cour en los primeros años del reinado de Louis XIV. En el caso del Ballet Royal de la Nuit, podemos estar seguros de la identidad de Jean de Cambefort, que produjo los recitativos y arias que abren cada una de las cuatro vigilias, y de Antoine Boësset y Louis Constantin, aunque, sin duda, hubo también otros compositores participantes.
Con estas músicas se cierra este exquisito ciclo barroco que, si comenzó con la semiópera de Purcell, continuó con el espléndido concierto de Jakob Józef Orlinski. El famoso contratenor que baila break dance se subió al escenario del Real de la mano de Il Pomo de d’oro con un programa con obras de Davide Pérez, Johann Joseph Fux, Jan Dismas Zelenka, Baldassare Galuppi, Georg Reutter, Gaetano Maria Schiassi, Giuseppe Porsile, Francisco António de Almeida y Händel. Una noche gloriosa que terminó con las consabidas propinas y un pase de break.
Tras Orlinski, la semana pasada el contratenor estadounidense Bejun Mehta nos regaló una noche en la que volvió a reinar Julio César, con un impecable programa centrado en Giulio Cesare de Händel con la Folia Barockorchester. Era el cierre del ciclo de Grandes Voces del coliseo operístico y un auténtico lujazo.
Ahora, con esta obra que estrenó el mismísimo Rey Sol, el barroco del Real toca a su fin. Pero solo por esta temporada, porque la siguiente sigue prometiendo noches gloriosas.
Programada en el año pasado, la crisis del coronavirus impidió que se pudiese llevar a cabo. No porque aquí no estuviese el teatro abierto (recordemos que fue el primero del mundo en abrir y, durante muchos meses, el único), sino porque la legislación francesa no permitió a Sébastien Dancé y al Ensemble Correspondances viajar a Madrid… Por fin los tenemos aquí.