Nina Emocional acaba de publicar su primer EP, Música linda, que la artista y productora define como “un viaje sonoro en busca de la identidad a través del universo digital”. Afincada desde hace tres años en Barcelona, la inquieta artista y productora madrileña LGTBIQ+ huye de las etiquetas a la hora de crear.
Siempre nómada, como revela en esta entrevista en la que nos cuenta su vida hasta ahora en primera persona, Nina Emocional sorprende en su debut por su personal concepción del pop electrónico. Nina es solo una de las caras de Nerea, que siempre se ha buscado la vida con tal de crear y buscar nuevas vías de expresión artística, y piensa seguir haciéndolo.
Al día
«Tuve una infancia difícil, dura. Mis padres se separaron cuando yo era pequeñita, porque tuvieron una relación tormentosa. Nos pilló la crisis siendo yo una niña, se cayeron las empresas que tenían y nuestra vida se hizo muy precaria. He tenido una vida muy nómada, nos mudamos de casa como nueve veces y siempre viví al día, sin planes de futuro. Tuve que aprender a manejarme con una continua incertidumbre. Y muy pronto empecé a refugiarme en el arte, en la música, en el vídeo. Siempre aislada del mundo exterior, con mi imaginación».
Música redentora
«De adolescente iba a un colegio concertado en un pueblo a las afueras de Madrid bastante fascista [risas]. Me sentía un bicho raro; llevaba rastas y mis profesoras me reñían porque no era una imagen acorde con el uniforme… Mis amigas eran bastante cerradas, y yo estaba descubriendo mi sexualidad. Veía películas de lesbianas, sin ser aún consciente de que me gustaban las chicas. Lo compartía con ellas, y sentía su rechazo, así que me aislé.
Me hice muy amiga de mi profesora de música, y fue quien me empujó a centrarme en ella. Me guio en un momento de locura, y también tiene mucho que ver con que ahora me dedique a esto. ¿Qué escuchaba entonces? Radiohead me encantaban, y también mucho indie y electrónica. Recuerdo que mis amigas iban a las discotecas más comerciales de ‘under 18’, como Joy Eslava, y yo me iba a Independance a escuchar rock. Me gustaba sentirme distinta y estar fuera de la norma«.
Arte liberador
«Decidí hacer bachillerato artístico y me fui al instituto Lope de Vega, en Malasaña. Qué guay era pasar los recreos en la plaza del Dos de mayo, coincidíamos con la gente de after bebiendo cerveza [risas]. Fue de los mejores periodos de mi vida: por fin me encontré con gente a la que le gustaba lo mismo que a mí, con pelos de colores, piercings en la cara, gente a la que le interesaba el teatro como a mí, que tocaba instrumentos… Encontré mi sitio.
Saqué muy buena nota en selectividad y mis padres me dijeron que entrase en la universidad, porque era la primera persona de mi familia que tenía esa oportunidad. Duré dos semanas en la Complutense, en la carrera de Publicidad y Relaciones públicas. Estudié teatro musical con Víctor Ullate, aunque no me convenció la formación, y pasé a Nave 73, más contemporánea, y allí fue donde más aprendí no solo como actriz, también como creadora».
Rumbo a Barcelona
«Hace tres años me vine a Barcelona. Había terminado mis estudios de teatro y performance, había trabajado en Matadero y Teatros del Canal con compañías de contemporáneo y tenía ganas de experiencias nuevas. Me surgió la oportunidad de coger un puesto como diseñadora de interiores en IKEA, donde llevaba un tiempo trabajando, y decidí aprovechar la oportunidad y mudarme una vez más, tener las playas cerca era un aliciente, porque me encanta la naturaleza. A la vez, fui aprendiendo a producir y fui creando mi propia música. Así nació Nina Emocional«.
A pelear
«No está siendo fácil el camino en la música, sobre todo debido a la precariedad. Me he tenido que pagar los estudios desde el instituto, mis padres no se podían permitir que fuese artista. Han sido siete años de mi vida, desde los 18, encadenando trabajos para mantenerme a la vez que saco tiempo para producir. Es algo que me gusta compartir para que lo sepan sobre todo personas que, como yo, no vienen de una situación privilegiada. No está siendo tan complicado a nivel creativo porque este EP que acabo de publicar ha sido para mí resultado de un juego de libertad absoluta.
No me planteaba qué iba a salir o de qué género eran las canciones. No sé definir lo que hago porque, precisamente, con mi proyecto busco romper con la idea de la definición [risas]. A mí lo que me interesa es que no entiendas lo que hago, que no tengas claro lo que escuchas… pero sabes que te hace bailar o te sorprende a nivel emocional, por la razón que sea. Y ojalá llegue el momento en que pueda dedicarme 100% a mi faceta creativa. Porque tengo muchos más proyectos además de Nina Emocional relacionados con la danza contemporánea, el sonido, las artes escénicas y la tecnología».
Explorando el género
«Me identifico como no binaria, si hablamos de identidad de género. Cuando empecé a sentir cosas disfóricas, gracias a mi entorno, en el que predominan las personas trans y no binarias, comencé a replantearme muchas de las cosas que te enseñan como mujer. Fui una niña supermasculina, no quise dar clases de ballet porque lo veía una cosa de chicas, y dentro de la sexualidad, mis gustos son disidentes. Al principio me sentía un poco hipócrita, como si estuviera formando parte de un grupo pero en realidad no quería.
Me ves como una chica rubia con pelo largo y es evidente mi cispassing, pero no dejaba de sentir ciertas cosas que nada tenían que ver con eso. Mis amigues me hicieron entender que una cosa es tu identidad de género y otra tu expresión de género. Yo la tengo femenina normalmente, pero mi identidad es no binaria. Poco a poco, empecé a empoderarme, y ahora me siento mucho más a gusto conmigo misma. Ya no me reprimo ni rechazo mis inseguridades, todo eso se ha convertido para mí en fortaleza, y me permite ser lo que quiero cada día y performar«.
Mucho power
«Cuando empecé a entrar en el mundo queer empecé a enfocarme en referentes como Sophie y Arca, artistas del colectivo con cuya disidencia, tanto a nivel musical como de discurso, me sentía identificada. Asumo mi privilegio dentro del colectivo, que es mucho, pero me siento muy bien como no binaria. Y pienso seguir explorando dentro del género.
Nina Emocional me permite explorar mi parte más feminizada, me da ese power, aunque poco a poco la voy llevando a otros lugares a nivel estético. Ahora estoy en busca de ese power dentro de la masculinidad, porque también me apetece generar a partir de mi música de esa música esa potencia y esa expresión. Ese es el proceso en que estoy ahora mismo, primero como Nerea [su nombre real], para después llevarlo a Nina».
Por la revolución queer
«De momento, ver el reconocimiento que tiene mi trabajo trambién me empodera. Que me haya fichado un sello como Sonido Muchacho me hace sentir que estoy haciendo las cosas bien. Y me ayuda a salir de esa burbujita de gente queer en la que vivo.
Está muy bien que como colectivo vivamos dentro de una burbuja, pero me parece importante, como acto político, ir abriendo grietas en ese mundo que está ahí fuera, lleno de gente que nunca nos escucharía, y que podamos ir penetrando en él y tener algo más de reconocimiento. Hay que hackear espacios y conquistarlos. Si eres un poco mainstream es más fácil hacer la revolución y cambiar las cosas«.