Hace una semana, el fallecimiento de la polifacética Dnoé Lamiss (cuyo nombre real era Silvia Sobe) provocó una conmoción. Fue una artista y comunicadora única, y abrió muchas puertas para los creadores afrodescendientes en nuestro país.
Muchas gente conoció a Dnoé Lamiss por ser hermana de Carolina Sobe, pero en el universo underground ella se abrió camino como rapera y cantante mucho antes. Y alcanzó una importante popularidad al colaborar en el programa de Cuatro Estas no son las noticias.
Falleció el domingo 7 de septiembre tras estar más de un mes en coma por complicaciones con una neumonía. Publicó su primer álbum de hip hop, En qué piensan las mujeres, en 2003. Trabajó de actriz en obras como Los negros, de Jean Genet, en 2011, y fundó en 2018 la academia de baile Arkania en Vallecas.
El coreógrafo y director de escena Dani Pannullo tuvo la suerte de trabajar con ella en varias ocasiones. Las más destacadas, en el espectáculo Oro negro (2004), considerado el primer musical español en clave hip hop, y en Tiranah (2005). Tras el shock inicial de su muerte, le hemos pedido que comparta recuerdos vividos con ella, y aquí los compartimos.
«Conocí a ‘la negra’, como íntimamente llamábamos a Dnoé Lamiss (sin ninguna connotación peyorativa), junto a algunas maricas de principios de siglo en la oficina del desaparecido, y único, sello discográfico Zona Bruta, donde trabajaban Nieves, Ana, Sonia… Una maravilla de iniciativa pilotada por mujeres brillantes, que aún siguen en la brecha.
Nuestro amor y admiración inmediatos surgieron por una necesidad mutua de querer sacar fuera los ‘bichos’ internos, para convertirlos en cualquier otra cosa que fuere. Dijo André Gide: ‘Nunca soy más feliz que cuando me escapo de mí mismo para convertirme en cualquiera que sea’. Esa máxima nos definía a la querida Dnoé y a mí por completo.
A continuación, y sin titubear, comenzamos a a colaborar: en sesiones interminables de fotos, sus discos para Zona Bruta, vídeos, reportajes en prensa, live shows en la madrileña sala Changó (en el club que sucedió a mi House of Devotion), apariciones en televisión (cuando aún se le daba un poco más de bola a la cultura)… Y, claro, Tiranah, su bautismo en el teatro (para el que estaba destinada): un cabaret hip hop con 17 piezas escenificadas, bailadas, con estilismos fabulosos de Adidas… Un espectáculo único, irrepetible, en donde ella brillaba como la que más.
Dnoé Lamiss era una mezcla entre Josephine Baker, Grace Jones, Erykah Badu y Missy Elliott. Imposible no recordar su participación en el musical que creé llamado Oro negro. Con un cartel increíble en el que estaban, además de Dnoé, Frank T Ariana Puello, b-boys, b-girls, DJ Zeta… Agotamos tres días las entradas en el Teatro Fernando Rojas del Círculo de Bellas Artes.
En escena, Dnoé era la fantasía de mis sueños como director. El hip hop de esa época no era cosa de ‘putos’, y aunque ella era la más maricona de todas, existía aún, Dios lo sabe, un prejuicio hacia todo lo gay, lo que oliera a Chueca…
Al despedirnos (aunque sé que no te has ido, loca) me río y me admiro de tantos artistas LGTBIQ+ que surgieron dentro de esa cultura. Tú fuiste la primera, y por eso te convidé al gran festín de la vida que íbamos a compartir. Te querré siempre. Muchas gracias por el encuentro. Ahora te siento girando en el vortex de lo desconocido, ¡espéranos! Porfa, tú, Lamiss».